Con su verbo calmo, pero sin ocultar lo que piensa, Guillermo Almada reflexionó en la rueda de prensa de este viernes sobre lo que se está encontrando en sus primeros meses en el fútbol español. Y pudo sorprender, por la claridad del mensaje, pero no mentir: es acertado hablar de espectáculo y de ‘trampas’ cuando el juego efectivo en el fútbol español es cada vez menor. Tiene razón, además, porque, según los datos que recogen las cuentas de X (antes Twitter) de StatsPrimera y StarsSegunda, el Real Valladolid es el equipo con menos tiempo de juego neto de los 42 de LaLiga.
“Ya conocía tanto la Primera como la Segunda División y no me ha sorprendido la paridad, pero sí que me han sorprendido un poco los constantes cortes que hay en el juego, que hacen que el espectáculo se afee y se vea muy cortado”, empezó explicando el técnico uruguayo. Y no culpó al empedrado, sino que se hizo parte de lo que era una autocrítica. “Los entrenadores tenemos mucha responsabilidad en eso… aunque los árbitros, sin que sea una crítica, tienen que colaborar a que sea más ágil”, prosiguió.
Así, Almada desveló que contra el Almería se ganó una amarilla por enfadarse “por esa situación”, y demandó “agilidad al juego y que gane el que mejor preparado está”. “Si cortamos y eso se convierte en un recurso defensivo, se afea el espectáculo; le quita dinámica. Todos somos responsables de dar un buen espectáculo a la gente que paga una entrada. Si se tienen que jugar 120 minutos, que se jueguen, porque yo no vengo a hacer trampas, cortar, tirar la pelota fuera…“, continuó su alocución.

Ganar desde el juego
Contra lo que alguno pudiera pensar, Almada no se quejaba con esto: comentaba algo que le llama la atención. Pero lo hace poderosamente. “Yo tenía otra idea del fútbol europeo, que no se intentaba enganar al árbitro. Quizá algún jugador mío también lo haga, pero no es nuestra intención; nosotros nos tenemos que preparar para sostener los resultados y para ganar desde el juego. Yo no me siento bien en el engaño”, confesó el entrenador de un Real Valladolid que si interrumpe el juego no lo hace por el afán de hacerlo (como deslizó Rubi), sino de ser fuertes en las disputas. Aunque eso le lleve a cometer faltas.
No hay más que recordar que Guillermo Almada ha confesado en varias ocasiones que le gustaría ver que su equipo tiene más volumen de juego, algo que cree que va a suceder, aunque su premisa principal ha sido otra. “Soy optimista por naturaleza, creo mucho en el trabajo y, cuando veo buena disposición, me autoconvenzo y me convencen de que podemos lograr cosas importantes. Eso está a la orden del día y con eso tenemos parte del terreno ganado. Luego hay otras circunstancias que rodean al juego y que tenemos que seguir mejorando”, elucubró.

Almada no es Copperfield
La bandera que enarbolan los jugadores blanquivioletas es la de “prepararse para ganar y conseguir que la gente se sienta identificada con el equipo”; de momento, a partir de la presión asfixiante que ejerce ante los rivales y de la verticalidad que se busca a partir de la ganancia de duelos y segundas jugadas en campo contrario. Y es que, como el sargento Almada recordó, “milagros en el fútbol no hay”, y, con tanto cambio, no ha dado tiempo a otra cosa (y quién sabe si con este lo habrá, considerando lo caprichosa que es la pelota).
“Yo soy entrenador, no mago. Copperfield no soy. Hemos intentado jugar mejor que los rivales y lo hemos logrado en casi todos los partidos, a no ser los primeros 25 minutos contra el Almería, que cometimos algunos errores que nos superaron”, arguyó un técnico que, con mejor, se refería a una superioridad desde su idea, que no es mala; simplemente, distinta a quien cree que lo de ser mejor que el contrario solo se puede considerar a partir de un porcentaje elevado de posesión. Que no de ocasiones, porque esas las ha habido.
En este sentido, el entrenador uruguayo lo tiene muy claro: “Debemos mejorar, pero es mejor intentar mejorar ganando, que creo que lo hemos hecho con merecimiento, que con otro tipo de resultados que nos pueden generar dudas. Los futbolistas están muy convencidos de la idea”. Ese es el mensaje no suyo, sino también el que sale del vestuario ante la elevadísima exigencia a la que Almada está llevando el plantel, y ojalá que así siga. Si es posible -aunque no es solo cosa del conjunto blanquivioleta-, sin menos interrupciones y ese manido mayor volumen de juego al tener el balón.
