Que la comida se desperdicie, sin duda, es uno de los problemas que pueden enfadar más a un ser humano, siendo conscientes de la necesidad que pasan muchos alrededor del mundo para tener algo que llevarse a la boca cada día. Familias enteras que no saben cómo conseguir alimentar bien a sus miembros y situaciones límite que, en muchos países, puede llegar a asfixiar a gran parte de su población.
Una realidad a la que no es ajena España, que, para más rabia, ha dado a conocer los kilos de comida que se llegan a retirar de los comedores escolares a la semana. Cifras que impresionan y que, sin duda, dejan ver que hay mucho por hacer en ese sentido para que los alimentos puedan ser mejor aprovechados y seguir los ejemplos de quienes ya saben cómo orientan mejor el uso de comida en las instituciones para solventar este drama mientras tantas y tantas personas pasan hambre a diario.
Se estima que alrededor de cien kilos de comida se tiran a la basura cada semana contando solo lo que sobra en los platos de muchos de los estudiantes. Al ser alimentos no recuperables, estos restos de comida no aprovechados se suman a la insultante cifra de una tonelada de comida que se desaprovecha en España durante todo un año. Aunque en los últimos años el desperdicio ha bajado considerablemente, casi un 20% menos, hay medidas que tomar para seguir mejorando. Es por eso que, en 2026, se implementa la Ley contra el desperdicio alimentario, que podría aplacar estos terribles números.
Dejar comida en el plato tiene un poderoso efecto
Ya nos lo decían nuestros padres y abuelos: no hay que dejar nada en el plato. Y es cierto, pues de ahí sale ese centenar de kilos de alimentos que acaban en la basura cada semana en España procedente de los comedores escolares. Es por eso que la ONG ‘Enraizando Derechos’, ha tratado de intentar concienciar sobre esto en colegios de Madrid y del País Vasco, donde durante varios días recogieron todo lo que los alumnos dejaban en los platos para pesarlos. Con una media de 79 gramos por niño y unos 20 kilos por día y centro, son números alarmantes por considerarse el peso de una ración de pescado o legumbres.
“Cuando ven todo junto, entienden el problema”, afirma una de las profesionales encargadas del proyecto de sensibilización. Entender que ese saco de garbanzos de varios kilos o que esa cesta de manzanas equivale a lo que se tira por un niño a diario facilita la comprensión a niños de muy diferentes edades que se ven claramente implicados en un problema que afecta a todos los ciudadanos, en la mesa, en el organismo y en el bolsillo.
Mientras que la ONG sacó conclusiones de los colegios observados, también trataron de entender mejor las razones de estos números. Los alumnos suelen argumentar esas sobras por la prisa en salir a jugar y el rechazo a ciertos ingredientes o platos. Aunque la vergüenza por ser responsables de tanta comida desperdiciada les logra concienciar, es vital hacer un análisis profundo y tratar de poner medidas, como la compra de producto fresco, local y de temporada y mejorar la presentación de los platos, así como clasificar las sobras para gestionar que se pueda estropear lo menos posible.
En el colegio Rufino Blanco de Madrid, de hecho, se regocijan por conseguir reducir en casi la mitad los residuos de su comedor, aplicando esas pautas dadas por la ONG ‘Enraizando Derechos’, así como talleres especiales para fomentar una alimentación más saludable, vigilar mejor a los niños en el comedor o agilizar los servicios del mismo para facilitar que los tiempos se respeten de mejor manera. Una medida que bien vale la sensibilización y la concienciación.
 
			