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La Pizarra de Blanquivioletas | CD Mirandés

Una mirada al Mirandés que dirige Fran Justo, rival de la octava jornada de LaLiga Hypermotion para el Real Valladolid en el José Zorrilla

por Miguel Ruiz
3 de octubre de 2025
en Primer equipo, Fútbol regional
Pizarra Mirandés

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El CD Mirandés encara la temporada 25/26 con el reto mayúsculo de encontrar una identidad de juego que, como cada verano, vuelve a obligarles a reconstruirse casi desde cero. El club de Anduva, fiel a su filosofía de acoger a jóvenes talentos en busca de minutos como pate fundamental de su estrategia, ha configurado una plantilla con hasta diecisiete futbolistas cedidos, una cifra que habla tanto de su capacidad para atraer promesas de grandes canteras como de la dificultad de forjar un bloque sólido a corto plazo.

Esta circunstancia convierte al equipo burgalés en un laboratorio futbolístico permanente, donde cada jornada supone un examen a la cohesión de un vestuario en el que conviven jugadores con hambre de demostrar su valía y otros que necesitan readaptarse a la exigencia de la Segunda División. En este contexto, los objetivos del Mirandés son tan ambiciosos como realistas, pues lograr la permanencia sin excesivos sobresaltos parece lo más sensato y, al mismo tiempo, parece que no está tan lejos mantener ese rol de escaparate competitivo que le ha hecho ganar prestigio en la categoría y con la que, el año pasado, rozó el ascenso.

Fran Justo Mirandés
Fran Justo, durante un entrenamiento con el Mirandés

Sobre los hombros de Fran Justo recae gran parte de la responsabilidad de ensamblar este complejo puzzle en tiempo récord. El técnico gallego, que llega a Miranda tras su paso por proyectos de menor dimensión, sabe que cada decisión táctica puede marcar la diferencia entre la estabilidad y el sufrimiento. La afición y el club exigen que su equipo tenga personalidad, pero también que sea pragmático ante rivales de mayor presupuesto y plantillas más consolidadas.

En apenas unas jornadas se ha evidenciado que el margen de error es mínimo y el Mirandés necesita que sus piezas clave se adapten pronto, que los cedidos comprendan la importancia de competir con regularidad y que las ideas del entrenador calen sin titubeos. Fran Justo está llamado a ser algo más que un gestor de recursos y debe leer con inteligencia el desarrollo de la temporada, anticiparse a los momentos de dificultad y asentar un estilo que permita al equipo sobrevivir sin que la inexperiencia le condene.

Un Mirandés para no sufrir

Fran Justo ha querido imponer un sello reconocible en el Mirandés a través de una estructura base que podría catalogarse como un 1-4-2-3-1, aunque con variantes según el escenario del partido y las exigencias encontradas. En las primeras siete jornadas esta temporada, Justo ha apostado por un doble pivote profundo que otorgue estabilidad, acompañados de una línea ofensiva formada por extremos que puedan explotar los espacios laterales y un mediapunta organizador que pudiera conectar la zona de creación tras el punta, dando sentido a esa idea.

Gonzalo Petit
Gonzalo Petit, una de las caras nuevas del equipo a nivel ofensivo

Esa estructura inicial le permite al equipo burgalés tener opciones de control del balón, aunque con un esfuerzo colectivo que exige mucho físicamente. Ante rivales muy agresivos o equipos que atacan con amplitud, Fran Justo no ha dudado en pasar a una formación de tres centrales, 1-3-4-2-1, o incluso una variante del 1-4-4-2 en fases específicas del juego para compactar líneas y reforzar las bandas para evitar transiciones peligrosas. Esa flexibilidad táctica va destinada, precisamente, a que el Mirandés no sea predecible ni rígido, con capacidad de adaptarse al rival sin perder ciertas referencias esenciales para su juego.

En fase ofensiva, el Mirandés de Justo pretende combinar progresión controlada con aceleraciones. Los laterales deben sumarse cuando los extremos se retrasan para permitir ese avance posicional; los movimientos de apoyo dentro del mediocampo son constantes para generar “ángulos de pase” y ofrecer salidas ante presión rival. En fase defensiva, Justo organiza al equipo con líneas compactas y distancias cortas entre defensas y mediocentros, que actúen como escudo ante pérdidas. Cuando no se tiene balón, el equipo favorece una presión organizada, no excesiva, manteniendo concentración para no conceder espacios a rivales con perfiles ofensivos amplios.

¿Cómo le puede hacer daño el Mirandés al Real Valladolid?

Los de Fran Justo afrontan, pues, el duelo ante el Real Valladolid con la certeza de que, pese a esa diferencia obvia de aspiraciones (aún con la experiencia del año pasado), existen grietas que pueden ser explotadas. El planteamiento rojillo pasa por incomodar la salida de balón del Pucela, que en muchas fases de juego se apoya en los centrales y en ese primer pase hacia los mediocentros, que de momento no están en su mejor versión.

Carlos Fernández Mirandés
Carlos Fernández se abraza a sus compañeros tras un gol con el Mirandés

Una presión intermitente, alta en los momentos en los que el Valladolid busca elaborar desde atrás, puede forzar errores en campo propio y generar transiciones rápidas y cortas que puedan darle al Mirandés una oportunidad. Además, el equipo de Justo tiene la opción de buscar la espalda de los laterales vallisoletanos, habitualmente muy altos, con la velocidad de sus extremos y la capacidad de ruptura de su mediapunta.

Otra de las fórmulas, más allá de atacar esos espacios en transición, es entender que el Pucela no suele tener demasiada capacidad para saber cómo reaccionar a un contexto en el que el rival regale el balón, por lo que resistir con líneas juntas y buscar esa salida rápida es una oportunidad que ya han sufrido los pucelanos y que puede ser, de nuevo, marca del rival para tener una oportunidad mayor ante los de Guillemo Almada.

A su vez, el equipo de Justo puede encontrar ciertas oportunidades en las acciones a balón parado, un apartado donde el Real Valladolid también ha mostrado dudas en este arranque liguero, especialmente en los últimos dos duelos, donde las acciones cercanas al área tuvieron más de falta de precisión de los rivales que brillantez de los defensores en los duelos aéreos.

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