Ha llovido mucho desde que Neil Armstrong diera ese paso trascendental en la historia de la humanidad. Son más de cincuenta años desde que millones de personas se emocionaran tras un evento tan trascendental como esa llegada de los Estados Unidos a la Luna. En 1969, el hombre llegó a pisar un territorio extra planetario, y hoy, en 2025, parece que la NASA ha decidido que es momento de volver a poner un pie en nuestro satlétite.
Y piensa hacerlo, además, con un plan, a priori, mucho más realista que el que se siguió con las misiones Gemini y Apolo para lograr la hazaña a finales de los años sesenta, pues esta vez no hay ninguna carrera con la URSS que añada la siempre traicionera prisa de querer llegar antes que los rivales. Hoy, con un proyecto de aspiraciones científicas mucho más completo y estratégico, el ser humano puede que vuelva a pisar la roca que nos acompaña iluminada cada noche.
Un plan más sensato
Jorge Alcalde, divulgador científico, lo resumía en el programa La Linterna, de Cadena SER, con una frase interesante que acaba con algunos de los mitos que, en estos últimos años, se han alimentado en torno a la llegada del ser humano a la Luna en 1969. Según Alcalde, “durante décadas no se volvió al satélite porque no salía a cuenta”, añadiendo que el objetivo de Washington de plantar la bandera en la Luna en los sesenta fue más una carrera de los cien metros lisos que una necesidad objetiva y científica.
Según el divulgador, Estados Unidos destinó cerca del 2% de su Reserva Federal a esa misión del Apolo 11, algo que hoy por hoy, sin ese matiz político de la Guerra Fría, jamás sería apoyado por el Congreso. “Es impensable que se repitiera aquello”, reconoce Alcalde, que, sin embargo, argumenta que la historia ha cambiado mucho, pues la tecnología humana se ha abaratado y los sistemas son mucho más fiables y seguros, por lo que resultaría más barato y sencillo soñar con volver a la Luna.
Y, a pesar de que, efectivamente, Estados Unidos ya no tiene ese estímulo de la URSS, sí tiene cierto competidor en esa carrera actual de volver a nuestro satélite, pues los servicios de exploración del espacio de China parecen muy interesados en la Luna. El gigante asiático ya tiene fecha para su alunizaje tripulado, pues quiere hacerlo antes del año 2030. El actual director de la Agencia Espacial Española, Juan Carlos Cortés, reconoce que el tablero global en temas del espacio parece que, ahora mismo, está polarizado entre dos capitales mundiales: Pekín y Washington.
Hoy, la Luna, mañana ¿Marte?
Pero ojo, que la vuelta a la Luna parece que tiene trampa. No, volver a la Luna no es turismo ni ganas de volver a emocionar al público con esa exploración espacial, sino que es un objetivo intermedio para el siguiente paso. “La gran virtud de Artemis 3 es servir de plataforma para Marte”, asegura Javier Alcalde, que confirma que el satélite terrestre podría ser el laboratorio de pruebas y ese campo de entrenamiento donde empezar a diseccionar los pasos a seguir para que el ser humano llegue al planeta rojo.
Según Alcalde, hasta que no se domine ese viaje entre la Luna y la Tierra, es impensable pensar en que se puedan mandar misiones tripuladas a Marte, por lo que esas primeras (y nuevas) expediciones a la Luna se centrarán más en garantizar mínimos para ese segundo gran objetivo. En ese estado preliminar, se recogerán muestras lunares, se instalarán sensores y se probarán gran parte de los elementos tecnológicos de supervivencia en Marte, para asegurar que quienes puedan dar el salto a Marte lo harán en las mejores condiciones. La cuenta atrás, sin duda, ya ha empezado.
