Quejarse del precio de la luz se ha convertido en una rutina tan habitual como tomarte un café cada mañana. Pero hay que decir que el verdadero enemigo de nuestras facturas puede estar mucho más cerca de lo que pensamos y, además, ser un aparato escondido entre cables y luces parpadeantes. No, no es la nevera ni la lavadora. Aunque pueda parecer que más grande significa más gasto, a menudo podemos llevarnos sorpresas. Ese enemigo escondido no es otro que el router, un aparato al que apenas prestamos atención y que, según advierten los electricistas, suele robar unos 120 euros al año. Un gasto invisible y muy a tener en cuenta que alimentamos sin darnos cuenta.
Y sí, lo cierto es que en la mayoría de hogares nunca se apaga el router. Es lógico. Incluso damos por hecho que el router es algo que nos acompaña. Su luz y su parpadeo no molestan y, además, algo nos dice que su consumo es insignificante. Algo que, como nos aseguran los especialistas, es completamente falso. En realidad, parece que los router representan una sangría constante de energía desperdiciada. Los expertos llaman a esta clase de gastos “consumos fantasma”, por la energía que se utiliza en este tipo de dispositivos en reposo o inactivos.
Aunque parezca mentira, es una de las principales causas del derroche eléctrico doméstico y, el router es, con diferencia, el más tramposo, pues nunca entra en reposo y trabaja, sin descanso, las 24 horas del día y los 365 días del año, manteniendo viva una señal Wi-Fi que no usamos en todo momento. Al menos, cuando dormimos.
Apagar este aparato: un gesto mínimo para un ahorro real
El problema no es solo tecnológico, sino de costumbre. Hemos asumido que todo debe estar disponible al instante. Esa necesidad de inmediatez nos hace mantener encendidos ciertos dispositivos que, en muchas horas del día, no cumplen funciones realmente útiles. Ahí, por supuesto, también entra la conexión a internet. Por pura pereza, dejamos que el router consuma energía sin descanso, sabiendo que, si lo apagamos, tendremos que acordarnos de encenderlo cada día cuando vayamos a usarlo. Cada noche, sí nos preocupamos de apagar las luces de la casa o el televisor, pero ignoramos por completo el aparato que más tiempo permanece activo.
Aunque parezca extraño, hay que decir que, según los expertos, un router moderno consume entre 8 y 15 vatios por hora, que en un consumo continuo se puede traducir en cerca de 90 kilovatios hora al año. Esta ya es una cifra que se refleja directamente en la factura y que, sobre todo en un año, llega a generar gastos notorios. Además, si el modelo es antiguo, el gasto puede incluso duplicarse.
La solución, como suele pasar, es sencilla. Ni aplicaciones de domótica ni un sofisticado sistema de temporizadores, pues basta con pulsar el botón de apagado del router antes de irnos a la cama como hacemos con cualquier otro electrodoméstico y encenderlo de nuevo cuando despertemos o cuando necesitemos tener red. Solo diez segundos y habrás ahorrado horas de consumo inútil. Un gesto que, sorprendentemente, podría significar pagar entre 30 y 60 euros menos cada año, dependiendo de la tarifa contratada y la eficiencia del propio router.
Y no, no somos ajenos a que el router no es el único actor en esta guerra contra el despilfarro de energía silencioso, pues televisores con su piloto rojo encendido, cafeteras programables o cargadores conectados a la red sin motivo también suman su granito de arena para que tengamos facturas hinchadas sin motivo. A partir de ahí, podemos convertir un gesto tan simple y sencillo en algo simbólico para dejar de regalar energía y, no nos olvidemos, dinero.
 
			