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Confirmado: así consiguió un mileurista ahorrar como un rico gracias a eliminar estos 3 gastos superfluos

por Miguel R. R.
9 de octubre de 2025
Así consiguió un mileurista ahorrar como un rico

Así consiguió un mileurista ahorrar como un rico

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Si eres mileurista, sabrás que ahorrar 200 euros al mes puede parecer, fácilmente, una quimera. Tan creíble como encontrarte algún billete en el buzón una vez a la semana. Pero sí, aunque parezca imposible, se puede. No hace falta vender un riñón ni vivir de sopa instantánea, sino que basta con firmar un pacto contigo mismo y dejar de tirar el dinero con tres gastos que, juntos, acaban por drenar tu cuenta sin que seas consciente. Aunque el drama muchas veces está en la hipoteca o en el pago de facturas, debemos mirar más esos eurillos que se esfuman mientras crees que ese gasto no significa nada.

Lo cierto es que llegar a fin de mes es un deporte extremo. Aquel que cobre mil euros sabe que cada día es una prueba de equilibrio entre pagar, sobrevivir y, si queda suerte, ahorrar algo de dinero por si llega alguna sorpresa desagradable. El problema es que, mientras uno se preocupa por el alquiler, hay pequeños vampiros financieros haciendo su trabajo en la sombra. Minúsculos, pero con una eficacia digna de estudio. Y no nos engañemos, el primer paso fundamental para derrotarlos es reconocer que el enemigo no está fuera, sino que está muy dentro de nuestra rutina: los cafés, las suscripciones y la comida a domicilio.

Un tridente enemigo de nuestra capacidad para ahorrar

Puede parecer una tontería, pero el café de las mañanas en el trabajo, aunque sea de máquina, es el más simpático de los culpables de que no podamos ahorrar. Cuesta poco, nos alegra un rato el día y te hace sentir parte de ese club de los cafés que nos hace socializar cada día un ratito. Pero échale cuentas.

Calculando, más o menos, el 1.30 euros que nos puede costar al día (asumiendo que no caemos en algún gasto más para acompañarlo), serán 6 euros a la semana y más de 500 euros al año. Medio sueldo mensual que se va evaporando poco a poco cada mañana. Un gasto que podría pagar, con tranquilidad, el seguro del coche o una escapada anual. Si te pasas al modo doméstico, llevarte algo de casa puede ser la clave para compartir ese rato de asueto sin gastar.

Otro de los tramposos para hacernos caer en el objetivo de ahorrar reside en las suscripciones. En esta era del pago y me olvido, Netflix, Spotify, Google Drive, la app de rutinas de gimnasio que nunca abriste o ese periódico que solo lees una vez al mes logra captar mucha atención de nuestro bolsillo a pesar de que creamos que no.

El capitalismo digital ha encontrado un punto débil fuerte en la pereza, pues esas cuotas de apenas siete u ocho euros parecen muy inocentes, pero juntas hacen un volumen importante. Si revisas el gasto de todas tus suscripciones, descubrirás que estás financiando plataformas que no usas desde hace demasiado. Cancelarlas no es un drama y te olvidarás que no las tienes. Esa declaración de independencia y ese ahorro bien merece la pena.

El último de los sospechosos habituales es, quizás, el más tentador de los tres. Todos lo hemos vivido. Sábado o domingo en casa, una peli en la televisión y pocas ganas de cocinar. Será difícil no acabar cayendo en el truco de la comida a domicilio. Es lógico que después de un día de trabajo sea tentador abrir la app, darle a la opción de repetir pedido y esperar a que el repartidor se haga paso hasta tu casa, pero cada hamburguesa con envío a domicilio suele costarnos casi el doble de lo habitual y mucho más que cocinarla en casa.

En un mes, es fácil que te hayas gastado 100 euros solo en cenas que han surgido por no querer tocar una sartén. Y no, la solución no es vivir de ensaladas tristes ni comer cualquier cosa, sino planificar mejor nuestras comidas y cenas para que no nos cueste tanto cocinar en casa los fines de semana y poder dejar de usar ese piloto automático que te hace exprimir tu tarjeta.

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