El Real Valladolid Promesas sumó su segunda victoria consecutiva en Los Anexos en una mañana plácida, en la que dio cuenta de la SD Sarriana; hasta ahora, una de las sensaciones de la temporada. Los pupilos de Javi Baraja fueron dueños y señores de un partido en el que poco a poco fueron elevando el nivel de juego. Así, dominaron desde el principio, pero fue desde que abrieron el marcador desde cuando empezaron a encontrarse mejor. Tras ampliar distancias, fueron a más hasta consolidar las sensaciones cosechadas con un resultado contundente (3-0).
En los tres primeros minutos, el filial buscó en ventaja a sus extremos y pudo sacar partido. Una internada de Sergi Esteban acabó en una falta en la medialuna del área que él mismo disparó fuera y Pirot, segundos después, salió rápido abajo a achicar la llegada de César Porras. Pisaban pronto los blanquivioletas el terreno de juego del cuadro lucense, que no eludía algún intento de tener el cuero para sí, aunque, ya fuera por decisión propia o por obligación, se veía más obligado a defender. Así, Esteban, insistente, buscó una nueva jugada de peligro.
Rulo y Galde, este a balón parado, volvieron a amenazar después de un ligero valle en el que la Sarriana pisó, aunque sin convicción o profundidad, la parcela de campo que ocupaba el Promesas. Era claramente dominador el conjunto de Javi Baraja, no obstante; le costaba, si acaso, afinar en el (pen)último contacto para que todas esas jugadas prometedoras acabasen llegando a término. La fortuna le sonreiría cuando, en un centro perdido desde el lado izquierdo, Ju hizo ‘la zamorana’; metió el codo al límite del área, y el árbitro señaló pena máxima.
Tras engañar a Pirot en la certera ejecución, el gol de Ángel Carvajal premió la decisión del Promesas, que se vio encimado en los compases finales del primer periodo, en los que William, el mejor jugador de la Sarriana, se adentró en el área, dribló y golpeó buscando el palo largo de la portería de Álvaro de Pablo, en lo que supuso la ocasión más clara de los gallegos en el primer tiempo, que, no obstante, se perdió por poco. En ese afán, cuando quería crecer, la Sarriana metió la pierna dura en varias jugadas y el partido amenazó con convertirse en bronco antes del descanso.
Pichichi Carvajal ⚽️#pucela #RVPromesas pic.twitter.com/REWqZJTYH6
— Cantera Real Valladolid (@RVcantera) October 26, 2025
La amenaza del Promesas continúa
Los lucenses arrancaron el segundo periodo con una primera posesión larga, a la que respondió el filial con dos nuevas aproximaciones con marchamo peligroso: un centro de Porras que se paseó por todo el área rival sin que Tomy o Carvajal pudieran empujarlo a la red y un mano a mano de este último que tapó bien Pirot. El portero no lo pudo hacer ante la definición de Tomy, que amplió distancias aprovechando un buen pase de Rulo, que le plantó delante del portero con una entrega profunda, de esas creativas que dan valor al ’27 del Promesas.
Al instante, apercibía Javi Baraja a los suyos de lo que podía pasar. “¡Vamos, que nos hunden”, gritaba, pidiendo que no fuera así, ya que por delante quedaba media hora, el tiempo suficiente como para que pasaran muchas cosas si uno no estaba vivo. Y el Promesas lo estuvo. Aunque la Sarriana cambió piezas y el dibujo para tratar de meterse de nuevo en el partido, en una buena transición, el filial blanquivioleta hizo el tercero. La movieron bien los vallisoletanos hasta pisar, una vez más, línea de tres cuartos, donde Riki aceleró, Tomy la sirvió con pausa y Porras hizo el 3-0.
A los visitantes, para entonces, se les parecía hacer un mundo el marcador y las sensaciones, de claro dominio por parte de un rival sólido y que ni con ese marcador bajó las pulsaciones. Como los gallegos no replegaban con igual intensidad, el Promesas seguía corriendo a sus espaldas, buscando los recién incorporados Neira, Riki, Ivorra o Yago una mayor ventaja aún. Una que no llegó, ni falta que hizo para atestiguar los méritos de un Real Valaldolid Promesas que cuajó, quizás, su mejor partido de lo que va de temporada, contando tanto el volumen de juego y de ocasiones como la portería a cero cosechada.
