Vivimos una época en la que cualquier destino quiere presumir de joyas para alentar a los posibles turistas y que cada una de ellas tenga más afluencia, pero lo cierto es que en Castilla y León hay una provincia que, en ese sentido, juega en otra liga. Segovia conserva una ruta de castillos que alimenta uno de los viajes al pasado más llamativos y completos de toda la región y su turismo cultural no se queda ahí. Una ciudad llena de atractivos que, además, complementa con 75 kilómetros que van enlazando fortalezas que han visto guerras y coronaciones.
Una travesía que se hace esencial a la hora de visitar la provincia y que se puede disfrutar de manera escalonada, pasando por localidades como Pedraza, Coca, Turégano o Cuéllar, en las que el visitante encuentra muros que todavía respiran historia y en las que cada castillo parece susurrar sus propias leyendas con silencio y respeto. Además, todo son ventajas, porque en estas atracciones no encontrarás hordas de turistas sacándose selfies en masa, pues solo seis personas por día pueden acceder a muchos de estos testigos pacientes de la historia de la zona. Una rareza en estos tiempos donde hasta las ruinas suelen tener código QR.
La historia de Segovia a través de sus castillos
A veces puede parecer que, si uno escucha con detenimiento, las piedras dejan salir los ecos de personajes históricos tan relevantes como Isabel la Católica o Alfonso X El Sabio, figuras que aquí no se representan con simples estatuas, sino que son parte del aire que se respira por haber paseado, en otros tiempos, por los pasillos de estas joyas de piedra. La ruta está organizada con mucho detalle y cariño por expertos locales y nos invita a recorrer pasadizos, salones y torres que fueron escenario de decisiones cruciales, alimentando con anécdotas y hechos una visita que es ya de por sí esencial.
Atravesar esta provincia castellana es hacerlo a través del ruido moderno. Pasar del bullicio habitual a la cadencia medieval de la piedra y la historia conservada. Cada piedra del Alcázar de Segovia o del Castillo de Coca parecen un testimonio en sí mismo de resistencia, con estilos muy variados que van desde el mudéjar al góticos, como si el tiempo hubiera firmado una tregua y se sienta cómodo en esta mirada a través de la historia. En el interior, sus salones nobiliarios y los muchos objetos originales conservados cuentan historias de poder y de ostentación, pero también de humanidad y de historia. De cómo hemos llegado hasta aquí. La historia de lo que son nuestras raíces.
Gastronomía y paisajes con denominación de origen
Y, ojo, que el recorrido de los castillos de Segovia no solo alimenta el alma, sino que te puede alimentar a ti, pues cada parada es una excusa perfecta para probar el cochinillo, el vino de la tierra o los dulces conventuales que se preparan con la misma receta desde hace siglos. Pasear por Castilla y León y sus pueblos es una experiencia mucho más que sensorial, pues la gastronomía de la zona tiene el privilegio de contar con la mejor materia prima para hacer del paseo un pretexto como otro cualquiera para disfrutar de sus bondades en el plato.
Los 75 kilómetros de la ruta están señalizados con precisión, pero lo que realmente guía al viajero es la sierra de Guadarrama al fondo, que se alza majestuosa y silenciosa, mientras observa un desfile de visitantes que disfruta de la historia, de la cultura y de la gastronomía mientras custodia el secreto a voces de la belleza de una provincia sin fin. Un turismo controlado y responsable que no busca superar ninguna marca, sino seguir emocionando con sus historias, parajes y secretos.
