El Real Valladolid cosechó su tercera derrota de la temporada en el estadio José Zorrilla ante una sólida UD Las Palmas, que se mostró como un bastión defensivo ante un rival al que, por contra, le costó dañarse. Aunque por momentos le quitó el balón y lo llevó a menudo al último tercio, incluso pareciendo que podía generar peligro, lo cierto es que el conjunto de Guillermo Almada se quedó lejos de mostrar el mismo empaque que los amarillos. Sí, las sensaciones pudieron ser buenas en algunos sentidos, pero cuando uno cae en problemas tan recurrentes…
El primer disparo del encuentro fue de Jorge Delgado, a los ocho minutos, un tiro mordido como de usted, un tratamiento que parecieron darse los dos equipos en los primeros compases del juego, puesto que hasta ese instante todo lo que se había hecho fue como pidiendo permiso y de puntillas, sin querer hacer demasiado ruido. Las dos siguientes fueron también blanquivioletas, de Peter Federico, y sirvieron para entonar un poco a la grada. Si acabó de entrar en calor, sin embargo, fue por culpa del 0-1, tan sencillo de hacer que dolió verlo.
Primero Jorge Delgado fue a la presión de a peseta, a continuación se vio descubierto el sitio en el que tenía que estar Marcos André para presionar al segundo receptor, Kirian recibió en el pasillo que ni Ponceau ni Amath -que acababa de enredarse en una jugada en el área-, a Guille Bueno le pilló demasiado cerrado… En definitiva, fue un ejemplo de lo que se debe hacer y lo que no en una transición; lo que sí que hay que hacer cuando atacas y lo que nunca debes hacer cuando defiendes una jugada de este tipo, como la que finalizó Pejiño.

El caso es que el Real Valladolid no terminaba de asentarse ni en la dominancia ni en ser ser reactivo. Presionaba, sí, pero le faltaba un puntito. Con balón, se frenaba y enredaba como si le diera pereza correr si tenía la ocasión de transitar y se le apagaba la luz si de repente tenía el cuero unos segunditos más. Y aun así, Amath tuvo el gol del empate en un lanzamiento al muñeco superado el ecuador del primer periodo, tan bien hecho que si llega a ser septiembre le habrían dado un premio sin necesidad de volver a tirar.
El típico paso adelante del Valladolid
No quedaba otra, claro, pero el Real Valladolid dio un paso adelante claro en la segunda mitad. Claro porque no le quedaba otra, no tanto porque tuviera excesiva claridad en la tenencia. Aunque algo atropellado, no obstante, tuvo situaciones de último tercio que despejaba, expeditiva, la zaga. En estas, Marcos André metió un poquito el hombro a Dani Barcia y, aunque marcó gol, había enseñado tanto la acción en el intento de interponerse que no subió al marcador. No fue esa la vez que más (o de una manera más determinada) se tiraron los de Las Palmas…
Por mucho que los blanquivioletas pareciera que desnaturalizaban a Las Palmas, con tramos de posesión superiores al 65%, los grancanarios casi podían haberse puesto a cantar a Enrique Iglesias. “Lluvia cae lentamente sobre mí, qué más da si contigo soy feliz…”. No era para menos, pues no acababa de dinamitar el Pucela el partido. De hecho, incluso los amarillos tuvieron en sendas acciones a balón parado, dos intentonas aparentemente tímidas, pero con las que igualmente fueron capaces de asustar a Guilherme Fernandes.

Del Viera-Jesé al Arnu-Mario Domínguez
Desde el banquillo, en un doble cambio, Luis García dio entrada a Jonathan Viera y Jesé, dos futbolistas con más kilómetros a las espaldas que un Renault 5. Entretanto, aunque en dos ventanas distintas, Guillermo Almada hizo lo propio con Arnu y Mario Domínguez, dos chavales que perfectamente podrían estar jugando en la División de Honor Juvenil. Basta decir que entre ambos suman 35 años y medio… unos seis meses menos que Viera. Que suceda algo así es una grata noticia a futuro. En el corto plazo, no dio, y no porque los ‘niños’ no lo intentasen.
Como comúnmente se dice, Arnu ‘se mató’ a correr. Y no solo eso, sino que tuvo también una buena apertura para Iván Alejo, que disparó alto (y pidió un saque de esquina que el colegiado no señaló). No todo va en el debe del Real Valladolid: a decir verdad, la UD Las Palmas es un señor equipo que va siendo líder a dormir no ya por algo, sino por mucho. Porque juega bien, aunque no necesitó demasiado. Porque aprovechó una de las que tuvo, algo que el Pucela es incapaz. Y porque defensivamente es un bastión. Un señor equipo… que los pupilos de Almada han de seguir esforzándose para llegar a ser.
