El Real Valladolid volvió al José Zorrilla para dejar las mismas sensaciones de las últimas citas ligueras. Aunque el equipo dejó todo sobre el campo, el empate a uno ante el Málaga, uno de los peores equipos de LaLiga Hypermotion fuera de casa, sabe a muy poco. Funes se fue con un punto que vale mucho, pero el Valladolid de Almada tiene claro que ese empate le vale para poco más que para no perder demasiado en la batalla colectiva de una tabla en la que el Pucela no manda en los primeros puestos.
La realidad vuelve a mirar de manera acusatoria a la falta de gol. Un desenlace que de momento se le niega a un equipo que sigue creando mucho, pero al que se le niega el gol con una facilidad pasmosa. Ni el cambio de piezas ni el cambio de sistema están ayudando demasiado a revertir unas cifras que resultan más que decepcionantes. En la búsqueda de las razones de haber empatado de nuevo en LaLiga Hypermotion, hay tres claves que pueden explicar el desenlace final de este nuevo partido en casa ante el Málaga CF.
Sin gol no hay manera
La realidad del Real Valladolid vuelve a advertir una verdad a gritos: sin marcar este equipo no puede aspirar a estar arriba. Almada reconocía en rueda de prensa posterior al duelo en casa que “no puede entrar a finalizar”. Es la realidad. Pero que eso sea cierto no disculpa el hecho de que el equipo no consiga revertir un problema que se extiende desde la jornada uno. Esa falta de capacidad de gol aumenta las opciones de que, en un partido en el que se domina de inicio a fin se vuelva a depender de errores rivales.
El gol e Peter Federico vuelve a llegar de un descuido, no de una gran acción ofensiva. De hecho, las creadas que pueden meterse en ese grupo de aciertos en ataque se quedan otra vez lejos del gol. Si la producción es buena, la lectura es positiva y se ve que el equipo trabaja y aplica, pero la aspiración no puede ser competir con quienes ya lideran y mandan con mano de hierro la tabla liguera con goles a favor para dar y regalar. Mientras eso no cambie, la realidad del Real Valladolid pasa más por vivir tranquilo en la tierra de nadie que por la pelea para el ascenso.
Los peligros de descuidar la espalda
El gol del Málaga, de hecho, llega desde esa tendencia del Pucela de seguir intentándolo. Cuando la esperanza se torna en desesperación, suelen darse lugar los errores. Errores que, una vez más, condenaron al Real Valladolid. Esa búsqueda del gol y esa movilidad por zona ofensiva desembocó en una jugada de acierto por parte del Málaga, donde su lateral zurdo, Víctor García, se encontró con una vasta llanura que explotar en carrera hasta el borde del área, donde un centro bien medido desembocó en el gol de Adrián Niño.
Un escenario nada propicio para la voluntad de ganar de un Pucela que, con ese empate, vio cómo el descuido de su espalda le hacía perder la ventaja. Del 2-0 al 1-1, pasando por una descompensación defensiva fruto de la proyección de Iván Alejo, más extremo que nunca en la segunda mitad del partido, y un mediocampo que no supo cubrir los huecos que generó la jugada previa, venida de un córner. Esa tendencia del equipo al ataque acabó por fundir los plomos a la defensa, que no pudo conservar el marcador y encajó un gol que no supo ser contestado en área rival.
Confianza herida
Llega un momento que la lógica y el análisis dejan paso a la duda. La realidad actual del Pucela es complicada. El equipo genera, es capaz de mandar en el área contraria y, además, tuvo tramos incluso de estar cómodo con la ventaja. Pero la sucesión de acciones de peligro no desembocaron en un gol que hubiera significado un impulso tremendo a la mentalidad de un equipo que necesita reforzar la confianza.
Una confianza que se siente pero que no se toca. Como el gol. La grada sintió varias veces que, en muchas de las ocasiones creadas, el gol se sentía cerca. Pero no. La realidad impulsaba una dura realidad en la que el Valladolid volvía a acercarse hasta quemarse para acabar por no ver la llama. Esa falta de acierto está minando más que la moral de los que se presentaron en Zorrilla, sino de los que dedicaron los 90 minutos a tratar de ganar el partido. Una y otra vez, el equipo se resiente, por las acciones claras que, un día más, quedaron en la nada.