El Real Valladolid continúa una jornada más enganchado al sueño del ascenso después de vencer por la mínima al Recreativo de Huelva gracias al tanto de Javi Guerra en una de las múltiples ocasiones de gol que, sin embargo, no deben ocultar el juego gris ofrecido por los de Djukic, que, por otra parte, mantuvo a raya en casi todo momento al Decano.

El Real Valladolid continúa una jornada más enganchado al sueño del ascenso después de vencer al Recreativo de Huelva por un gol a cero, gracias al tanto anotado por Javi Guerra en la segunda mitad en una de las múltiples ocasiones de gol de que disfrutaron los hombres de Miroslav Djukic, probabilidades que, sin embargo, no deben ocultar el juego gris ofrecido ante un equipo que inquietó por momentos, aunque sin obligar a un excesivo sufrimiento.
Salió de inicio con su nueva publicidad de Tuenti y con una melancolía impropia de muchos de los imberbes que pueblan dicha red social; extrañando a Álvaro Rubio, lesionado, y a Óscar González, a quien Djukic decidió dar descanso, como a Peña.
Esa saudade convirtió al equipo en un conjunto desnortado, huérfano de sus dos hombres capitales en la creación; impreciso y nervioso, lo que facilitó que el Recreativo gozase de tres oportunidades frente a Jaime en el primer tramo del encuentro desbaratadas por el propio meta.
Con el avance de los minutos se serenaron los blanquivioletas, pero seguían sin encontrar la luz al final de las bien plantadas líneas onubenses; al menos por centro, ya que por fuera Sisi y Nauzet volvían a galopar juntos, con todo el peligro que ello entraña. Así, especialmente por ese costado se buscaba a Javi Guerra, sin terminar de encontrarlo y de hallar parangón por el centro o por el lado contrario.
El almirante movió ficha tras el descanso y dio entrada a Óscar, de manera que Alberto Bueno viajó a la banda izquierda. Allí, sin la responsabilidad de ser él de forma obligatoria el generador que insufla aire al ataque vallisoletano, creció y se mezcló bien por enésima vez con el salmantino.
Esa bocanada previa al suspiro de la afición la dio ‘El Mago’ nada más entrar en sustitución de Jofre, después de lanzar un desmarque, recibir en el interior del área y ceder a la chica, donde Bueno no pudo rematar y Javi Guerra acertó a hacer el primer tanto vallisoletano y a la postre definitivo.
Consecuencia del gol -que llegó en el minuto dos de la reanudación- o de la aparición en escena de Óscar, lo cierto es que la manada de elefantes atacantes encontró en la segunda mitad el domador que les hizo mejorar su fútbol, aunque sin llegar a alcanzar el altísimo nivel de juego de, sin ir más lejos, el segundo periodo frente al Sabadell.
El ‘nueve rompecorazones’ empezó entonces a mostrar la voracidad del tiburón goleador, que en los últimos partidos no había sido más -y también nada menos, cierto- que una brega tan incesante como desacertada, y por momentos -aunque cueste decirlo, dados sus números- incluso triste.
Pudo ampliar la renta, como Alberto Bueno, Óscar González o Mikel Balenziaga en sendos lanzamientos a puerta, pero el partido volvía a condenar a la parroquia local al sufrimiento. O no, porque con el avance de los minutos el Real Valladolid comenzó a replegar cada vez más buscando matar el partido en una contra, pero no por ello hizo el Decano demasiadas ocasiones.
Salvo un par de errores en la entrega en la primera parte, la zaga volvió a mostrar a lo largo de todo el encuentro la seguridad que ha convertido a los guardianes de la jaula en la defensa menos goleada de la categoría; nivel personificado en un nuevamente imperial Jesús Rueda.
Sin un segundo tanto, ni para un lado ni para el otro, y sin demasiados sobresaltos, el partido concluyó con la sensación de que costará muchísimo encontrar la fórmula para jugar sin Rubio como se juega con él. No obstante, bendito juego gris el de aquellos que monopolizan el cuero y ganan aun no desplegando su mejor juego.
Alcorcón espera, sin tiempo casi para respirar ni pensar. No hay que olvidar, en cambio, que la primera está a tan solo un paso; a tan solo un tropiezo. Tan lejos; tan cerca. Al menos hasta la próxima parada el Pucela sigue enganchado al sueño de primera. Y que así siga.
