Blanquivioletas
  • Primer equipo
  • Cantera
  • Fútbol provincial
  • Fútbol regional
  • Opinión
  • Actualidad
  • EN
Blanquivioletas
No Result
View All Result

Querida Esperanza…

por Jesús Domínguez
28 de mayo de 2012
en Noticias
Sisi5

Aridane Hernández, 20 años después

Cadena SER: robo de cobre en Zorrilla

El Pucela enamora con su nueva camiseta con aires retro

El Real Valladolid dilapida dos goles de ventaja en Santo Domingo y ve cómo se esfuman gran parte de sus posibilidades de ascender; pero en ningún caso todavía todas.

 

Sisi4
Foto: El Norte de Castilla

Querida Esperanza,

Hace semanas que no sé de ti. Empieza a preocuparme que no recibas mis cartas. Sé que no gusta a mis superiores que entre sus tropas cunda el desánimo, y soy consciente de que quizá estas palabras me cuesten un disgusto si es cierto el rumor de que interceptan el correo que enviamos. Sé que quieren que no nos derrumbemos, que luchemos hasta el último halo de vida, pero es que estoy tan cansado…

La vida en el frente no es como cuentan los telediarios. Dicen que estamos en misión de paz; que en la coyuntura actual nuestra labor aquí es más social que bélica. Nos tratan como si la vida no fuese más que un juego en el que en la derrota no es en realidad trascendente, sino una mera consecuencia imprevista por quien quiere ganar.

¿Sabes qué te digo? ¡Que a la mierda la televisión! Apágala. Nada de lo que cuentan es real. Quieren vender una guerra de color de rosa cuando aquí nos partimos el espinazo por terminar sangrando lo menos posible; por acabar cada batalla con una ligera sonrisa sabiendo que el final está cerca, y que quizá cuando esto termine tengamos algo que celebrar.

Cada tropiezo, cada derrota, es un golpe bajo; un puntapié en la línea de flotación. También cada victoria del enemigo. Es frustrante saber que con lo que hacemos no basta; que necesitamos más, y que no podemos, que no sabemos. Duele tanto no ganar…

 

Aquel soldado no se equivocó, y su carta la leyó un superior. La reprimenda fue tan severa que el pobre hombre creyó que sería enviado a galeras, por extraño que parezca en una tierra de secano como es Valladolid. En realidad no contaba mentira alguna, pero a la vez el sermón del almirante estaba más que justificado. Aquella epístola estaba cargada de pesimismo, que es un proyectil más peligroso que cualquier arma.

En este tipo de guerras, con un límite de tiempo prefijado antes de entablar batalla, plantear tan negativo escenario a tan poquito para el final puede hacer que se corra la voz de que uno de los bandos está cerca de capitular antes de que todo termine, o por lo menos puede invitar a que los destacamentos de voluntarios deserten cuando todavía no está todo perdido.

El soldado desconocido no entendió los motivos del castigo. Creyó que el suyo era un relato fiel a lo que acababa de vivir. ¿Cómo no desanimarse cuando en el penúltimo escenario a conquistar has terminado perdiendo todo aquello que creías ganado con los golazos de Nau? ¿Cómo no terminar hundido cuando dos goles del rival te han obligado a batirte en retirada?

La respuesta la da a viva voz el oficial de más rango: Porque merecemos creer. Porque de nada habrá servido luchar hasta la extenuación si permitimos que ahora cunda el pánico. Porque el cansancio está permitido, tanto el mental como el físico, pero las leyes marciales impiden salir corriendo desde que Leónidas comandó a los trescientos.

 

Querida Esperanza,

Rueda7
Foto: El Norte de Castilla

Hoy hemos vuelto a caer. Bueno, en realidad no, pero es como si lo hubiésemos hecho. Lo intentamos, tiramos de oficio… diría incluso que luchamos bien. Pero no bastó. Y estoy cansado de que no baste. Creo que esta guerra es injusta. No dejamos la piel, ¿para qué? Para nada. El objetivo se antoja ya imposible.

No digo que todo vaya a acabar aquí, pero sí que no creo que vayamos a conseguirlo. O por lo menos no ahora. Desde comandancia llegan rumores de que van a pedir una prórroga, una demora que quizá nos dé tiempo a llegar a la tierra prometida, pero yo a estas alturas no estoy seguro ni de mi nombre. Tengo miedo, lo reconozco.

 

El Alcorcón supo jugar sus armas. Quizá no durante la primera hora de partido, pero sí después. Obligó al Real Valladolid a cavar trincheras frente a su área y a Jaime a ejercer de nuevo de salvador, casi siempre acompañado del sanitario Rueda. No pareció extraño, aunque como relata el soldado de Djukic, sí doloroso.

Llegaban los de Anquela al enfrentamiento con una única derrota en su feudo, y con razón. De inicio intentaron los blanquivioletas quitarles el balón, sabedores de que desde los amarillos han forjado su fama y fortaleza desde la posesión, toda vez que son el equipo que más la manejan de la categoría, incluso por encima de ellos.

Encajaron esos dos goles de bella factura, que pudieron ser más. Tuvieron también ellos alguna ocasión, aunque pocas. Todo hasta que Riera y Saúl pusieron el encuentro patas arriba. El primero ayudó a reducir distancias a falta de veinte minutos, después de dejar un buen balón a Montañés. El segundo obró la igualada en el ochenta y cuatro, merecida ante la sucesión de buenos minutos amarillos y con sabor a derrota para los más de mil desplazados.

 

Guerra5
Foto: El Norte de Castilla

Querida Esperanza,

En el frente son todo caras largas. Nos ha hecho daño tropezar de nuevo en la misma piedra. Somos conscientes de nuestros errores, pero no sabemos qué pasa. No logramos entender por qué seguimos cayendo. Esto es tan extraño… Algunos de mis compañeros han vuelto a llorar. Esto es tan duro… Incluso hemos visto al almirante triste.

Hoy se ha dirigido a nosotros con resignación, concepto que no conocíamos en él. Pero hemos decidido seguir adelante. ¿Qué otra cosa podemos hacer? Sé que en otras cartas no estuve muy acertado. Es posible que ni tan siquiera te llegasen, para evitar el desaliento, y lo entiendo. Él dice que jugar el play-off también puede ser bueno. No tanto como que todo termine el domingo, claro, pero mientras haya vida, seguiremos luchando.

Tu recuerdo es mi refugio; lo que me anima. Pensar en ti me hace seguir adelante. Sé que la vida es dura, pero lo es menos si tú estás conmigo. Aunque estemos lejos, tú eres mi aliento. El almirante tiene razón. Siempre hay un motivo por el que luchar. Mientras haya un pequeño halo de luz, un mínimo resquicio por el que llegar a la gloria, moriré por ella. El ascenso está a tan solo un paso. Espérame allí.

  • Aviso legal
  • Política de cookies
  • Contacto

© 2025 Blanquivioletas

No Result
View All Result
  • Primer equipo
  • Cantera
  • Fútbol provincial
  • Fútbol regional
  • Opinión
  • Actualidad
  • EN

© 2025 Blanquivioletas