El Real Valladolid da un paso de gigante hacia el ascenso al vencer al Alcorcón en Santo Domingo por un gol a cero, resultado que obliga a los de Anquela a hacer dos tantos en el Nuevo José Zorrilla si quieren arrebatar a los de Djukic su sitio en primera.
Un solo escalón. Una distancia que parece corta, pero que en realidad no es tal. Noventa minutos de una final que son estímulo para un puñado de oficiales y los soldados que luchan junto a ellos, que se multiplicarán por dos en la batalla definitiva.
Porque Zorrilla estará a reventar con el fin de apoyar a unos hombres que han logrado derribar el muro de Santo Domingo, un feudo que hasta la fecha permanecía inexpugnable, y que por más que sus guardianes intentasen defenderlo con honor, terminó cayendo.
Fue así gracias a una primera mitad de muy buen fúbol y una segunda de oficio, trabajada, de competición y también de -por qué no reconocerlo- sufrimiento ante un Alcorcón que se mostró fiero y soñador, pero al que Peña y Dani impidieron sacar un mejor resultado.
El Real Valladolid salió a lo suyo, a hacer buenas las palabras del filósofo (“I have the ball, I pass the ball”) por enésima vez, y a lograr un resultado más favorable de lo que fue el empate sin goles de la pasada semana en las semifinales de la promoción en El Nuevo Arcángel.
Jesús Rueda se erigió creador desde el final del pasillo, como si ejerciese de demiurgo matriculado en una universidad a distancia, y bien secundado por Marc Valiente tocaba a un lado y a otro a quien quisiera ser socio o en vertical hacia Víctor Pérez, quien a su vez miraba siempre a Óscar.
Enfrente, el conjunto alfarero salió enchufado y dispuesto a disputar a los blanquivioletas el manejo del cuero, pero con el paso de los minutos pasaron a disfrutar cada vez de un menor porcentaje de posesión y metros de colchón defensivo, sin renunciar jamás a la presión que acostumbran a ejercer las escasísimas veces que en balón no es suyo.
Lo intentaron a balón parado y Bermúdez en un slalon hacia el interior por banda izquierda, pero Dani volvió a resolver sin cometer errores el trabajo que se le presentaba. Sus compañeros, mientras, intentaban hacer buenas sus oportunidades, cosa que ni Guerra en el tres ni Nauzet en un lanzamiento de falta lograron hacer.
Tuvieron más suerte al filo de la media hora, cuando un derribo a Sisi hizo que el balón cayese a Óscar, que envió hacia el costado derecho, donde al galope apareció Nauzet Alemán para colocar un preciso centro al segundo palo, donde Javi Guerra remató con el hombro al lado contrario.
La jugada, accidentada en el inicio por la caída de Sisi y su petición de falta, cobró velocidad con la chistera de González, precisión con el centro del canario y tintes de peli de Almodóvar al entrar en acción el nueve rompecorazones, toda vez que su forma de culminar el envío fue tan aparentemente sucio como genial en el remate.
Gracias a ese gol se llegó al descanso con ventaja favorable al Real Valladolid, ventaja que se mantendría al final del partido. Antes, sin embargo, el Alcorcón se empleó a fondo en demostrar por qué han llegado tan lejos en el intento de saltar de categoría, gracias especialmente a la reactivación de Paco Montañés y con la entrada de Saúl Berjón y Oriol Riera.
A fuerza de apretar y de sacar de esquina una y mil veces las ocasiones llegaron, pero Peña decidió que hoy no era el día para dejar pasar el balón hacia su portería, como Dani Hernández, cuya gran parada en el tiempo añadido evitó que el marcador se moviese en negativo para un Valladolid que a la contra quiso, pero no pudo o se quedó por el camino.
Teniendo en cuenta que la renta obtenida obliga a los de Anquela a hacer dos goles en Zorrilla y no recibir ninguno para subir -y sin desmerecer esa posibilidad de haber hecho un segundo tanto-, el resultado es más que positivo de cara a la finalísima del sábado, momento en el que una ciudad espera que deje de sonar Guns N’ Roses y que por fin al otro lado alguienabra las puertas del cielo, ya sea San Pedro, Villar o Pé.