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La Intrahistoria (J37)

por Ángel Velasco
10 de mayo de 2010

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La Intrahistoria 10.5

La radio engancha

En partidos como los del sábado los transistores están a la orden del día. El ejemplo de Dely Valdés en el Coliseum fue el más flagrante, pero no el más sorprendente. El más significativo de todos se dio en el estadio del Madrigal. En el partido que enfrentaba a Villarreal y Valencia se pudo apreciar que Rubén Baraja llevaba auriculares puestos.

El Valencia no se jugaba nada, pues ya tenía asegurada, hiciera lo que hiciera, la tercera plaza. Por ello es de fácil entender que el vallisoletano estaba pendiente de las historias que podrían ocurrir en otros campos, entre los cuales destacaría uno, el del José Zorrilla. En el partido entre Valladolid y Racing, el equipo que le crió se jugaba el descenso y su hermano, a su vez, también.

En los noventa minutos que duró el partido Baraja solo se despegó de la radio en escasos minutos. Fue el tiempo en el que estuvo calentando, pero esto ocurrió en la primera parte, por lo que los segundos cuarenta y cinco minutos en los que el Real Valladolid remontó y su hermano marcó un gol, el centrocampista valenciano estuvo al corriente de todo. Es más informó al banquillo de todo lo que sucedía, recordando y remarcando que su hermano por, al menos, una vez, le iba a superar en goles.

 

Keko se cambia al Racing de Santander

Minuto cincuenta y uno de partido y Crespo, lateral diestro del Racing no puede seguir. En su lugar sale Oriol. El veterano jugador catalán recibía las últimas indicaciones de Portugal mientras su compañero perdía y/o arañaba unos segundos al tiempo. A todo esto, en el graderío situado tras los banquillos se dan cuenta de algo. “Mira, Keko lleva el abrigo del Racing de Santander”.

Algunos aficionados bromeaban sobre el gran parecido que uno de los ayudantes del entrenador de Burgos guardaba con el extremo del Real Valladolid. Y es cierto, pues por detrás, el pelo entre el cántabro y el pucelano era muy parecido, pese a que el del visitante superaba con creces al del extremo madrileño en longitud.

A todo esto, ¿Quién era el doble de Sergio? Todo hace indicar que era Pau Alberti, preparador físico del Racing, profesional conocido por el mucho tiempo que estuvo en el Mallorca, en concreto quince temporadas.

 

Gajes de ser la estrella

Fichar por un club grande te cambia la vida, y el mejor ejemplo es Sergio Canales. El joven jugador cántabro ha visto como su vida daba un giro de 360 grados cuando se hizo oficial que fichaba por el Real Madrid. Su vida cambiaba para lo bueno y para lo malo. Para bien porque fichar por el equipo blanco significa algo muy importante, no cabe duda, y para mal, porque con este cambio el jugador pasaría a ser el centro de las miradas en todos los estadios.

En Zorrilla vivió ambos cambios; algunos querían tener un recuerdo del que puede ser un jugador importante en un futuro y, por ello, le pedían al camiseta con distintos mensajes, algunos muy originales y otros más típicos. Trabajados o no, la petición tuvo poco éxito porque el jugador no atendió a ninguna de las pancartas. Algo entendible tras la dolorosa e importante derrota de su equipo.

Éstos eran los ‘amables’ con el jugador. Los menos ‘cariñosos’ con el ’27’ se dedicaron en los setenta y cuatro minutos que estuvo en el terreno de juego a gritarle y a pitarle. Su intención era sacarle del partido y parece que lo consiguieron porque la perla no deslumbró ni un poco en el José Zorrilla. Tanto que cuando más se la jugaba su equipo dejó su sitio a un compañero, que después resultaría vital.

 

¡¡¡Tierra trágame!!!

El Real Valladolid se adelantaba en el marcador. El gol de Nauzet dejaba al Racing de Santander al borde del abismo, el equipo de Portugal necesitaba un gol, y se fueron al ataque. En uno de los pocos acercamientos que tuvieron acertaron y marcaron gol, pero no valió.

El colegiado decidió anularlo por claro fuera de juego posicional de Iván Bolado. El asistente pitó la infracción y anuló el tanto. Pese a que no dio validez al gol, el autor del mismo y alguno de los jugadores racinguistas lo celebraron con efusividad. Esta alegría fue tal, que hizo que no se dieran cuenta de que había sido anulado. Y cuando se quisieron dar cuenta el estadio les comenzó a recriminar la acción al famoso grito de “tonto, tonto”.

De los muchos jugadores que celebraron el gol destacaron dos. Uno, el autor del gol. Como es normal anotar un gol así te obnubila, y más después de la belleza del mismo. El segundo jugador en cuestión fue Pape Diop.

El jugador senegalés celebró el tanto encarándose con la grada y tuvo que ser uno de los compañeros del banquillo el que sacara al jugador sustituido de una alegría inútil. Al darse cuenta la cara del jugador era de un claro “tierra, trágame”.

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