Diego Costa se ha hecho por fin un hueco en el Atlético de Madrid y en la confianza de Simeone a base de sacrificio, lucha y trabajo.

El Atlético de Madrid es un equipo que se caracteriza por tener jugadores de gran calidad y renombre. Ahí están, como ejemplo, los Emre, Adrián, Arda o Falcao. Un equipo que en los últimos años se ha ido consolidando en los puestos altos de la clasificación de la liga española. Un conjunto que siempre tiene en la recamara jugadores de un talento digno de ver. Uno de esos jugadores es un chico nacido en Lagarto (Brasil) hace veintitrés años: Diego Da Silva Costa.
Diego Costa es un pequeño trotamundos. Desde su llegada a Madrid, allá por el 2007, ha residido en alguna que otra ciudad de la geografía española. Pocos meses después de fichar por el equipo colchonero el carioca es cedido al Celta de Vigo, de Segunda División, para que coja minutos y se adapte al fútbol español.
Al finalizar la campaña 2007/08 regresa a su club de origen pero allí no tiene sitio. Vuelta a hacer las maletas. Esta vez el destino le llevaría a Albacete. Durante el curso 2008/09 jugó en el equipo albaceteño que militaba en la Segunda. En tan solo un año cuajó una de sus mejores temporadas: diez goles en 35 partidos.
Sus primeros dos años en la Liga española le sirvieron para que varios equipos de primera división se fijaran en él. Potente, rápido e imprevisible. ¿Quién da más? De todos los equipos que lidiaron por él, fue el Real Valladolid el que se llevó el gato al agua.
En su etapa como blanquivioleta no se le pudo pedir más. Un jugador decidido y entregado a este club desde el primer el momento que pisó el césped de Zorrilla. El brasileño llegaba a Valladolid para complementar a Manucho, pero no fue así, ya que le superó al angoleño en todos los aspectos.
Diego Costa se convirtió en un fijo de las alineaciones del equipo pucelano, mandando al banquillo al fichaje estrella de Manucho. En apenas unas jornadas se convirtió en el máximo artillero de la escuadra blanquivioleta. Un bagaje goleador deseado por otros muchos delanteros: diez goles en 36 partidos; ocho en Liga y dos en Copa.
Que hiciese a un lado a Manucho no quiere decir que no se entendiesen. Más bien al contrario, lo hacían perfectamente. Cada vez que jugaban juntos el juego de los pucelanos era mejor. El brasileño hasta llegó a insinuar a Mendilibar, el entrenador de aquella época, que debía apostar en alineaciones por ellos dos como pareja de baile al decir que “con Manucho al lado estoy más fresco”.
Costa se ganó el respeto y el cariño de la grada pucelana en un abrir y cerrar de ojos, gracias a su entrega, dedicación y lucha en todos y cada uno de los partidos que ha disputado con la elástica blanquivioleta. No hubo uno solo en el que no saliera molido a palos.
Si hay un partido que Costa no olvidará -ni los pucelanos tampoco- es el partido que se disputó en Zorrilla en el quince de febrero de 2010. Aquel partido ante el Real Zaragoza acabó con empate a uno y el hombro derecho del brasileño maltrecho. Aquella tarde el jugador tuvo que ser sustituido y abandonó las instalaciones de Zorrilla con el brazo en cabestrillo y cojeando de un modo ostensible. El diagnostico final de ese encuentro fue un esguince acromio-clavicular en el hombro derecho y un fuerte golpe en el codo izquierdo.
Tras su gran temporada en Valladolid Diego regresó a la entidad colchonera en 2011 pero apenas pudo disfruta de minutos. En verano de 2012 se rompió el cruzado y el menisco por lo que el Atlético de Madrid decidió no inscribirlo en Liga.
Tras superar el calvario de la lesión, por su condición de extracomunitario, el brasileño no tenía hueco en el equipo del Manzanares por lo que acepó ser cedido al Rayo Vallecano hasta final de temporada. En su debut con los de Vallecas no defraudo, como es de costumbre en él. Salió desde el banquillo en el 46′ y anotó su primer gol como rayista en el 76′. Se lo marcó al Real Zaragoza. El punta acabó la temporada con un total de diez goles en diecisiete partidos.
En verano regresó a su club de origen. El propio jugador sabía que no lo iba a tener fácil. Tener por delante a ‘El Tigre’ Falcao y a Adrián son palabras mayores. A la vez que al Atleti se le vinculaban distintos nombres, a Costa no le faltaban ofertas de otros equipos, pero El Cholo Simeone no quiso otro delantero que no fuera el brasileño.
Poco a poco se ha ido ganando su confianza y a la primera oportunidad que ha tenido ha demostrado porque se puede confiar en él. En el último partido de liga del Atlético, Diego fue el autentico héroe de la victoria ante el Rayo. Dio el pase de dos goles, participó en el tercero y provocó el penalti del cuarto. Su recompensa: salir ovacionado del Calderón.
