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Héroe o villano

por Alberto Lario
26 de septiembre de 2012
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Alberto Lario, portero en sus ratos libres, habla sobre los últimos hechos acaecidos en torno a Jaime, desde el accidente sufrido ante el Betis hasta su actuación ante el Atlético de Madrid.

 

59. IMG 6165Los porteros. Arqueros, como se conocen en Sudamérica. Esa clase de deportistas de equipo que en el último momento están solos. Ese tipo de personas que, según los entendidos, están locos; hechos de otra pasta. Ese jugador cuyo único error puede lastrar al grupo entero y hacer perder un partido. Gente que no suele ser recordada por una gran actuación, sino por un fallo tonto. Y de esto, hace bien poco, puede dar buena cuenta Jaime.

Por todos es recordado su error en el último minuto en el partido ante el Betis en la cuarta jornada. Un fallo que privó al Real Valladolid de sumar un punto más en la clasificación. Una buena actuación de Jaime durante el partido que se fue al traste por un accidente en las postrimerías del encuentro. Y sí, digo un accidente porque fue eso, un accidente.

Analizando bien la jugada, es, de principio a fin, un cúmulo de despropósitos. Primero una pérdida de balón. Después, un intento “cansino” y sin ganas por recuperar la pelota por parte de Manucho. Luego, la acción de Jaime de no conseguir blocar un balón que ya era suyo. Y por último el despiste de Marc Valiente protestando al linier una más que dudosa posición antirreglamentaria de Rubén Castro. Centrándonos en la parte que atañe a Jaime, y desde el punto de vista técnico de un portero, su acción está perfectamente desarrollada al 75% por lo siguiente:

Primero, porque está totalmente atento a la jugada. Segundo, porque no duda en la salida y mide perfectamente el tiempo de reacción. Tercero, porque logra llegar antes que el delantero a la pelota evitando cometer penalti. Y cuarto, y aquí es donde se produce el accidente, porque el balón, que ya tiene prácticamente blocado Jaime, sale rebotado de sus manos y va a parar a los pies de Rubén Castro. Un pequeño bote; unos pocos milímetros; lo justo para que el balón no fuera a la palma de la mano, sino a los dedos del portero y saliera repelido. Accidente, infortunio, mala suerte… como se quiera llamar. Lo cierto es que esa acción le costó al Real Valladolid un punto.

Por ese “gaje del oficio” de Jaime, durante el resto de la semana, se abrió el debate acerca de la portería. Sí, ese debate que sale prácticamente cada temporada antes o después por alguna mala acción puntual, y no por una sucesión regular de las mismas, como debería ser el caso. Se llegó a cuestionar también por las redes sociales si Jaime era un portero válido para Primera División.

Bajo mi punto de vista, creo que un portero con siete años de experiencia en Segunda, que fue el menos goleado la temporada pasada, y habiendo demostrado una enorme capacidad para hacer vestuario, es más que válido para jugar en la élite. Y para muestra, el partido que se marcó el de Valdepeñas en la última jornada en el Vicente Calderón.

Gol FalcaoAunque no pudo contribuir para sumar algún punto en el templo atlético, Jaime tuvo una excelente actuación evitando varios goles cantados: una perfecta colocación en todos los balones parados colgados al área por Koke y rematados a portería… Una magnífica doble actuación, en un alarde de agilidad, a un tiro de Gabi y posterior remate a bocajarro de Falcao… Adivinó y aguantó muy bien el lanzamiento de penalti del colombiano, estando a punto de atajarlo… Buenas salidas sin titubeos a los pies de Diego Costa…

Resumiendo, un muy buen partido de Jaime que apenas se ha visto reflejado en los medios de comunicación, y que a mí me gustaría destacar porque, tras su fallo ante el Betis, nuestro portero tenía un punto de presión extra, y muchas miradas estaban puestas en él.

Este es el mundo de los porteros. Donde un delantero puede equivocarse y no controlar un balón marchándose éste fuera, no pasando absolutamente nada, un portero se la juega en cada acción del partido. Algo que la gente debería medir con el rasero que corresponde, tener un poco más de paciencia y no crucificar a nadie por hechos muy puntuales.

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