Soy muy joven. Vale, es verdad. Pero en mi corto periodo de vida he visto llover muchas cosas. Agua, granizo, aguanieve… y verdades como puños. Como la del amigo @franarranz en Twitter con su artículo “Oportunistas y agoreros”. Qué tío. Como sabe lo que tiene que hacer. Ataca a quien se dé por aludido; esos tíos falsos, sin un par de testículos en la entrepierna, que machacan por machacar al Pucela en cuanto les dan una excusa.
“Hola, soy aficionado del Valladolid. ¡Ah, no, que hemos perdido dos partidos seguidos! Perdona, quería decir que soy del Barcelona y ya si eso del Valladolid. Cuando toque pasárselo bien en la fuente de Zorrilla… si De la Riva no vacía la fuente, y tal”. Imbéciles.
Cuanto tenéis que aprender. Tenéis que saber lo que es un sentimiento. Tenéis que saber lo que son unos colores. Tenéis que aprender lo que son tres rayas moradas y tres rayas blancas en un escudo. Estar alicaído cuando el Pucela, nuestro Pucela, pierde o cuando el árbitro se ha pasado de la raya. Sí, imbéciles.
Perdemos un partido. “Oye, ¿has visto que malo es Bueno? Tiene horchata en vez de sangre. ¿Y Nauzet? Este aprovechado solo quiere irse. ¿Guerra? Este pavo tiene mejores cosas en las que pensar, seguro que le ponen más cachondo equipos de Primera.” Imbéciles.
Como decía @franarranz, estáis en todos lados. En los bares, en las oficinas, por la calle. Por que imbéciles hay en todas partes. Ahora sí, os tengo que reconocer una verdad. Sois necesarios. ¿Qué sería de los fieles, los que van a Zorrilla cada dos semanas, los que son capaces de convencer a sus compadres para que les acompañen a ver a “ese equipo de mierda” que apenas aspira a ascender, sin vosotros? “¿Cómo? ¿Qué esta vez solo vale cinco euros pasárselo bien en Zorrilla? Venga, va, voy, esta vez sí me apetece ir”. Gracias a vosotros uno se siente bien sabiendo que al menos llega hasta el final con algo en lo que cree. Imbéciles.
Por eso esta columna va dedicada a vosotros, imbéciles. Los que no tenéis fe y tocáis lo que no tenéis que tocar. Los que criticáis lo fácil y atacáis algo que habéis venerado hace dos días. Sí, sois lo más tonto del mundo, pero en el fondo supongo que sois necesarios, imbéciles.