El técnico ha demostrado hasta el momento que no hay titulares fijos en el Real Valladolid y que las rotaciones son una realidad.
El fútbol da muchas vueltas. Y si no, que se lo digan a Javier Baraja, aquel del que se dice desde hace bastante tiempo que continúa en el Valladolid por temas de veteranía y vestuario, más que por su rendimiento sobre el campo.
El capitán, centrocampista para Djukic mil veces por delante de central o lateral, comenzaba la temporada con Álvaro Rubio, Víctor Pérez, Sastre y quizá hasta Neira con ventaja en la pelea por un puesto en el once.
Pero lo que son las cosas, circunstancias de la vida, Javi volvía por segunda vez a la titularidad ante el Zaragoza.
Todo el mundo apostaba por Sastre en el centro del campo, pero Djukic hizo ver que cualquier jugador puede saltar a la palestra si trabaja como debe. De esta manera, el serbio dejó claro que, en una plantilla que no brilla precisamente por su número de efectivos, hay que ganarse el puesto y, de paso, aprovecha para dar descanso a aquellos que considera oportuno.
La cuestión es que Baraja cumplió la papeleta ante el Zaragoza, lo hizo sin excesos en lo que se le pedía y el equipo se llevó los tres puntos. Consecuencia, el capitán repite de inicio frente al Levante y la cosa no puede empezar mejor. Ve puerta dos años después con un gol de bella factura, aunque el Pucela se vuelve a casa de vacío esta vez.
Todo parecía indicar que Javi estaría entre los once de principio en el choque frente al Athletic. Pero no. Djukic considera que es el turno de Sastre, en contra del proverbio de que aquello que funciona no debe tocarse. Para más sorpresa Omar, otro fijo, deja también su sitio a Bueno, fuera desde el partido ante el Celta en Balaídos.
No son, ni mucho menos, los únicos cambios inesperados en lo que va de temporada de una jornada para otra. Y si no, que se lo pregunten a Balenziaga hace un par de semanas, que también perdió la titularidad en favor de Peña ante el Zaragoza.
O a Jaime hace ya muchas jornadas, cuando tuvo que dejarle los guantes a Dani en Málaga. O a Jesús Rueda, cuando Sereno se quedó con su puesto en la visita al Calderón. O a Guerra, cuando su falta de goles en las cinco primeras jornadas de liga hizo que Manucho acaparara los focos con dos goles ante el Rayo en su primer partido como titular.
Ante una plantilla justa en cuanto a efectivos, Djukic sabe gestionar las rotaciones, tanto para premiar aquello que le gusta en los entrenamientos como para dar un respiro a quienes se lo han ganado. Es la única manera de tirar hacia adelante sin derrochar gasolina, para un equipo que ya acumula veintinueve puntos –puntazos- y que no puede permitir desfondarse a estas alturas de temporada.
