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Que pase el siguiente (que quiera señalar)

por Jesús Domínguez
2 de abril de 2013
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Foto: Arturo Posada
Foto: Arturo Posada

A quien es de fuera, e incluso a quien es de dentro, le llama la atención de la Semana Santa de Valladolid la sobriedad con que se vive, chocante con la pasión andaluza. Ni para bien ni para mal, solo por diferente, dicho sea de paso. Aunque este año ha sido distinto. Quizá porque la lluvia encorajina, y con razón. Tanta como la que acompaña al Real Valladolid en su rabieta con el Atlético de Madrid.

Es imposible no tildarla así por la publicidad dada, aun cuando el motivo es de peso. Lo lógico, incluso, es que el enfado sea aún mayor después de ver la sorna, rayante del desprecio, con la que Juan José García Anaut, director de comunicación del club colchonero, se ha referido al comunicado realizado por la entidad blanquivioleta. Pero no por ello el error es menos.

Quien más, quien menos, sabe que las tiranteces entre el Atlético y el Valladolid existen desde el último día de agosto, en el que a Miroslav Djukic le dio pereza contar con Jorge Pulido y  paró la cesión del central cuando el trato estaba prácticamente cerrado hasta el final de temporada.

No es lo mismo, claro. Pero fue el principio. Un inicio que hay que tener en cuenta en el devenir del ‘Caso Ebert’. Como el medio millón de euros que todavía no ha llegado a orillas del Pisuerga procedente del Manzanares, quizá por aquello de que no hay un río conductor. Pero, con todo y con eso, aumentar el caudal del ruido, y más del modo en que se ha hecho, resulta bastante desafortunado.

Entre mofas e ironías, del mensaje del director de comunicación del Atlético de Madrid se puede sacar algo en claro para lo cual no es necesario ostentar su cargo, y es que el Real Valladolid tiene poco que rascar, pues aparentemente no hay una sola prueba de que el encuentro tuviera como fin negociar el pase de Patrick Ebert.

Es más, no ha trascendido una sola imagen con la que se pueda constatar que hubo tal reunión. Como bien dijo el tal Anaut a El Norte de Castilla, y tal y como se puede comprobar en la imagen de arriba, en el recinto del restaurante en el que presuntamente se vieron el alemán, su representante y José Luis Pérez Caminero, se ve solo al jugador. A nadie más.

A simple vista, alguien cuyo conocimiento legal no es demasiado profundo, no da la sensación de que los servicios jurídicos del club vayan a encontrar demasiado a lo que agarrarse. Aun dando por supuesto que ese encuentro se produjo, podría esgrimirse cualquier argucia para evitar palabras mayores, como que no fue más que eso; una mera coincidencia, y no una reunión de negocios.

Es probable que el Atlético de Madrid, como dice el diario Marca, ‘trampease’ al Real Valladolid. Y es lógico que este se enfade. Al final, la historia es cíclica; el pez grande se come siempre al más pequeño. O al menos lo intenta. Como -y disculpen la alusión a estos hechos-, según diferentes clubes de la ciudad, trata de hacer el blanquivioleta con ellos en algunas ocasiones, saltándose el orden establecido para negociar por jugadores.

Dejando esta cuestión a un lado, lo verdaderamente preocupante, por el contexto en el que se produce el affaire, es que llega en el que parece ser en el peor momento de la temporada y como acompañante de otro dedo acusador, el de Miroslav Djukic hacia su plantilla. Como el mosqueo del club, lógico, más por la denuncia en sí que por su trascendencia pública.

Por todos es sabido que el almirante no se anda con medias tintas. Lo demostró desde el primer día y no va a cambiar. Y no hay por qué dudar de que el toque de atención se diera dentro del vestuario antes que fuera. Pero, aun así, choca con lo que suele ser habitual en el mundo del fútbol, al margen de la moralina de Manolo Jiménez que despertó al Zaragoza el curso pasado y de las guerras de Mourinho.

El técnico serbio tiene sus razones para estar mosqueado y para convertir ese enfado en visible a los ojos de todos. El momento y el lugar, para unos, fue inadecuado. Para otros,el mejor. Y al final él es quien manda. Aunque no resulta demasiado agradable ver como lanza el dedo acusador a la vez que es incapaz de dar una vuelta de tuerca al equipo.

Imago ImagenLa situación en la tabla no es apremiante y el objetivo parece más o menos alcanzado, al margen de que hagan falta aún un par de victorias, pero en una situación similar, de mal juego o de necesidad, la temporada pasada  se llegó a jugar con extremos abiertos y dos delanteros. Ante la falta de hambre, agitar el árbol táctico o el de las rotaciones podrían ser solución.

Ojalá las palabras de Miroslav Djukic hacia el colectivo, dirigidas ante los medios, sirvan para algo más de lo que a priori servirá la (lógica) pataleta del club con el Atlético de Madrid. Pero, de buenas a primeras, las dos dan la misma sensación de nervios aparentemente infundados y que pueden volverse peligrosos si el equipo muestra la misma cara ante el Valencia. Si es así, solo faltará decir “que pase el siguiente” y que alguien más se anime a (solo) señalar.

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