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Para que nos tomen en serio

por Jesús Moreno
11 de abril de 2013
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Jesús Moreno muestra sus reservas con respecto al recurso interpuesto por el Real Valladolid ante el Comité de Competición por el partido del domingo.

 

EstampidaDesde el domingo por la noche se observa que ha aflorado como las margaritas en primavera un complejo de inferioridad que parecía oculto en los últimos tiempos, pues caminábamos con la seguridad de saber quiénes somos, de dónde venimos y a dónde queremos llegar y sin mayor necesidad de reconocimiento o favor que la de cada uno de nosotros, y que ha saltado como un resorte en el momento en el que el colegiado del partido Valencia-Real Valladolid permitía que los locales pusieran en juego un saque de banda que correspondía al propio Pucela, con tan mala suerte que veinte segundos y una serie de pases después, ese balón acabó dentro de la puerta de Dani y privando al Valladolid de un punto más trabajado que valioso.

Una vez que se disipa la polvareda, más propia de una estampida de búfalos, lo que queda es que el origen de la frustración no es el hecho en sí de cambiar la dirección de un saque de banda, sino de todas las circunstancias y catastróficas desdichas ajenas al árbitro que continúan durante los instantes siguientes a esa jugada, la retahíla de pases, que nos encontramos en el último segundo del partido y, por encima de cualquier otra cuestión, que la jugada acaba en gol.

De la misma manera que se ha impuesto la idea -en palabras de David Gistau- de que la honorabilidad de nuestro sistema de Justicia se hace depender de la imputación de la Infanta Cristina, desde el mismo momento en que el árbitro del domingo señaló el final del partido en buena parte de los medios de comunicación locales y de la afición caló como la niebla de una fría noche de invierno a orillas del Pisuerga, la idea de que el prestigio del Real Valladolid dependía de impugnar el resultado, el último minuto y el partido mismo si fuera necesario, pues el error en la ejecución de un saque de banda a cien metros del área propia es un hecho muy grave, una prevaricación que aparece como ejemplo en los manuales de cualquier estudiante de Derecho y ya va siendo hora de que Carlos Suárez pegue un puñetazo en la mesa para que no se rían de nosotros en la Liga y la Federación. Kafkiano.

Y el Real Valladolid -al que se le empieza a conocer más por sus incursiones en los juzgados que por los éxitos deportivos y que de tantas veces que ha aparecido por las salas de vista empiezo a tener la sensación de que sus Señorías lo llaman por su nombre de pila-, desconozco si movido por la convicción de tener éxito en su afrenta o guiado por la convicción de que no hay Justicia comparable a la de una muchedumbre furiosa que dirían en un pasaje de Los Simpson, y pretendiendo contentar a parte de su afición haciendo exactamente lo que estos le piden, ha presentado un recurso que se asemeja más a un berrinche pueril que al pretendido martillo con el que derribar los muros de la Liga de Fútbol Profesional para hacer reinar a la Justicia espada en mano sobre lo que se considera un expolio con forma de saque de banda en campo ajeno.

No estoy diciendo desde estas líneas que el Pucela no haga uso de cuantos instrumentos tenga a su alcance para hacer valer sus derechos cuando estos son atacados, estoy diciendo que impugnar todo un partido por la incorrecta ejecución de un saque de banda en campo contrario, simple y llanamente para que no se rían de nosotros, provoca el efecto contrario; nos deja una silueta quijotesca y dudo incluso de que hayamos tenido un mínimo de repercusión que permita poder decir que la pantomima ha merecido la pena.

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