El Real Valladolid vuelve al trabajo sin sus tres lesionados y con el acceso limitado a los medios de comunicación.
Allá donde va, Juan Ignacio Martínez suele cerrar parte de sus sesiones a los medios. No de golpe, o al menos no en Valladolid, de ahí que haya extrañado la decisión tomada a los profesionales de la comunicación de la ciudad. Dos partidos y una pretemporada después, una vez conocido el modo de trabajo del técnico y ofrecida la posibilidad de grabar o fotografiar lo que deseen, desde este lunes solo podrán captar imágenes en los primeros veinte minutos de entrenamiento.
No así los aficionados, a quienes no se les ha limitado nada, como es lógico -máxime si se tiene en cuenta que buena parte de los ejercicios seguirán teniendo lugar en el césped natural de los Campos Anexos al Nuevo José Zorrilla-. Tampoco, por ende, a posibles espías de equipos rivales; de ahí que choque la medida, por habitual que fuera en el pasado del entrenador alicantino.
No por polémica la decisión deja de tener su lógica, pues el límite impuesto no implica la prohibición de acceder a los alrededores del campo. Del mismo modo, puede parecer carente de razón por el hecho de que los medios gráficos apenas captan imágenes, en realidad, y no difunden más que alguna que otra foto o un vídeo corto, en el que nada se puede ver que no se pueda transmitir mediante la palabra.
Con todo, la controvertida decisión no tiene excesiva relevancia -por no decir ninguna- en el trabajo de grupo, al que la plantilla del Real Valladolid ha vuelto después de la derrota en Castellón ante el Villarreal sin Víctor Pérez, Daniel Larsson y Patrick Ebert, que están ya descartados para recibir al Getafe, y con una intensidad ya habitual con la que se pretende revertir una situación, sino preocupante, al menos indeseada.
