Jesús Moreno hace una llamada a la calma después de la tensión percibida tras las dos primeras derrotas de la temporada.
Hasta hace poco, venía pensando que ese sentir característico nuestro tan serio en ocasiones que se diría que guardamos las sonrisas, como los trajes, para grandes ocasiones, y tan pesimista en otras, era como consecuencia de nuestra desdichada Historia castellana. Una tierra forjada a base de sacrificio y trabajo, de hielo y de fuego, que se acostumbró a perder demasiado pronto. De ahí, pensaba, nuestro proverbial pesimismo capaz de ver siempre una nota negativa, un “sí, pero”, un nubarrón oscuro incluso en la mañana más limpia de primavera.
Pero desde no hace tanto, como digo, observo que ese realismo con el que solemos disfrazar aquella negatividad e,s en muchas ocasiones, un síntoma de complejo de superioridad con el que se pretende colocar una opinión por encima del sentir mayoritario, como queriendo destacar por saber algo más que el resto de ciudadanos no somos capaces ni siquiera de intuir.
Una manera de actuar, esta, cimentada en erigirse y proyectarse como macho alfa de la manada a base de mostrarse eternamente insatisfecho desde una visión esnob consistente en criticar todo aquello que nos rodea.
Así, transcurridas dos jornadas de Liga, se nota entre parte de la prensa y de la afición un ambiente de extraordinario nerviosismo que unido al cainita ventajismo del “ya lo dije yo en junio” han puesto en el punto de mira a falta de 36 jornadas para concluir el campeonato al nuevo entrenador Juan Ignacio Martínez y a su equipo.
A pesar de que mayoritariamente el sentir del aficionado es el de estar con el equipo, el famoso entorno del que hablaba Johan Cruyff ha enrarecido el ambiente de una manera a la que no estamos acostumbrados, y menos aún en un club pequeño en el que se necesita la tranquilidad y la concentración de un cirujano que opera a corazón abierto para conseguir ir ganando partido a partido hasta ir alcanzando los objetivos de la temporada.
Así desde airear (con no se sabe qué intención) ficticios episodios de cervezas y broncas a empleados del anterior club hasta –como si de la gata flora se tratara- criticar el planteamiento de la primera jornada y su contrario utilizado en la segunda, pasando por hacer chistes de su equipo de trabajo, Juan Ignacio Martínez ha sido recibido con una hostilidad más propia de un profesor sustituto que llega a dar clase en un instituto de un suburbio del oeste de Filadelfia que la de un profesional del deporte avalado por magníficos resultados allá donde ha estado.
Lo cierto es que los dos primeros resultados tampoco han contribuido a serenar el ambiente; es más, han ayudado a que continúe una histeria que, recién iniciado el campeonato, se asemeja más a la de aquella pasajera de ‘Aterriza como Puedas’, con su séquito dispuesto a sacarla a base de zarandeos de su estado de shock, que a algo real por lo que debiéramos preocuparnos y empezar a consumir tilas pero que en poco o nada ayuda a crear un ambiente favorable en el estadio que permita voltear esta primera dinámica negativa de resultados –no tanto de juego al menos en el primer partido-, y nos aleje de murmullos y silbidos a la mínima que se falle un pase.
Keep calm and carry on. Calma, serenidad y continuar hacia adelante, como lema del gobierno británico a sus ciudadanos en los albores de la Segunda Guerra Mundial. Keep calm and Real Valladolid en cada puerta del José Zorrilla, en cada vomitorio, en cada cabina de prensa, en cada asiento. Calma y Real Valladolid como fórmula secreta de nuestra Coca-Cola particular para alcanzar el éxito.