Con menos cambios de los anunciados, el FC Barcelona buscará sublimar un modelo que la temporada pasada no dejó muy buenas sensaciones, a pesar del campeonato liguero.
La Liga supo a poco. La sensación de fragilidad fue grande, en buena medida debido a la enfermedad de Tito Vilanova, que provocó un desgobierno en el que Jordi Roura no supo poner orden. “A estos jugadores los puede entrenar cualquiera”. ¡Ja! Incluso con los mejores la autogestión se puede volver desvarío.
Visto así, cualquiera diría que el Fútbol Club Barcelona fue sexto el pasado curso y cayó en cuartos en las demás competiciones. Pero no. Campeonó y avanzó cuanto le dejaron en Copa y Champions. Ocurre que, cuando se consigue tanto en tan poco, la exigencia te devora. Y si a ello le sumas que Mourinho terminó tomándole la medida y más tarde el Bayern le hizo un traje, resulta que ya nada parece suficiente. Ni siquiera una Liga de cien puntos.
La culerada pedía nuevos bríos y la prensa de club anunciaba una revolución. Iban a llegar, decían, un meta, un central, un centrocampista, un delantero y Neymar. Y luego nada. O, bueno, a decir verdad, nada no. Luego, ¡Neymar!, el prestidigitador que liberará a Leo Messi de tener que hacer 60 goles por temporada. O aquel con el que se repartirá marcajes y patadas, al menos.
En puridad, el brasileño de pies inquietos es el único chico nuevo en la oficina. Y gracias, porque quizá la zona noble del Camp Nou no habría resistido otra presentación igual, con tantos amigos de la infancia del recién llegado y tanto directivo con complejo de político. Porque ahí sí aparecieron, para hacerse la foto. No tanto para explicar quién fue el valiente que dio por muerto a Abidal (con perdón).
Otrora ejemplo y líder espiritual, fue vilipendiado después de tanta palabrería amable, a priori, pero hipócrita y vacía, a la postre. Ha sido con el que más se han equivocado, pero no con el único. Lo de Valdés también tiene su intríngulis. O el regalo de Villa al Atlético de Madrid. Por no hablar de la tontería del “por dinero no será” y que al final no se firmase al dichoso central…
Total, que Neymar, bien, pero de revolución, nada. Tampoco en el banquillo, porque ‘El Tata’ Martino tiene aquello que llaman ADN Barça y es un tipo listo. El sustituto de Tito Vilanova, sin haber entrenado jamás en Europa, sabe de qué va esto y es consciente de que volverse loco, en un equipo tan grande y con unos automatismos tan arraigados, sería hacer honor a la palabreja.

Así, ha buscado -o está buscando, si lo prefieren- volver a los orígenes del todopoderoso Fútbol Club Barcelona, aquel que con Pep Guardiola recuperaba en tres cuartos y buscaba el letal pase vertical solo entonces. El mimo, por tanto, volverá a ser de gala y salón, no el rudo de la calle. O, por decirlo de otro modo, volverá una esencia que, sin haber sido olvidada, sí había sido algo descuidada.
No es que con Vilanova se dedicasen los culés a dar pelotazos. Nada más lejos, pues la naturaleza combinativa es inherente al modelo. Pero sí había apostado por imprimir una marcha más que si bien fomentaba el espectáculo, en general, en lo particular provocaba desmadre, ya que ni el Barça tiene hombres para aprovecharse del juego directo todo lo que le hubiera gustado ni los que tiene están del todo preparados para hacer una transición defensiva tras pérdida a una velocidad tal como la que provocaba el matiz.
Con ‘El Tata’, en el Camp Nou no se verá con la misma frecuencia el acordeón desplegado, ese que el rival buscaba acuchillar cerca de las teclas que representan la zaga. El Barcelona es -y será-, de nuevo, el timbal, que tocará una suave bossa nova, por norma, y a arrebato cuando pinte en bastos. Dicho para que me entiendan: será de Pep, pero no se renunciará a aquello que Tito ha dejado en herencia, a Cesc, Leo y ahora Ney percutiendo como jogo que lleva el diablo.
El jogo, en la capoeira, es todo aquel movimiento que se hace dentro da roda. Puede darse a un ritmo pausado, de exhibición, o a otro mais violento o agitado -léase ‘ayitado’-. Y es aquí donde entra Neymar como factor diferencial, por su capacidad de conducir e imprimir vértigo allí donde Villa era otra cosa y donde Tello, aunque hábil, todavía no llega.
Para más inri, a Thiago, el otro error grosero de Rosell y Zubi, lo sustituirá en el primer equipo Sergi Roberto, que, como Cesc, es un interior que se siente más cómodo en la prisa que en la pausa. No obstante, decíamos, El Tata, de la escuela de ‘El Loco’, aunque diferente, prefiere calma a tempestad. Por eso será transición donde Tito lo fue menos. Adaptación donde Vilanova buscó el cambio.
Si le dejan -no tienen por qué no hacerlo-, exprimirá las últimas gotas de fútbol de Xavi a su ritmo, ese que el Barça maneja aún como nadie y con el que más cómodo se siente. Pero, también si le dejan -tampoco tienen por qué no hacerlo-, ayudará a que, efectivamente, Fàbregas encuentre su sitio, en la horizontalidad a veces, en la verticalidad otras. Con El Tata y Neymar no tengan dudas, sabrán ser de los dos. Y siempre más de Messi.
Tres tenores
Leo Messi (Rosario, Argentina, 1987). No hay otro como él. Nadie tiene en su equipo la influencia que él tiene en el Fútbol Club Barcelona. Lo cual a veces es un problema, dicho sea de paso, porque aunque estemos hablando del mejor jugador del mundo, incluso Leo Messi necesita descargo y descanso.
Para eso ha llegado Neymar, para que no sea la referencia única del ataque culé. Seguirá siendo la principal, pero ya no fagocitará la vanguardia blaugrana. Además, la llegada del astro brasileño permitirá que de cuando en vez ocurra un hecho inusual: que su afán de competición sea contenido en el banco. Más libre y fresco de mente y de piernas será mejor.
Xavi Hernández (Barcelona, 1980). Es triste decirlo, pero su llama se apaga. No es que sea el abuelo del fútbol, ya que por edad todavía podría quedarle como mínimo un lustro, pero la exigencia durante su trayectoria ha sido tan alta que las lesiones han decidido dejar de respetar su físico, en lo que es el único freno al mejor centrocampista que ha visto jamás España.
Sufrió con Tito, porque el vértigo no está hecho para él, pero Martino parece decidido a que el Barça siga siendo suyo mientras le quede fútbol, y que lo sea de Cesc solo cuando él esté descansando, para así aplazar cuanto se pueda la peor noticia que puede recibir el balompié nacional: que su llama se apagó.
Cesc Fàbregas (Barcelona 1987). Está destinado a ser el dueño del ‘cuatro’ cuando Xavi ya no esté. De hecho, lo porta ya a sus espaldas, pero su momento, que con Vilanova parecía ser ahora, tendrá que esperar un poco más.
Sufrió el primer año, porque por más que muchos se empeñen el Arsenal no es el Barcelona, y su supuesto ADN Barça había mutado en el fútbol inglés, pero creció el pasado curso, como la velocidad del equipo. Pasó, con ello, de parecer un error y, quizá, prescindible, a cobrar un peso con el que ya puede, pero que resultaba un cambio de modelo y jerarquía para el que el equipo aún no estaba preparado.
El fichaje estrella
Neymar (São Paulo, Brasil, 1992). Se habla mucho de su adaptación al juego del Barça y de la aceptación de un nuevo rol secundario provocada por la presencia de Leo Messi, pero poco o nada de la sociedad que formará con Jordi Alba y Andrés Iniesta. Con él en el costado izquierdo, el lateral seguirá encontrándose una autopista con áreas de servicio y que el de Fuentealbilla podrá girarse y ver cómo a su alrededor bailan para él.
Neymar podrá dotar al equipo de profundidad o ser volátil y asociarse en los pasillos interiores. Iniesta, que gobierna el mundo acostado, detendrá el tiempo para él o buscará, gozoso, los espacios que, a la carrera, le preste.
El míster
Gerardo ‘El Tata’ Martino (Rosario, Argentina, 1962). Antes de su llegada, más de uno llegó a tacharle de defensivo, en el recuerdo de su Paraguay guerrera. Como si no fuera virtud de un entrenador adaptarse a los mimbres que tiene, cosa que el bueno de El Tata volverá a hacer en Barcelona.
Venía advirtiendo quien escribe en sus últimos partidos con Newell’s Old Boys que se le estaba poniendo cara de Bielsa, y no falló. Aunque alguno diga que es un enchufado o que no está cualificado, Martino da un salto merecido al mejor lugar posible para seguir ahondando en los matices que lo separan del maestro. Recuperación y toque, con momentos de vuelo alegre, sus señas de identidad.
Entradas y salidas
Altas: Martino (Newell’s), Neymar (Santos), Sergi Roberto (Barça B), Afellay (Schalke 04) y Cuenca (Ajax).
Bajas: Tito Vilanova, Abidal (Mónaco), Thiago (Bayern de Múnich),Villa (Atlético de Madrid) y Muniesa (Stoke City).

