El entorno del Real Valladolid se muestra optimista con la posible vuelta de dos de sus jugadores de mayor jerarquía antes de que finalice el año.

Se les echa de menos. Y se les aguarda como agua de mayo, y no como las heladas que tantos tuits y comentarios en Facebook están acaparando en los últimos días, con fotos de cencelladas varias como principales protagonistas. Pensar que no queda nada para que vuelvan, incluso, levanta el ánimo como la temperatura subiera. No es que su presencia en la convocatoria asegure que no hará frío ante el Celta, pero sí que, en caso de darse, en caso de ser necesario, el fútbol lo pondrán ellos.
A tenor del impacto que han tenido en redes sociales las diferentes noticias relativas a los retornos de Víctor Pérez y Óscar González, no se puede sino destacar las ganas que la hinchada blanquivioleta tiene de verlos de nuevo sobre el verde, formando junto a Álvaro Rubio el tríángulo de prestidigitadores amos del balón.
Rubio es Míster Silencio, el hombre que todo lo ordena sin dar una voz. Víctor Pérez, la tijera y el hilo. Óscar, la magia. Representa el primero la sabiduría y el confort, un saber estar paternal. El segundo, la tranquilidad del hijo estudioso, ducho en ciencias. El tercero, la creatividad y el caos. Juntos, la armonía; el juego.
Viene a ser Víctor Pérez sobrino de sus dos compañeros, pues está a caballo del fútbol de ambos, el cerebral del ‘dieciocho’ y el visceral del ‘diez’. No solo eso, sino que es el canal que utiliza el balón para hacer llegar la posesión de la cueva a la vanguardia, el mediocentro catalizador de la dulce época que precede a Juan Ignacio Martínez. Y Óscar es, simple y llanamente, lo que el equipo necesita.
Es un hecho comprobable el que el Real Valladolid es el equipo que menos dispara a puerta de la Primera División. Acostumbra, empero, a tener un manejo correcto de la posesión, y no escaso. Aunque, allí donde debe cambiar el ritmo, resulta prácticamente inofensivo, por más que juegue con dos delanteros o dos hábiles extremos.
Su situación es semejante a la del perro que persigue coches. Es incapaz de alcanzarlos, y si lo hiciera, no sabría manejarlos. Esto es, anhela llevar el volante, la manija del encuentro, pero la falta de dos de sus jugadores capitales, los más importantes en la creación, hace que incluso cuando gana la batalla por la posesión se encuentre en realidad perdido.
Si uno atiende a los comentarios vertidos por la afición en las diferentes ediciones de Blanco y Violeta, magazine radiofónico de este portal, en lo que va de año, verá cómo en más de una ocasión los participantes han destacado esas ausencias como dolorosas, algo que han hecho también la prensa o los principales actores del club en repetidas ocasiones.
A su vez, en Twitter y Facebook se puede comprobar cómo las piezas publicadas en esta página web relativas a las palabras pronunciadas por los dos jugadores con respecto a su vuelta, en los dos últimos días, han sido compartidas y comentadas con la alegría de la madre que espera al hijo en las próximas fechas, para las comidas y cenas de Navidad.
Sin embargo, la cuenta atrás para poder verlos vestidos con la remera del Real Valladolid parece que podrá expirar antes. El partido contra el Real Club Celta del próximo lunes está marcado en rojo por los dos ausentes y por el entorno, aun cuando no es seguro que puedan participar, ya que, pese a ello, se sabe que las sensaciones son buenas, los plazos se acortan y trabajan ya con el grupo.
“Me encuentro bien, con pocos dolores y buenas sensaciones. Espero poder jugar ya ante el Celta. Si todo va bien, el lunes podré entrar en la convocatoria”, explicó Óscar González en sala de prensa. Víctor Pérez, por su parte, dijo estar “muy animado” y “contento con cómo van las cosas”, pues “entrenando no hay dolor”. Es cauto y se remite también a la evolución durante los próximos días, pero “entrenando no hay dolor”.
Con respecto a la situación del equipo, el mediapunta reconoció que le falta “moral y confianza”, creerse que son un buen conjunto, como ya han demostrado hace no tanto. El centrocampista, añadió, es sabedor de la necesidad de “enlazar más con los de arriba”, labor que recaerá en ellos en cuanto vuelvan. Sea o no en el próximo partido, parece claro que la cuenta regresiva para su retorno está cerca de expirar. Y que serán recibidos mejor que el turrón.
