El jugador blaugrana volverá este sábado a Zorrilla, donde marcó su primer gol en la élite hace quince años

Una estrella es un cuerpo celeste que brilla con luz propia. Al igual que un día se encienden y nacen, poco a poco se apagan hasta que su luz apenas puede verse desde la Tierra y, finalmente, acaban muriendo.
Pero, durante ese lapso temporal, la fuerza y la intensidad de su brillo resultan llamativas. Más que un significado denotativo, una estrella –como cuerpo celeste– tiene una significación connotativa. La primera vez que miras las estrellas con tu pareja tirados en el césped; cuando intentas alejarte de los agobios de la ciudad y ser feliz simplemente mirando al cielo desde el campo; o cuando alguien querido se ha marchado para siempre y te aferras a los recuerdos y a observar cada noche la estrella más bonita del firmamento, pensando que estará ahí, para guiñarte un ojo y desearte dulces sueños.
Algo así pasa con los futbolistas. Con algunos jugadores que han nacido con el único objetivo de hacer historia en este deporte del balompié, casi como sin querer. Como si su ADN estuviera programado para hacer disfrutar a quienes tienen la suerte de poder decir “yo lo vi jugar en directo”, o para crear escuela y legado para los que vienen detrás.
Y las verdaderas estrellas de fútbol son como los verdaderos amigos, que se cuentan con los dedos de una mano, aunque se intente creer que estamos rodeados de ellos y que todos son estrellas y amigos. Una de ellas, es sin duda, Xavi Hernández. Un jugador que se retirará sin ganar un Balón de Oro, pero que dejará en el Barcelona y en la selección algo que vale mucho más que un trofeo cada vez más desprestigiado.
Un jugador que vive por y para un club, su club, el Barça, donde desde la cuna se mama el fútbol de toque. Con esfuerzo, dedicación y sacrificio, después de pasar por el filial, Xavi logró hacerse un hueco en el primer equipo en el año 1998, con Van Gaal a la cabeza. Desde entonces, no ha parado de crecer, de ser el motor y el faro, con la azulgrana y la roja.
Su historia personal está unida a Valladolid, ya que fue en el Nuevo José Zorrilla, campo que pisará –previsiblemente– este fin de semana, donde marcó su primer gol en Primera División. Ese tanto permitió a los blaugranas llevarse la victoria y comenzar la resurrección en aquella Liga, que finalmente conseguirían ganar. Marcó un antes y un después, seguramente también en la historia. Quién sabe qué habría sido de aquel equipo y de él mismo sin ese gol…
Cuando un jugador desarrolla toda su carrera en un club de las dimensiones del FC Barcelona, solo puede significar una cosa y muy positiva: que es muy bueno y que ama los colores por encima del resto de las cosas. Y pocos pueden decir hoy en día que solo se han debido a un club. Después de 770 partidos vistiendo la blaugrana y 85 goles marcados, pocas cosas más se pueden argumentar, ya que los datos hablan por sí solos.
Xavi empezó a explotar en Primera en ese 1998. Quince años después, muchos dicen que su carrera está llegando a su fin. El propio jugador ha reconocido en diversas entrevistas que puede que Brasil 2014 sea su último Mundial y que la Eurocopa de 2012 podría ser su último título logrado con la selección. Y aquí se abren dos corrientes de opinión.

Foto: El Utillero
La primera, que Xavi Hernández ya no es lo que era, y desde hace dos temporadas, cuando empezó a sufrir diversos problemas físicos, su nivel de rendimiento ha bajado considerablemente, tanto que no resulta ya imprescindible como podía serlo hace unos años atrás. La otra, que pese a reconocer que ha dado un pequeño bajón, apuesta por tenerlo siempre en su equipo, porque la calidad de este ‘loco bajito’ sigue existiendo, y que eso no se olvida ni se apaga con los años.
Veinticinco títulos oficiales conseguidos con el Barcelona y con la selección, más diecisiete premios individuales y dos distinciones, la Medalla de Oro al Mérito Deportivo y el Premio Príncipe de Asturias de los Deportes. Más allá del palmarés, queda la hemeroteca. Los cientos de minutos de vídeos que quedarán en la historia para que algún día en algún lugar, algún entrenador se lo ponga a sus chavales y les diga: “Esto es el fútbol”.
Porque Xavi, como estrella que es, se apagará poco a poco y en silencio, como él sabe y a él le gusta. Y será entonces cuando cada noche de fútbol, miremos al cielo y no encontremos la estrella que brilló durante más de quince años en el firmamento de Primera. Pero, a pesar de eso, seguiremos sonriendo porque siempre podremos decir: “Nosotros vimos jugar a Xavi Hernández”.
