Se fueron a La B

Valladolid llora el descenso de su equipo, incapaz de despedirse de Primera División con un triunfo que, por otra parte, solo habría servido para cobrarse la cabeza del Granada

A principios del siglo XX, hubo en Pontevedra un loro, de nombre Ravachol, que se hizo famoso por pertenecer a un boticario cuyo negocio estaba en el que era –y es– el centro de la ciudad. Un buen día, como todos haremos –fea costumbre…–, al pájaro le dio por morirse, y la que se montó en la ciudad fue de dimensiones bíblicas. Por resumir: el fallecimiento suscitó toda serie de alhajas antes y después del sepelio, que aún hoy se conmemora en cada carnaval, cada viernes, con mujeres y hombres de cualquier raza y condición vestidos de riguroso luto, como si fueran viudas.

Tuvo el entierro, y los ritos posteriores, algo de macabro, de morboso. De mofa, incluso. Quizá faltó esto último, pero lo multitudinario del adiós a la Primera División en Zorrilla debería pasar también a los anales de la historia como episodio a caballo entre lo tétrico y lo irónico. No porque no tuviera derecho la afición –la de siempre y la de los cinco euros– de llenar el estadio, sino porque, bueno, a decir verdad, los grados de esperanza eran bastante menos que los que marcaba el mercurio.

Quizá por eso, porque –aunque doloroso– el descenso era esperado, el drama fue menos. Bueno, por eso y porque en Castilla los males se sufren y lloran de usted. No pega con el carácter recto del vallisoletano medio el profanar tumbas, nombras a madres de manera abrupta y reiterada o romper cosas. Lejos queda, en el espacio y el tiempo, aquel vídeo famoso de ‘El Tano’ Pasmán, un pobre diablo de River al que solo le faltó tirar el televisor por la ventana cuando los ‘millonarios’ se fueron a La B.

Así es comúnmente llamada la segunda categoría del fútbol argentino. Probablemente, aquellos que lean de manera asidua este portal o que presuman de ser parabólicos a los que poco les importa el madrugar o que les llamen frikis por seguir la Libertadores o los que antiguamente eran el Apertura y el Clausura estén ya familiarizados con el término. Los que no, vayan haciéndolo, pues la próxima temporada será ahí donde encuentren al Real Valladolid.

El fantasma –dicen que existe, y yo me lo creo– llevaba sobrevolando Zorrilla ya un tiempo, de un modo tan cargante que bien se le podría haber denunciado por acoso, como al payaso ese de ‘Los Sims’ que te hace llorar cuando está triste tu otro yo. Como Pontevedra con el Ravachol, Pucela decidió que acudir en masa, y le honra, aunque creyera solo para hacerse un selfie o porque el milagro se anunciaba como una revelación mariana o por medio de un espíritu celeste que luego no fue tal, como en ‘Los Simpsons’.

Decía quien escribe semanas atrás, meses incluso, que el Betis, en su afán por descender –que parece hecho aposta– se iba a llevar consigo algún cadáver. Y que tenía miedo de que fuera el del Real Valladolid. Sin ánimo de colgarse la medallita del ‘ya lo dije yo’, se podría decir que así fue, aunque no solo. Quiero decir, no solo en el Villamarín se tiró la permanencia por el sumidero. Han sido tantos los errores…

Contra el Granada hubo uno más. En el que la sensación que había en el ambiente es que antes bajarían los cuatro jinetes que celebraría ‘la doce’ un gol local. Por aquello de la mofa, por imitar el carnaval de Pontevedra, solo faltó jalear el que Mitrovic en propia puerta. Si no se hizo quizá fue porque, por entonces, aún se podía dar el milagro. Luego, cuando Fátima, Lourdes y las demás vírgenes ignoraron el teléfono se llegó a aplaudir en señal de burla algún que otro mal pase.

Con el deceso del partido se fraguó el descenso, y las lágrimas llegaron. Silenciosas, acompañadas de miradas perdidas. Sin bronca, que dirían también los argentinos. Aunque menudo quilombo… Otra vez a la nada en los medios. Otra vez a aprenderse el nombre de jugadores alejados del foco; de nuevos rivales como Jaén o Mirandés. Si El Tano fuera blanquivioleta…

Se fueron a La B; sin hacer ruido. La mayoría –allá ellos–, sin despedirse. Ojalá que de verdad, pues esto significaría una purga necesaria a todos los niveles. De producirse, desde aquí no queda más que desearles que tanta paz lleven como descanso dejarán, porque al Pucela se le quiere, no se le pisa, y este año, quien más, quien menos, ha pisoteado el escudo, de pensamiento, palabra, obra u omisión.

Aquí creímos, #creemos y creeremos. Primero, por convicción. Luego, por cerrazón. Hoy, por devoción. Pronto, por ilusión. ¿La B? Es suya; la afición es de Primera.