Sueños. Pesadillas. Ascenso. Descenso. Recuerdos y anhelos de aficionados blanquivioletas. Recuerdos y anhelos que brotan en la mente de cada pucelanista de bien desde el momento en que su club desciende.
Fue curioso vivir aquel final en el Camp Nou. Curioso ver como la desbordante alegría de decenas de miles de personas contrastaba con la tristeza de unos pocos cientos. Curioso ver tan de cerca el contraste en el cielo y el infierno.
Para más inri, recordarán los desplazados a Barcelona el hecho de no poder salir del feudo blaugrana hasta bien iniciada la celebración del título liguero. De allí no se pudo mover un alma hasta que habló Pep Guardiola.
Las lágrimas y resignación de quienes vieron como su equipo descendía desde el gallinero, casi a vista de pájaro, dista bien de las sensaciones con las que los desplazados a Elche esperan volver.
Algunos, inconformistas y amantes del blanco y del violeta hasta el último resuello, incluso repiten. Ciertamente, la ocasión no es para menos. En Barcelona quien más y quien menos sospechaba lo triste del final. En Alicante nadie que ame al Valladolid piensa en un fracaso.
Por aquel entonces, el pesimismo era latente y galopante incluso a pesar de Javier Clemente. En esta ocasión existe un mantra que impide cualquier tipo de pensamiento negativo, el ya manido #noaflojes.
No ha habido rincón de Valladolid a lo largo de la semana que no manejase un concepto que, a pesar de su simpleza, se ha unido al #aquesubimos como dogma de fe para los futboleros y convertido en casi una sustitución del ánimo o la suerte de los sufridores varios.
Por si el ánimo general no fuera suficiente, el club y diversos vallisoletanos de referencia han iniciado o se han sumado a las insignes consignas que invitan al apoyo y el optimismo, erigiéndose, sin saberlo, supervisores del movimiento pro-primera cuan lamas pollivetanos.
No acaba en los mantras la relación de amor desconocido profesada por el pucelanismo hacia el budismo en las últimas fechas. Ésta es también constatable en la creencia en el kharma de aquellos aficionados que creen que por el sufrimiento pasado llegará la gloria.
Es creencia extendida, incluso en otras confesiones, que no existe gloria sin sufrimiento. De ser así, es lógico pensar que el destino tiene reservadas alegrías a un equipo que después de sufrir un profundo bache ha sabido levantarse y colmar el primero de los objetivos de la temporada.
Para el segundo, el ascenso, quedan tres finales, la primera de las cuales se disputará en el Martínez Valero con una renta de un gol a cero que no por parecer insuficiente deja de ser favorable a los intereses albivioletas.
Es el Elche el mejor equipo de la segunda vuelta de la competición regular, por encima precisamente del Real Valladolid, y un conjunto que en su estadio únicamente ha caído ante Rayo y Betis, conjuntos de primera.
Al equipo de Abel Resino le bastará con un empate para lograr el pase, una igualada que se proyecta en la mente de cualquiera del entorno vallisoletano con por lo menos un tanto de los pucelanos.
Será vital anotar un gol, pues obligaría a los ilicitanos a hacer tres, y lo que es más importante, a realizar un juego más abierto del que aparentemente deben exponer los de Bordalás de inicio, algo que favorece a los puñales de Resino en ataque.
Apenas se esperan permutas en uno y otro equipo. Con todos concentrados hasta la hora del encuentro, en los franjiverdes es baja segura Héctor Verdés, cuyo puesto será ocupado por Samuel.
Además, se espera la entrada de Xumetra en la derecha, lo que desplazaría a Cristóbal al habitual extremo izquierdo y relegaría al banquillo al lateral Ripa, titular en Zorrilla y náufrago en el intento de cerrar a los hombres de la banda derecha pucelana.
En las filas visitantes, la única duda se cierne sobre la posible vuelta de Juanito al equipo titular, una vez cumplida su sanción, ya que a pesar del buen rendimiento de Marc Valiente no es descartable que Abel se decante por los galones por delante de una salida más depurada de balón.
Como el mantra 2.0 pucelano reza, no se puede aflojar un ápice hasta el final. Otrora no sería descartable un bajón de juego o de concentración en los blanquivioletas. Ahora, sin embargo, ni se espera ni debe darse, puesto que un error elimina al Pucela de la pugna.
Seguir peleando por convertir un añito en el infierno en una mera pesadilla es el objetivo de un conjunto que estará acompañado por aproximadamente quinientos aficionados, y que verá como imparte justicia el colegiado gallego Amoedo Chas.