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Suplentísimos

por Jesús Domínguez
12 de octubre de 2011
en Noticias

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El Real Valladolid termina su periplo copero cayendo estrepitosamente en Vigo, en un encuentro en que los menos habituales demostraron -una vez más- el porqué de su falta de minutos.

 

Celta 12.10
Foto: Marca

Decía Miroslav Djukic en la rueda de prensa previa al viaje a Vigo que se desplazaba a la ciudad olívica acompañado de un equipo de garantías. A toro pasado, a tenor de lo visto sobre el terreno de juego pontevedrés, sus palabras pueden leerse como una invitación a todo abonado que pagase una consumición en el bar de la esquina para ver al Real Valladolid a reclamar al club su importe.

Probablemente no fuesen por ahí los tiros, pero pareció recordar a uno de esos anuncios en los que una voz en off dice que “si no está satisfecho, le devolvemos su dinero”. Ganas de hacer tal reclamación no quedarán a más de uno y de dos. Qué menos, viendo cómo jugaron unos suplentes que desde hoy seguramente sean, más bien, suplentísimos.

Tampoco consigo mismo debe estar satisfecho el técnico serbio. O no puede, al menos. Porque, por más que los hombres puestos en liza fuesen los menos habituales, es su deber impregnarles de competitividad. Jueguen más o menos, inculcarles los tan manidos conceptos de circulación e intensidad es parte vital del posible éxito futuro.

Del encuentro, dominado de principio a fin por el Real Club Celta, no deben sacarse más que las conclusiones justas. La primera y más clara, visto el estado de forma de Fernando Varela, es que su tránsfer bien habría podido retrasarse como mínimo un par de semanas más. Lo justo para que Felipe continúe madurando con minutos y él siga con su puesta a punto.

Otra es que la indolencia de Jorge Alonso sobre el campo no cambia por más entrenadores que empiecen apostando por él para luego enviarlo a la grada. Una más, que Jofre Mateu no tenía argumentos de suficiente peso como para hablar como lo hizo esta semana… o sí. Porque en una cosa tenía razón: los hechos contradicen las palabras del Almirante en forma de pelotazo.

Llegados a este punto, quizá no estaría de más que el míster tuviese en cuenta la recomendación de otro televisivo anuncio. “En caso de duda, consulte a su farmacéutico”. O, dicho de otro modo, “en caso de duda, apela a la lógica futbolística”. Ésa que jamás colocaría de inicio a tres extremos zurdos juntos. Ésa que no pondría de nueve a un atacante con menos gol que muchos defensas. O aquella que dice que un infante verde madura con minutos.

Por más que los excesivamente prudentes quieran hacer creer que así sería, el infante verde en cuestión, Felipe, difícilmente habría dado tantas facilidades como el debutante Varela en el lateral derecho. Por su lado se hilvanaron las jugadas de los tres primeros goles celestes, obra de Catalá, Toni y Mario Bermejo.

El único llegado antes del descanso fue el primero, si bien el Celta dio un señor baño en los primeros cuarenta y cinco minutos al Real Valladolid. Un Real Valladolid que no supo suplir la falta de fútbol con decoro, y en el que apenas Víctor Mongil salvaba mínimamente los muebles.

Dos permutas pudieron cambiar el signo del partido en la reanudación. La del voluntarioso Manucho fue un amago. La de Roberto Lago, un acierto. Paco Herrera dio entrada al canterano en el lateral zurdo para seguir haciendo sangre de un Varela desbordado. Y, dada la nula aportación defensiva de Marquitos y de los mediocentros, acertó.

Sobre él y Iago Aspas -el mejor jugador del encuentro- se volcó el juego en el segundo periodo. Fruto de su conexión fueron los goles de Toni y Mario Bermejo. El último, del propio Aspas, llegó tras una buena jugada personal del moañés, en la que dejó sentado a Carlos Peña en un quiebro de bella factura.

Ya con el cuatro a cero en el marcador, Marquitos maquilló el resultado después de un pase de tacón del angoleño Manucho, apenas un minuto antes de que se produjese el debut como celeste del ex blanquivioleta Raúl Navas. El suyo y el de Varela no fueron los únicos debuts del encuentro, ya que el canterano vallisoletano Ochoa hizo lo propio al entrar en la zona ancha por Baraja.

Javi Navas, como Manucho, lo hizo a las órdenes de Miroslav Djukic después de haberlo hecho ya en el pasado. Un pasado esperpéntico al que los del serbio han recordado marcándose un “Sergio Ramos” de grandes dimensiones.

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