Rubén de la Barrera llega a Valladolid con el objetivo de guiar al Promesas en su nueva andadura en Segunda B. Varios de los jugadores que estuvieron bajo sus órdenes coinciden en que es un entrenador cercano y con carácter

Foto: El Norte de Castilla
Los resultados pueden ser, a priori, una buena carta de presentación de un técnico. Pero no siempre acompañan. Tras esos resultados se encuentra el trabajo de un hombre que trata de imponer a sus jugadores un estilo de juego y unos valores. Ahí empieza la variedad. Y la diversidad de opiniones. Al ‘mago de los banquillos’, como le han apodado en Salamanca, le han acompañado los resultados. Unos resultados que siempre han precedido por un juego valiente. Su debut con una plantilla absoluta fue con el Villaralbo, en el Grupo VIII de Tercera División.
Luis Obispo es uno de los futbolistas que le conoció en ese trayecto, al que define como un chico joven que conecta muy bien, y desde el primer momento, con el grupo. “Pese a su juventud, sabe llevar el vestuario”, afirma el jugador del Villaralbo, una cercanía que plasma tanto dentro como fuera de los terrenos de juego. “Tiene un carácter fuerte, que demuestra en los entrenamientos y partidos al estar muy encima del jugador”, explica.
Este carácter, sin embargo, le ha traído consigo un sinfín de problemas, especialmente, con los árbitros. Miguel Cámara, colaborador de Burgos Deporte, conoce la figura de Rubén de la Barrera como técnico del Villaralbo. “Su carácter provocaba que recibiera muchas tarjetas y sanciones, algo que, supongo, ha cambiado con la experiencia que está adquiriendo”, argumenta.
Durante las dos temporadas que Obispo estuvo bajo las órdenes del míster, ya se notó ese cambio. El de Villaralbo reconoce que en su primer año era un técnico ‘caliente’, y a veces podía perder un poco los papeles. En el segundo estuvo más calmado y no tuvo ninguna expulsión. “Hacía lo normal en un entrenador, meter caña a los árbitros”, bromea.
El buen trato que da a los jugadores –como ha reconocido Luis Obispo- lo tiene con la pelota. “Le encantaba tener el balón y dar velocidad al ataque, haciendo un buen fútbol”, expone Miguel Cámara. La comparación con el juego que imprimía Guardiola la daba el jugador, al afirmar que al gallego le gusta intentar jugar desde atrás y tener la posesión del balón.
Los jugadores hablan bien de él, porque, detrás, se encuentra un técnico que trabaja muchísimo y que, a pesar de su edad, era respetado por los veteranos. Un trabajo que se plasmaba, por ejemplo, en los entrenamientos. “Los hacía siempre muy dinámicos y se notaba ese esfuerzo por su parte”, recuerda Luis Obispo. Otro compañero de vestuario, Juan Carlos Trujillo, añade que las sesiones son buenas y divertidas, “aunque luego, la forma de leer los partidos no siempre era buena o lo hacía tarde”, apunta Trujillo.
Con el Villaralbo le acompañaron los resultados. Rozó el ascenso y tras su marcha, los resultados dejaron de llegar y el equipo descendió. Todos los que le conocen creen que es un acierto para el banquillo del Promesas, pues ambos estilos son parejos. Aunque, con la cautela de Miguel Cámara, en el fútbol nunca se sabe. “La Segunda División B es muy dura para un recién ascendido”, concluye.

Foto: La Gaceta de Salamanca
Sorpresa de la temporada
El Guijuelo de Rubén de la Barrera ha sido uno de los conjuntos revelación del fútbol español. Nadie podía pensar, al inicio de la temporada, que el objetivo de la permanencia en el Grupo I de Segunda B finalizaría aspirando al ascenso a la Segunda División. Con todo el derecho, el equipo se coló en el play-off que abría las puertas a la categoría de plata. Pero finalmente, se quedaron a un suspiro. Y las puertas, de un soplo, se cerraron.
Uno de los héroes de aquella familia que ha conseguido un hecho histórico es Razvan. El jugador que ha compartido vestuario con el técnico durante esta temporada no tendría tiempo para hablar de él. “Es un pedazo de entrenador, que trabaja mucho, sabe acercarse los jugadores, siempre con cosas nuevas”, resume.
Durante ese año que tantos recuerdos deja en la afición y en los jugadores, impuso un estilo basado en jugar con la pelota, algo que, para Razvan, pocos equipos en Segunda B hacen. El mérito conseguido se puede considerar mayor si se tiene en cuenta que el Guijuelo ha disputado sus partidos en el césped artificial que tiene su estadio. “A veces puedes pensar que sí que ha condicionado, pero no creo que al final haya sido un factor tan importante”, interpreta.
Ganada la experiencia, mejorado el carácter que le definía. Con los jugadores no ha tenido problemas, aunque reconoce que como todo el mundo, tiene sus momentos. “Creo que ha madurado esta temporada muchísimo y sabe lo que hace”, ratifica. Por la misma línea que presumiblemente continuará con el filial pucelano, nunca repite un entrenamiento, y suelen ser muy divertidos. “Es fundamental saber defender y atacar. Y eso, él, lo sabe”, apunta. Es por ese motivo que trabaja bien la estrategia, porque considera que puede ganarte partidos.
Lo logrado con el Guijuelo ha sido histórico. “Mi opinión es que nosotros hemos tenido un pedazo de equipo, una familia que es muy importante”, señala Razvan. Toca centrarse en el Real Valladolid Promesas, donde cree que puede hacer un buen trabajo. Dependerá de muchos factores. De cómo respondan los jugadores del Promesas a todo lo que él quiere poner en práctica. Y del equipo. No le temblará el pulso a la hora de apostar por los jóvenes. Que en definitiva, ellos, son las promesas.
