Análisis del próximo rival del Real Valladolid

El siglo XXI, con preferencia y preponderancia por su preferente, ha traído innovación y globalización. Tanto es así que, en España, como en el resto de Europa, se ha celebrado estos días una fiesta a la americana –Halloween– cuyos orígenes son nuestros –celtas–, o por lo menos más cercanos.
El significado término Halloween está relacionado con la víspera del día de todos los santos, que es cuando se celebra. ¿Y qué día es ese? El día de los muertos. En el mundo celta, el de año nuevo; aquel en el que las líneas entre el más allá y nuestro mundo, el de los vivos, era más estrecha, lo que permitía un fácil flujo de almas de aquí para allá y da sentido a los disfraces cadavéricos contemporáneos.
Los gallegos odiamos especialmente Halloween porque la muerte ya forma parte de nuestra cultura sin que lo ordene el Nuevo Imperio. Prueba de ello es la Santa Compaña, una procesión fantasmagórica que vaga por las calles en plena noche formando dos hileras y que está encabezada por un vivo que pronto dejará de estarlo.
Queriendo ser el primero en la procesión
Lo normal, si uno le quiere a la vida, es no querer tener semejante séquito a sus espaldas. Y maneras de huir tiene. Dibujando un círculo en el suelo y entrando en él o, simplemente, corriendo para que no le pille (no son muy rápidos). Es distinto en el fútbol. Ahí sí, ahí da igual cuántas almas en pena vaguen detrás de uno siempre que lo hagan. Nadie quiere la muerte, sí los títulos y mieles. Por eso todos quieren ser líderes. En Segunda, todos ansían la plaza del Girona.

Una cosa tienen en común la Santa Compaña y la Segunda División: el que encabeza la procesión de almas en pena acaba pasando a mejor vida. En un caso, la otra, en el otro, la Primera. Normal, y he aquí otra diferencia, que el próximo rival del Real Valladolid sea la envidia de toda la categoría: nadie sabe qué nos espera en la muerte; en Primera lo hacen, como poco, los millones.
Sobra decir que para que esto termine aún queda. A lo mejor es envidiar para nada. A lo mejor, en un momento dado, los catalanes decaen y esa mejor vida no llega. Aunque, la verdad sea dicha, más vale recelar a tiempo que menospreciar y lamentar. Y más cuando el objeto de esos celos luce como lo hacen los de Pablo Machín.
Y es que el Girona no solo llega en primera posición a Zorrilla, sino que lo hace tras ganar cuatro partidos de manera consecutiva, en los que, además, no ha encajado un solo gol. Solo su anterior visita a Valladolid se escapa a este buen hacer, con la eliminación copera tras caer por dos goles a cero ante los de Rubi. Este encuentro, empero, será otra movida. Parecida, pero a la vez distinta. Como Halloween y el Samaín.
La solidez de un bloque
A estos cuatro enfrentamientos vencidos le precedieron una derrota, ante el Betis, y dos empates contra el Sporting y la Ponferradina. Dicho de otra manera: han pinchado tres veces, dos contra equipos de play-off y la tercera contra el gran favorito para ascender, junto con el Pucela. Vamos, que si alguien había dicho “ya caerá” y sacó pecho, lo mismo debería guardárselo, no vaya a ser.
Los albirrojos sacan tres puntos de diferencia al Sporting, tercero, y seis al Betis, séptimo. Aunque, decíamos, queda un mundo; no se ha cumplido más que un cuarto de competición. Tiempo suficiente, empero, para empezar a tenerlos en cuenta como serio rival por el ascenso. Además de los números antes dados, cabe destacar que son el conjunto que más marca –junto a Las Palmas; dieciocho goles– y el que menos recibe –siete tantos–.

En el plano individual, por esta última cuestión, debe ser resaltado el nombre de Isaac Becerra, pero también los de Jonás Ramalho, Cifuentes y Florian Lejeune, tres de sus zagueros que, como el guardameta, lo han jugado todo –recordemos que, en el Valladolid, solo Rueda suma 900 minutos–. Por su parte, David Juncá ha disputado todos los minutos salvo ocho y Ricky, último zaguero en discordia, suma 758 minutos.
Es posible que a alguno no le salgan las cuentas. Sí, el Girona obra con una 5-3-2, tal y como ya se pudo ver en su anterior visita a Valladolid, con Granell, el canterano Pere Pons y Felipe Sanchón como piezas inamovibles por detrás de Mata y Fran Sandaza. Baste decir para hablar del bloque que todos los citados han jugado al menos nueve de los diez partidos y solo el último ha disputado menos del 80% de los minutos. Con todo, suma cuatro goles y es el segundo máximo goleador del equipo, por detrás de Sanchón, que lleva siete.
Vaya, que el Real Valladolid, dos remedios tiene, amedrentarse y salir corriendo, como si fuera el Girona la Santa Compaña, o hacer gala de su valentía y luchar en el anhelo de, al final del encuentro, previo triunfo, liderar él la Santa Segunda.
Curiosidad de la jornada: No es extraño eso de enfrentarse a un líder, ni siquiera en Segunda, donde se presupone que el Pucela es cabeza de ratón. Más raro es enfrentarse dos veces en una temporada al mismo equipo y que en las dos ocasiones este encabeza la tabla. Menos habitual aún es verse las caras dos veces en el mismo estadio con el mismo rival y que las dos sea el primero. Y sin embargo, no es imposible, como demuestra la excepción del Girona.
