El entrenador del Real Valladolid Promesas dio por bueno el empate ante el Coruxo, “entendiendo cómo fue el partido”, aunque reconoció que cree que su equipo hizo méritos suficientes como para llevarse el triunfo

Franco, como siempre, Rubén de la Barrera compareció ante los medios de comunicación después del empate del Real Valladolid Promesas ante el Coruxo, en un partido en el que se puso por delante y, sin embargo, sufrió para empatar después de ver cómo el rival daba la vuelta al marcador.
El técnico del filial blanquivioleta dio por bueno el punto obtenido, “desde el punto de vista del uno a dos”, si bien, “entendiendo cómo fue el partido” y cuántos minutos buenos acumuló cada conjunto considera que a sus pupilos se les escaparon dos puntos.
“Podíamos haber sentenciado el partido en la primera parte. Luego, dos errores nuestros nos penalizan y se transforman en ventaja para ellos, y pasamos de hablar de una renta de dos goles a favor a un gol en contra. Afortunadamente, gracias a la acción de Ayub, hemos podido empatar”, analizó.
Explicó que les había costado “dominar en momentos en los que parece que no ocurre nada, y lo que sucede son pequeños detalles que se transforman en pérdidas y errores no forzados y en ventajas que va acumulando el rival”, fruto de las cuales se dio la remontada. “En esta categoría cada error se paga, aunque el tiempo y la experiencia me dicen que un punto es importante y que es mejor sumar uno que ninguno. Lógicamente, es una lástima no haber ganado, pero no es lo mismo construir con puntos que sin ellos”, ponderó.
Cuando se vio superado en el marcador, al Promesas le costó hilvanar, arreón final al margen. “La necesidad de empatar y pretender hacer gol obviando todo lo que tiene que precederle genera ansiedad y estrés en el jugador y en el equipo. Cuando ves que vas y te chocas, no es sencillo asimilarlo. Afortunadamente, los espacios aparecían y Ayub, Toni y Jorge creaban ventajas y hemos podido empatar, pero, repito, bajo mi punto de vista, hemos contraído méritos suficientes para haber ganado”, reiteró De la Barrera.
De nuevo, no estuvieron en el once jugadores como Carmona o Anuar, debido a que su entrenador buscó ‘premiar’ el buen hacer de los once titulares en Guijuelo. Trató de quitar hierro a esas suplencias sonadas alegando que tiene “muchísimas esperanzas en todos estos chicos” y que estos momentos son etapas por las que tienen que pasar”, tanto los citados como quienes ha jugado por ellos. “Tienen que madurar jugando más o menos. Todos son patrimonio y activos del club y nuestro trabajo es mejorarlos y optimizarlos para que lleguen y se asienten al primer equipo”, alegó.
En último término, se refirió a la participación de Guille Andrés a las órdenes de Rubi en Anduva. “Intervino bastantes veces y entiendo que, salvo un control, todo lo demás le permitió tener ventajas en campo contrario contra un rival incómodo e intenso en su campo. Entiendo que no es que no desentonara, sino que aportó mucho”, concluyó.
Para Rafa Sáez el empate fue justo

El técnico del Coruxo, el gallego Rafa Sáez, dio por válido y justo el empate, debido a que, a su modo de ver, “premia los méritos de ambos equipos y define de alguna manera lo que fue el encuentro en sí”. Ello, ante “un rival complicado, dinámico”, y a quien los condicionantes del césped, de hierba sintética, le convertía en un equipo más difícil si cabe.
En el descanso realizó dos permutas que fueron importantes de cara a la resolución final del envite, debido a que Pardavila, uno de los que entraron de nuevas, marcó dos goles. “Consideré que estábamos llegando bastante bien a la parte final, pero que nos faltaba un puntito de determinación y de velocidad para ser capaces de anticiparnos al defensa e imponernos al portero”, explicó. Y le funcionó, pues provocaron dos errores que voltearon el resultado.
Más tarde, dio un ligero paso atrás al introducir un último cambio de carácter defensivo, a fin de cerrar espacios en la zona de tres cuartos del Promesas, donde Jorge campaba a sus anchas.
“Jorge Hernández nos estaba creando muchos problemas en la posición de mediapunta; estaba jugando muy suelto. Lo que hicimos fue quitarnos un poco de la presión adelantada y retrasarla un poco más a mediocampo, jugando con dos mediocentros. Nos habíamos quedado con uno solo, Moscardó, y dos mediapuntas, Pedro Vázquez y Antúnez; esa era un poco la idea, reforzar el centro del campo”, relataba.
Con todo, el entrenador pontevedrés abandonó feliz las instalaciones de Zorrilla, debido a que el punto sumado, a domicilio, contra un buen equipo como es el Promesas, de la parte alta de la tabla, es bueno, máxime cuando el objetivo principal de los vigueses es la salvación, por más que en la actualidad se encuentre –de manera merecida– más arriba de lo pensado.
