El delantero angoleño culmina una nueva remontada blanquivioleta, deja en anécdota el gol en propia meta del debutante Felipe y ajusticia a un Numancia sin fútbol, pero batallador.
Mateus Alberto Contreiras Gonçalves se anticipó este sábado a la gala de inauguración de la 56ª Semana de Cine Internacional de Valladolid haciendo suya una remontada, la del Real Valladolid ante el Club Deportivo Numancia, que bien podría formar parte de la sección ‘Punto de encuentro’ del festival de cine vallisoletano.
Es, la victoria por dos goles a uno ante el conjunto numantino, un punto de encuentro -o, más bien, reencuentro- entre Manucho y una afición, la blanquivioleta, que aún asocia al angoleño con aquella funesta temporada en la que su esfuerzo distó mucho del realizado por el Real Valladolid para hacerse con sus servicios.
Entonces debió ser importante. No supo, no pudo o no quiso. Todo lo contrario a la media hora final del envite entre vallisoletanos y sorianos, en la que se erigió alma de un equipo que había dominado y dispuesto de ocasiones en los primeros cuarenta y cinco minutos y se había disuelto en los quince posteriores.
Los hombres de Djukic comenzaron el encuentro manejando el cuero, buscando aprovecharse del buen estado de forma de Sisi y Balenziaga y de la alineación de Alberto Bueno y Javi Guerra para doblegar a un rival duro, rocoso y que se mostraba cómodo buscando hacer daño por las alas, a la contra.
Habían transcurrido apenas tres minutos cuando Guerra advirtió a Eduardo con un disparo al larguero de lo que se le podía venir encima si él se emplease a fondo, cosa que no hizo, pero que, a tenor de lo visto, tampoco precisó.
Pudo hacer gol a pase de Alberto Bueno -que también marró varias ocasiones- a la media hora de juego, pero se trastabilló delante de la jaula cuando parecía que perforaría la meta numantina. Su tanto habría materializado un mejor juego blanquivioleta. Insulso, pero dominador.
El cansancio pasó factura a Mehdi Nafti tras el descanso, toda vez que tenía que ser él el único sustento de la zona ancha blanquivioleta ante la atenta mirada de Víctor ‘Azucarillo’ Pérez y la presión de Nagore y Sunny, que comenzaron a tener un mayor trato con el balón, y con ellos Del Pino y Cedric.
El pequeño y habilidoso extremo izquierdo creció e hizo crecer a los suyos, pero desapareció antes de terminar de volver loco a Felipe, lateral derecho debutante en competición liguera en el día de hoy con el Real Valladolid.
Dos minutos después de la salida del terreno de juego del congoleño llegó la desafortunada jugada que ensombrecería el más que correcto encuentro del juvenil blanquivioleta, que falló en el despeje e introdujo en la propia meta un balón procedente del costado opuesto al suyo.
Hizo mella en él el cansancio, como en Víctor Mongil y Jesús Rueda, impecables en el primer periodo. Tanto fue así que el chico tuvo que ser sustituido con unas molestias físicas -Mongil terminó también el encuentro con calambres- que eran visibles minutos antes de que pusiese, sin quererlo, por delante al Numancia.
El gol dejó tocado al Valladolid, a quien pudo matar definitivamente el joven marfileño Lago Junior en un mano a mano y a quien sostuvo debajo de los palos Jaime Jiménez por partida doble, una vez más salvador.
Para entonces Manucho llevaba ya en torno a un cuarto de hora sobre el césped. Moviéndose, ofreciéndose, presionando la salida de balón rival y bajando todo aquello que amagase con convertirse en riesgo lunar.
Sus movimientos, peculiares pero efectivos, amagaban con ser importantes. La amenaza no terminaba de tornarse en justicia, pero su fe al menos sí fue contagiosa. Varias de sus presiones culminaron en pérdidas numantinas en posiciones defensivas, espolearon a sus compañeros y despertaron los ánimos de una afición que entendió que debía remar en la misma dirección que el angoleño.
A falta de diez minutos para el final, Manucho servía un pase profundo hacia Javi Guerra, que dejaba a Jofre (que había entrado con Manucho en el 62′) saborear la miel del gol en el costado opuesto al derecho por el que él había hecho su incursión.
Cinco después, los mismos tres protagonistas terminarían de dar la vuelta al marcador gracias a una recuperación de Manucho, que tras caer en los pies de Jofre iría a parar a Guerra. Éste dio una puñalada a la zaga numantina que sabía a los blanquivioletas a dulce genialidad y Manucho el tiro de gracia empujando el cuero a la red en la misma línea de gol.
El delirio, habitual en los últimos envites entre Numancia y Valladolid, lo personificó Jaime, psicólogo particular de un punta que ha pasado en escasas semanas de descartado a destacado, al cruzar todo el campo para felicitar a su amigo tiernamente.
Culminaba así Manucho una nueva remontada del Real Valladolid. Una remontada muy de autor, muy propia de la semana de cine que se inicia en la ciudad y que bien podría llevar por rúbrica ‘Manucho Resurrection’s’. Porque sin la resurrección del punta no habría hecho lo propio el equipo. Porque, sin ella, los tres puntos de encuentro se habrían quedado en uno (o quizá, de no ser por Jaime, ninguno).
Tres puntos que dejan en mera anécdota el gol en propia meta de Felipe y que saben a gloria a orillas del Pisuerga. Porque, pese a parecer una victoria surgida de la bizarra mente de los hermanos Cohen, ésta no deja de saber a la misma gloria que Bardem alcanzó haciendo de malo, bombona de gas en mano.