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Ni demasiados pitos, ni demasiadas flautas

por Jesús Domínguez
7 de diciembre de 2014
en Noticias
Mojica

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El Real Valladolid doblega al Recreativo de Huelva gracias a un solitario gol de Mojica al borde del descanso, que evitó, probablemente, que los de Rubi fueran silbados antes de la relativa mejoría que vino tras el paso por vestuarios

 

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El deporte es, por definición, resultadista. Por más que haya diferentes corrientes de opinión que hablen de escuelas y entretenimiento, lo importante es que en el duelo alguien gane. Pasa en el rugby, pasa en el ajedrez y en el boxeo, y pasa en el fútbol. Sucede que, de todos ellos, el balompié quizá sea el que más tiende al caos; a resolverse por el más nimio detalle en un mayor número de ocasiones.

Ciertamente, es difícil contabilizar que así sea. Para ser francos, quizá no sea aquel que en más casos se resuelve por bagatelas. Aunque, a ojos del aficionado, sí parece ser, por encima de cualquier otro, el juego de las pequeñas cosas. En los demás, por regla general, la superioridad, el ‘ser mejor’, se mide a través del resultado. En el fútbol, no siempre. Por eso nos gusta. Porque seguramente sea el más difícil de predecir.

Pero volvamos al resultadismo.

La afición, en el fútbol, entiende de superioridades, de jugar bien o mal, pero, mal que les pese a muchos, de lo que más entiende es del resultado. Y, como prueba, cojan la grada de Zorrilla.

En la primera mitad del partido contra el Recreativo de Huelva, hubo entre la afición un murmullo ensordecedor, que ponía en duda cada acción del Real Valladolid. O, si lo prefieren, a prueba. Cada jugada era mirada con la meticulosidad del antiguo maestro de escuela, y, casi todas, acababan con una mirada recelosa por encima de las gafas y un gesto a medio camino entre la disconformidad y la resignación.

No se puede negar a los de Rubi que fueron alumnos esforzados. Intentaron ganarse la aprobación de quien le examinaba a través del manejo del balón y buscar hacer daño al rival por medio de la velocidad de sus hombres de ataque. El Recre, bien plantado, salió de su zona de confort –si es que se le puede llamar así– en solo un par de ocasiones y apenas tuvo una frente a Varas, de Montoro, tras centro de Álvaro Antón.

Entonces, cuando el dominio inicial parecía disipado y se escuchó a muchos coger aire para pitar cuando el colegiado decretara el descanso, llegó el tanto de Mojica. Ese aire salió de los pulmones al grito de un gol que no parecía merecido, dada la poca mordiente que los blanquivioletas volvían a mostrar en ataque, y justo después de dos lesiones recreativistas, que dejaron a Oltra con la sensación de que nada peor podía pasar.

Si antes había habido algún tímido pito, provocado por imprecisiones varias, el preceptivo parón hizo que sonara alguna flauta, que son más dulces y agradables. Dicho de otra manera: gracias al gol, se pasó de la tensión a la liberación; de un suspenso cantado a un aprobado raspado que la afición celebró tímidamente, con una palmadita en la espalda que quería decir “bueno, menos es nada”.

Como el Pucela es un pobretón sin maldad y necesitaba que le regalasen los oídos, los aplausos se convirtieron en fuerzas tras la reanudación, en algo así como en ese empujón que precisa el esforzado para ver que el sacrificio sirve de algo. Y por eso se fueron a por el segundo, para no llegar apurados a los últimos minutos como el mal estudiante al examen.

No lo hicieron, en parte, porque el Recreativo no quiso. La oportunidad de Montoro antes citada fue la única generada en todo el encuentro por un rival timorato, atenazado por vaya usté a saber el qué. Bien es cierto que la defensa blanquivioleta estuvo a un altísimo nivel, como la media en labores de destrucción, pero… Por contra, en el área rival, los de Rubi siguen sin chispa.

Esta vez la voluntad sí tuvo recompensa, no obstante. Sin grandes alardes, se ganó y se pudo ganar con comodidad, y a eso se debe agarrar el Real Valladolid, a que vuelve a saborear la miel cinco partidos después. No hubo demasiados pitos, pese a las dudas, ni demasiadas flautas, pese a las ganas, pero los tres puntos se quedaron en casa. Sirven, estos, para revertir la dinámica y cerrar, a día de hoy, la lucha por el ascenso directo a cuatro equipos.

Sigue líder Las Palmas, y sigue secundado por el Sporting. Es tercero el Girona y cuarto el Pucela, que el próximo domingo, a partir de las doce del mediodía, visita en El Sadar a un Osasuna que ha entrado en barrena y está, ya, en puestos de descenso a la Segunda División B.

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