El Real Valladolid vence al Alcoyano por dos goles a cero en un encuentro plácido para los de Miroslav Djukic, que se fueron ya al descanso con los tantos de Óscar y Sisi como renta.

El Real Valladolid logró imponerse por dos tantos a cero al Alcoyano en el “partido de la vergüenza”, ése que un día se suspendió por culpa de una huelga que no fue tal y que la Liga de Fútbol Profesional decidió menospreciar colocándolo a las seis de la tarde en un día laboral.
Los nuevos tres puntos sumados por los soldados de Djukic sirven para que el conjunto blanquivioleta duerma en plazas de ascenso directo, a la espera de que se complete la primera jornada de la competición liguera, que en realidad está siendo la décima.
El resultado, no demasiado abultado, puede dar una sensación equivocada de entrañar una cierta dificultad, inexistente a todas luces. La victoria, placentera por el juego desplegado por unos y otros, bien pudo ser mucho más amplia de no ser por la buena actuación del guardameta visitante, Fernando Maestro.
Tal y como había prometido en la rueda de prensa posterior a la remontada frente al Numancia, Miroslav Djukic realizó varias permutas con respecto al último once. Felipe, Mongil, Nafti y Nauzet Alemán, fuera de la convocatoria, dejaron su puesto en el equipo titular a Tekio, Marc Valiente, Álvaro Rubio y Marquitos; mientras Alberto Bueno pasaba a ocupar un puesto en el banquillo y a dejar el suyo en el verde a Óscar González.
Pese a las enésimas rotaciones, el equipo no varió un ápice de sus intenciones con respecto al partido del pasado sábado. De inicio, tampoco su suerte, pues el dominio incontestable de los blanquivioletas no pudo ser plasmado en sendas ocasiones marradas por Marquitos y por Javi Guerra.
El malacitano volvió a mostrarse un tanto gris, y sin embargo, volvió a disfrutar de varias francas oportunidades para perforar la meta de Maestro. El ibicenco, mientras tanto, demostró nuevamente entender mejor la hiperactividad de Sisi, el manchego que se vistió de justiciero para acabar con la inestable pero siempre visible defensa alicantina.
Obró de extremo doble, más que como hombre escorado, arrancando su motocicleta por el costado diestro o el siniestro según fuese conveniente, con mayor querencia a irse al centro partiendo de una banda izquierda en la que Mikel Balenziaga, otro corcel de buenos zancos galopó sin cesar, una vez más, de arriba abajo.
En cada acción en la que Sisi mostraba dicho vicio, en ocasiones virtud, se topaba con la elegancia hecha ‘diez’, con un futbolista, Óscar González, que cuando se muestra inspirado es capaz de convertir en arte cualquier melón de los muchos que campan -o incluso sobrevuelan- por los campos de segunda división.
Con la sencilla exquisitez del ilusionista que brilló la pasada temporada, fue visagra entre los de izquierda y derecha y entre el de arriba y los de abajo, algo que aún no había logrado en titularidades precedentes. No conforme con ello, dado que su licencia para anotar es un producto no perecedero, hizo el primer tanto en el 38′, gracias a un servicio de Sisi y la complacencia de la zaga alicantina.
Tres minutos después, sería el propio Sisi quien convertiría a Fernando Maestro en recogepelotas, al enviar a la red el desafortunado rebote que produjo un mal despeje del propio meta. Antes del descanso, al que se llegaría con el dos a cero que a la postre sería definitivo, Javi Guerra no acertó a hacer el tercero para los albivioletas.
Para entonces Marc Valiente había desaparecido ya del césped. No por gusto, sino por otro golpe, que obligó a Miroslav Djukic a repetir el experimento de colocar a Carlos Peña como central zurdo. El ex de Recreativo y Albacete cumplió los sesenta minutos que debió participar fuera de sitio.
Únicamente Fabiani inquietó un poco al salmantino y al pacense Jesús Rueda, cada vez más asentado en el puesto de central. Lo hizo en la segunda mitad, pues apareció en el campo tras el tiempo de asueto. Pese a su entrada, en la reanudación tampoco inquietó en exceso el Alcoyano.
El Real Valladolid seguía en posesión del balón, haciéndolo circular en las inmediaciones del área de Maestro, frente a quien Javi Guerra tornó a fallar en repetidas ocasiones. Sus errores fueron apagando la mecha de los locales, que conforme avanzaba el segundo periodo se contagiaba de la apatía visitante.
No así lo hizo el debutante Saná Camara. Buscó agradar en la media hora de que dispuso, tanto a la parroquia local como a su entrenador, haciendo alarde de su buena técnica y de su velocidad y verticalidad. No brilló en demasía, pero dejó varias pinceladas de lo muchísimo que puede aportar cuando adquiera el ritmo e intensidad que la segunda requiere.
Casi al final pudo también verse al capitán Baraja, que entró a falta de seis minutos en sustitución de Álvaro Rubio, hoy comandante en el césped. En su vuelta al equipo inicial volvió a hacer gala de su buena lectura y salida de balón junto a un Víctor Pérez más constante que en el enfrentamiento ante el Numancia.
En la recta final el rival, que terminó con diez por la expulsión de Pina, quiso hacerse notar, sin éxito. Los tímidos intentos de acercarse en el marcador cayeron en saco roto, bien fruto del desacierto o bien de la desidia mostrada durante gran parte del encuentro por los de Porras, un equipo de venció al Deportivo hace escasas semanas y del que se esperaba una mayor oposición a la mostrada.
			