El conjunto blanquivioleta lleva desde la temporada 1987/88 sin llevarse los tres puntos del estadio balear, siete empates y nueve derrotas mediante

Mucho ha llovido desde la temporada 1987/88, aquella en la que el Real Valladolid terminaría por firmar un buen año merced de un octavo puesto en Liga que, a día de hoy, sigue siendo una de sus mejores clasificaciones. Pero lo que desconocía aquel equipo entrenado por Vicente Cantatore es que dejarían un terrible precedente que en la actualidad continúa persiguiendo al Pucela, puesto que, desde entonces, no se ha vuelto a ganar en el estadio del Mallorca, próximo contendiente de los vallisoletanos este fin de semana.
Por remontarnos a una fecha concreta, hablamos del veintidós de noviembre de 1987. Baste decir para hacerse una idea del tiempo que ha pasado que el estadio bermellón tenía el nombre de Lluís Sitjar y que hombres como Fernando Hierro o Luis Mariano Minguela fueron titulares con la camiseta blanquivioleta tal día, mientras Fenoy defendía la portería. Pero no serían ellos los protagonistas. Era el partido de Gabi Moya.
El de Alcalá de Henares, en su segunda temporada como jugador del Real Valladolid, firmó su mejor partido del año a nivel individual y masacró a la defensa mallorquina con dos dianas, una en cada periodo. Ya tendría tiempo de perdonarle la afición diez años después, en el breve lapso de una temporada que el delantero se trasladó a Mallorca.
Desde entonces, nada. Agua, vacío, imposibilidad. Y no será por oportunidades que ha tenido el Pucela. Nada más y nada menos que dieciséis encuentros, catorce de Liga y dos de Copa, en los que los de blanco y violeta han cogido el avión para probar fortuna en el feudo mallorquín y han vuelto con el rabo entre las piernas, o con un punto como mejor botín.
Siete empates y nueve derrotas que han terminado por convertir Mallorca en territorio hostil, sin duda. Sobra decir, por cierto, que ni siquiera en esas dos ocasiones en las que el Valladolid se enfrentó a los bermellones en el torneo del KO (un 2-2 en 2003 y un 1-0 en 2009), pasó de ronda.
Los datos incitan todavía más al pesimismo al comprobar los precedentes más recientes. Siete últimos partidos, siete derrotas. Y por hurgar un poco más en la herida, cinco goles transformados y un dato brutal; diecisiete encajados. Está claro que al Real Valladolid no le gusta irse a Mallorca de vacaciones.
Para muchos seguirá en el recuerdo el último de esos choques, por eso de que fue el último de Djukic en el banquillo del Real Valladolid y, para los más malévolos, porque Omar Ramos convirtió su único gol con la blanquivioleta. Un 4-2 en la última jornada de la temporada 2012/13 en la que, pese a que los visitantes ya estaban salvados y no se jugaban nada más que el honor, bien vale como reflejo de lo que han sido las últimas aventuras vallisoletanas en Mallorca. Habrá que esperar a este domingo para comprobar si la isla sigue siendo inexpugnable.
