Análisis del próximo rival del Real Valladolid

No hay dos sin tres, dice el refranero popular, expresión que quiere llevar a la práctica el Real Valladolid para encadenar su tercera victoria consecutiva. Y es que hacía muchas jornadas que los blanquivioletas no lo tenían tan a favor para alcanzar el liderato en una Segunda División que, a punto de superar el segundo tercio, no podría estar más emocionante en la parte alta.
Para ello tocará volver a agarrar el autobús, o más bien el avión, para intentar conseguir el botín de los tres puntos. Enfrente espera un Tenerife que por supuesto también anhela la victoria, ya que las cosas no pintan tan bien por las islas como ha venido siendo estas semanas por Valladolid. El choque se espera de poder a poder.
Un 2015 nefasto
Si la semana pasada el equipo blanquivioleta se enfrentaba a un Alcorcón que acumulaba ocho jornadas seguidas sin conocer la victoria, en esta ocasión la cosa no es muy diferente. Baste decir que los tinerfeños todavía no han sido capaces de puntuar de tres en lo que va de 2015 –la última vez que lo hicieron fue el 20 de diciembre, con lo que acumulan siete partidos sin hacerlo- y la sensación es de cuesta abajo y sin frenos.
Álvaro Cervera, quien comenzara al mando de la nave al principio de temporada, ya no está desde hace tres semanas, momento en que la directiva tomó la decisión de cesarle y poner en su puesto a Raúl Agné, quien todavía no ha sido capaz de darle la vuelta a la tortilla. Bien hay que decir que los blanquiazules todavía no se encuentran en una situación crítica, pero el hecho de estar decimonoveno en la tabla, empatado con el primero fuera del descenso, el Racing, a veinticinco puntos no da mucha tranquilidad.
Porque esa es la meta marcada en los despachos del Heliodoro Rodríguez. En principio, después del regreso a Segunda División y tras un aceptable undécimo puesto la temporada pasada, la meta pasaba por dar el salto cualitativo e intentar lanzarse a la caza y captura del play off. Pero está claro que no va a poder ser, y menos tras las últimas polémicas arbitrales que les ha tocado sufrir.
Sí puede presumir el club presidido por Miguel Concepción de encontrarse en una posición más o menos aseada en cuanto a economía se refiere, o al menos en una no tan desesperada como la de otros equipos de la categoría, pero está claro que otro descenso no es algo asumible. Hace no tanto tiempo que los isleños militaban en la máxima competición y el purgatorio de Segunda B no es una imagen agradable.
Joven pero experimentado

En este intento de mejorar lo pasado para encontrar otros objetivos este año, el Tenerife optó por mezclar juventud y veteranía a partes iguales. Ricardo y Vitolo aportan la experiencia desde el centro del campo, mientras otros como Guarrotxena o Cristo González aportan la ilusión de los menos curtidos.
Otra cosa es el juego desarrollado con Raúl Agné. Los tiempos parecen haber mejorado en este sentido, con una sensación más atractiva para la grada del Heliodoro Rodríguez, pero el equipo sigue acusando en demasía el no crear suficientes ocasiones a partir de la zona de tres cuartos. Veinte goles a favor en veinticinco jornadas –con treinta en contra- no hablan muy bien de un equipo que tiene en el uruguayo Ifrán su mejor baza ofensiva, con siete de los nombrados veinte goles.
Y no será por datos en casa. Los isleños se encuentran en la zona templada de aquellos conjuntos que mejor rinden en casa, concretamente en el undécimo puesto, merced de cinco victorias, cinco empates y solo tres derrotas en trece partidos. Está claro que no les conviene a los de Rubi confiarse, porque pese al mal momento que sufre su próximo rival, es igual de capaz de dar un buen susto.
Curiosidad del rival de esta jornada: ¿Qué pretende transmitir exactamente el escudo del Tenerife? La cosa es sencilla, más de lo que parece. La cruz de Santa Cruz de Tenerife, el Teide, el dragón, los signos marineros y la Cruz de San Andrés, todo ello vinculado a tradición o historia de la isla.
