La llegada del preparador vasco, en sustitución de Fede Castaños, no ha mejorado la irregular temporada cuajada por un equipo del que se esperaba más

Foto: Burgos CF
Después de rondar los puestos de clasificación para la Copa del Rey, todos en Burgos esperaban que su equipo diera un paso más y optara a cotas mayores; aunque la participación de conjuntos como el Real Oviedo, el Real Murcia, el Guijuelo, la UD Logroñés o el Racing de Ferrol, entre otros, hacia presagiar que no sería sencillo. Lo que nadie esperaba era que iba a situarse, de forma casi permanente, en los puestos peligrosos de la clasificación.
Fede Castaños llegó desde la Arandina para hacerse cargo de un equipo en el que solo renovaron siete jugadores con respecto a la temporada pasada, lo que sería determinante. El técnico vizcaíno no fue capaz de encontrar nunca un once tipo que le diera resultados y las dudas empezaron a sobrevolar en El Plantío. Las decisiones se precipitarían en el comienzo del 2015, tras el empate en casa ante un Tropezón que era uno de los principales perseguidores de los blanquinegros.
El elegido fue un viejo conocido en tierras burgalesas: Gonzalo Arconada. El hermano del mítico portero de la selección española, Luis Arconada, retornaba a la ciudad del Cid después de ocho temporadas. El vasco dirigió a los blanquinegros en la temporada 2006/2007, cuando se clasificaban para el play-off de ascenso a Segunda División por última vez. Pero el presidente de la entidad, Domingo Novoa Rey, decidía su no continuidad a pesar de los buenos resultados cosechados.
Fernando Llorente y Raúl Rodrigo como revulsivo
Como no podía ser de otra forma, Gonzalo Arconada debutaba ante el Compostela y hacía honor al famoso dicho de “a entrenador nuevo, victoria asegurada”. Y es que el conjunto burgalés superaba, contra todo pronóstico, al equipo gallego que comenzaba su escalada en su búsqueda por luchar por un puesto entre los mejores clasificados del Grupo I de Segunda División B.
Sería el partido en el que Antón de Vicente decidía que quería abandonar la disciplina blanquinegra. Y es que el centrocampista gallego comenzaba la temporada como titular en el doble pivote, junto a Beñat Alemán; aunque buena culpa de ello lo tenía la baja por sanción de Moke, que arrastraba cuatro partidos de la pasada campaña. Pero la vuelta del aguerrido mediocampista francés le sacó definitivamente del equipo.
Su salida dirección Somozas dejaba un grave problema en la plantilla blanquinegra. Corta de efectivos desde un comienzo, el centro del campo quedaba cojo y necesitaba la llegada de, al menos, un refuerzo. Para suerte de Gonzalo Arconada, en el mercado invernal no solo aterrizaba uno, sino que le acompañaba otro. El primero de ellos era Fernando Llorente, el segoviano, sin equipo, arribaba de la selección AFE. También lo hacía el burgalés Raúl Rodrigo, que formó parte en el pasado de las categorías inferiores del Burgos.
Aunque, sin duda, junto a Fernando Llorente, las grandes ‘incorporaciones’ del Burgos para Gonzalo Arconada fueron Álex Cruz y Jorge Sáez. Ambos futbolistas apenas contaron con oportunidades para Fede Castaños, pero el cambio de preparador abrió el abanico de posibilidades para los dos jugadores ofensivos. Aunque la fortuna le era esquiva a Álex Cruz, quien sufría una lesión que le apartaba del equipo. Su puesto era ocupado, precisamente, por Jorge Sáez, que demostraba su valía.
La primera victoria un espejismo que no ha tapado la irregularidad

Pero después de la victoria frente al Compostela, el Burgos sumaba un punto de los nueve siguientes posibles. Primero caía en el Alcalde Manuel Candoncia, ante un rival directo por eludir el descenso como es el Somozas. Más lógica fue la siguiente derrota ante un Real Oviedo que llegaba a El Plantío siendo líder destacado y se marchaba aún más reafirmado. El único encuentro positivo, con el que se iniciaba febrero, dejaba un punto ante el débil filial del Sporting de Gijón, que sacó petróleo del escaso olfato goleador de los burgaleses.
Precisamente, esto fue el lastre del Burgos: el apartado anotador. Durante estos tres encuentros, los atacantes se quedaron sin conseguir ningún gol. Gonzalo Arconada decidió, entonces, tomar cartas en el asunto y varió a su jugador referencia. Cristian López dejaba su puesto a Gabri Gómez y el equipo lo notaba. En el que podría ser el mejor encuentro de la temporada acababa con la clara victoria por tres goles a cero, ante un Avilés que sigue sin conocer la victoria en este 2015.
Pero solo era un espejismo y el Burgos volvía a demostrar su irregularidad una vez más durante esta temporada. La ineficacia goleadora del equipo volvía a ser el lastre que evitaba mejor suerte para los pupilos de Gonzalo Arconada. Primero merecía mejor suerte en Vigo, pero el Coruxo le robaba los tres puntos en el tiempo añadido de la segunda mitad. Se acrecentaban los problemas en el Reino de León, donde el cancerbero de la Cultural Leonesa era un espectador de excepción.
En la última jornada, El Plantío era el protagonista de la enésima derrota del Burgos. En esta ocasión era el Guijuelo el equipo que se llevaba los tres puntos en el duelo regional -segundo para los blanquinegros, pero no último al enfrentarse esta jornada al Real Valladolid Promesas-. Las dudas se mantienen en la ciudad del Cid y aumentan mientras los equipos que se encuentran en puestos de peligro suman de tres en tres y los burgaleses no.
