El Real Valladolid vivió uno de sus partidos más plácidos, ayudado por la expulsión de Ripa a los tres minutos del inicio. La superioridad en el centro del campo también fue determinante

Las mismas caras que se derrumbaron en el césped de Heliópolis. Solo Herrero, por la sanción de Chica, agregaba el punto de diversidad a un once dolido en su orgullo. Tan dolido que Rubi tomó la decisión de apostar por él para que pudiera desprenderse del peso molesto de un traspié con un rival directo por el ascenso directo.
Con base en el sistema 1-4-3-3, el Real Valladolid giró su atención a establecer su dominio en campo contrario desde el primer momento, en su José Zorrilla, ante una afición emocionada por el reportaje emitido en Teledeporte sobre la historia del club blanquivioleta.
Hasta que en el minuto tres los pucelanos hicieron suya cada decisión del encuentro, el Numancia había adelantado el bloque de presión hasta la salida de pelota rival y al lateral derecho Cicinho, con el fin perseguido por todos los anteriores oponentes: arrojar pesadez en la elaboración para hacer caer a los pucelanos en la desesperación de no ver cumplido su plan. No lo consiguieron e incluso pudieron pagar caro, antes de la expulsión de Ripa, su audacia.
El Pucela se manifestó durante el primer tramo del encuentro, y espoleado por la superioridad numérica, muy vertical y sagaz en la manera en la que avizoraba los espacios entre las líneas de la defensa numantina. Sagaz, sobre todo, en atacar la banda izquierda del conjunto de Anquela, donde Vicente, extremo, tuvo que ejercer labores defensivas. Desde aquel perfil del campo, en tres minutos, antes del primer cuarto de hora, Hernán desplegó su calidad diferencial y llegaron los dos primeros tantos del Real Valladolid.
El Numancia no tuvo tiempo ni para ponerse las gasas que taponaran la sangre, cuando los blanquivioletas ya habían resuelto un partido vacío de réplicas. Los sorianos, en fase defensiva, se privaron de realizar cambios hasta el segundo tiempo, menguaron la presión más cerca de su área y buscaron cerrar los pasillos interiores gracias al cambio de posición de Julio Álvarez.
El mejor futbolista del Numancia retrasó sus pasos para igualarse con Antonio Tomás e Iñigo Pérez en una línea de tres mediocentros que, con todo, no se mostró efectiva para segar el último pase del Real Valladolid ni para cuestionar el rendimiento de los tres volantes blanquivioletas: André Leão, Álvaro Rubio y David Timor.
El excentrocampista de Osasuna y Girona pudo volar, y lo hizo más desprendido de las funciones de elaboración, atribuidas tanto al portugués como al capitán. Timor batía líneas sin balón y aparecía en las cercanías del área, donde contribuyó a dar continuidad a las paredes que ejecutaban los pucelanos en tres cuartos. Por eso anotó un doblete para consolidar el razonamiento de que el dibujo con tres medios favorece a todos.
Buscar estímulos tras el trabajo hecho

El segundo acto fue escenario de cambios en ambos equipos y de reivindicaciones para quienes menos minutos tienen. En el Numancia no despertaron ningún efecto novedoso. En el Valladolid, llevaron aparejado una modificación en el sistema de juego.
El retorno al 1-4-2-3-1 tras la salida de Timor por Jeffren redefinió la función de Jonathan Pereira y Óscar –aunque fueron volátiles cuando jugaron juntos– y buscó estímulos en la acumulación de mediapuntas en campo rival. En el ecuador de la segunda mitad, la entrada de Omar por Pereira devolvió a Óscar a la referencia, siempre engañosa, y destapó una secuencia repetitiva de permutas entre el extremo hispano-venezolano y Hernán Pérez.
Entretanto, Omar se movía por dentro, donde comenzó a tener incidencia a través de su dinamismo tanto para caer a banda como para sumergirse entre los mediocentros rivales y su defensa, y fue protagonista de jugadas de ataque como la que culminó con un penalti que recibió de Regalón.
El Real Valladolid tomó el partido como un ejercicio para restablecer la confianza en su sistema alternativo, lastimada en Sevilla. Un sistema que volvió a sublimar las cualidades de sus tres mediocentros, en especial de David Timor.
