El Real Valladolid no ha sabido encontrar una clara línea identificativa durante la temporada, así que deberá hacer de su lucha incansable su estandarte

Decía Loquillo en una canción de no hace demasiados años –si tenemos cuenta su longeva carrera–:
Tuve muchos nombres,
me vieron con otra cara
pero siempre fui yo,
marcando una línea clara.
Como aficionado al Real Valladolid, me gustaría poder afirmar que el estribillo de esta canción del cantante barcelonés refleja a las mil maravillas la temporada del equipo de Rubi. La verdad es que no es así, que solo podemos reconocer los dos primeros versos en el devenir del equipo blanquivioleta.
Nombres el Real Valladolid ha tenido muchos esta temporada. No sé cuántos creía haber tenido Loquillo, pero nosotros es fácil que le ganemos. De hecho, si es por nombres, hasta treinta diferentes hemos podido ver en la espalda de una camiseta con el escudo del Real Valladolid.
Sí, entre Liga y Copa, pero, para ser esta una plantilla corta, vaya por delante que unos cuantos hemos utilizado. Así que, amigo Loquillo, a nombres es probable que te ganemos, aunque a algunos de ellos nos hubiera gustado verlos más (léase Roger, Alfaro…).
A caras tampoco nos gana Loquillo. La suya, la de boxeador entrado en años y combates, está curtida, pero la nuestra nos la han partido tantas veces que puede rivalizar en dureza. Y bueno, este troglodita siempre fue un ‘cara dura’, pero, otra vez, le volvemos a ganar en número. Somos el equipo de las mil caras, unos transformistas sacados de una película de Almodóvar en la mente calenturienta de Rossi de Palma.
Tan pronto ganamos al Sporting y parecemos Gisele Bündchen, que nos vamos a Sevilla y nos dejan con la cara más hinchada y roja que Belén Esteban después de meterse un Cuatro Rayas. Y lo peor de todo, que entre una cara y otra tenemos una gama extensa de intermedios.
Desde victorias pírricas como las dos frente al Alcorcón, sobre todo la última en casa, a derrotas merecidísimas como las sufridas frente al Leganés o la Llagostera. También tenemos victorias claras como la conseguida frente al Alavés y alguna de escándalo como el 7-0 al Barça B. De momento, derrotas injustas es lo único que nos falta. Pero, por caras, no será. De hecho, en cada partido damos una.
Hasta aquí, la paliza que le estamos dando a Loquillo le empieza a despeinar el tupé, pero vaya, cuando algo es tan característico, nunca desaparece. Y ahora empieza a remontar. Él siempre fue él, José María Sanz Beltrán, pero nosotros no sabemos ni quienes somos. Con Djukic, #SomosValladolid, pero con Rubi… con Rubi no sabemos muy bien lo que somos. Y mientras Loquillo luce tupé, nosotros no lucimos nada que nos identifique.
Pues sí, tenemos algunos jugadores que, sin duda, resaltan, no todos a la vez, pero, coralmente, no hacemos nada destacable. Con Mendilibar presionábamos muy arriba, ahogábamos a los demás y, sobre todo, les hacíamos peores de lo que eran. Ahora, cada vez que uno de ellos coge el balón le hacemos Messi sin vómitos o Cristiano con Irina.
Claro, que al día siguiente podemos dar la cara de la novia de ‘The Rock’ y volver a todos locos, a nosotros los primeros. Con Djukic jugábamos un fútbol de toque y posesión, jugábamos bastante bien, a veces, pero sabíamos a qué jugábamos. Con Rubi, no sabemos muy bien a qué jugamos, ni tampoco con qué formación lo haremos.
Y lo peor, no tenemos el tupé de Loquillo, y así, es muy difícil. Dicen que nos falta alguien que nos lidere, yo digo que nos falta un peinado que nos guie. A fin de cuentas es lo mismo: hay gente que señala a Roger para eso, yo digo que su peinado llama la atención, pero que, a veces, parece que no ocupa su tiempo en peinarse. No sé, veremos.
Así que, con todo esto, nosotros no marcamos para nada una línea clara. Lo único que tenemos claro es que no sabemos qué esperar de este equipo cada jornada. Estamos de acuerdo en que no estamos de acuerdo, vaya. A seguir luchando y remando, y si no lo hacemos porque no queda otra, hagámoslo por marcar al menos esa línea, dejando claro que aquí no nos rendiremos hasta el final. Aunque como decía Loquillo en el principio de esta canción que en estas líneas nos acompaña: “Dicen que me repito de lo claro que hablo”.
