El bajo rendimiento del luso en las últimas jornada ha significado su suplencia

No, no es que Leão sea un jugador falso, no. No es de esos que solemos denominar por aquí mentirosos, que aparecen y desaparecen como el Guadiana. No es de aquellos que su calidad te deja maravillado un día y esta no vuelve a aparecer hasta que no la has olvidado. No es David Silva.
Cuando me refiero a que André Leão es un jugador apócrifo, me remito a la etimología del adjetivo que utilizo para calificar al jugador portugués. La palabra en sí viene del griego antiguo ἀπόκρυφος (apókryphos), y su significado original quiere decir oculto. Oculto, que no falso, que es el significado que ahora cualquiera entiende por apócrifo. Ahora, y ya en época de Cervantes, pues el ‘Quijote apócrifo’ es el ‘Quijote falso’, o sea, el de Avellanada.
Sin embargo, este cambio semántico encierra un juego con nuestro protagonista bastante interesante. De primeras, cuando empezamos a ver como el mediocentro portugués se desenvolvía en el campo, nos dimos cuenta de que no estábamos ante el jugador que esperábamos. Era un apócrifo (con el sentido actual) mediocentro ofensivo, o, al menos, un mediocentro muchos menos participativo en el ataque de lo que nosotros creíamos y nos habían contado.
Con el paso del tiempo, vimos que su desempeño era apócrifo (en el sentido etimológico de la palabra), puesto que su presencia y aportación en el terreno de juego no destacaba a simple vista. De hecho, y a partir de entonces, André Leão paso a etiquetarse como un jugador táctico.
Y sí, así era ciertamente. Cubría sobremanera los huecos que algunos de sus compañeros dejaban al sumarse al ataque, parecía que el balón siempre le llovía a él, daba una consistencia al equipo enorme e, incluso, alguna vez, rara, disparaba a puerta. Y todos tan contentos con nuestro André Leão apócrifo, nuestro portugués oculto, en la sombra del centro del campo.
Sin embargo, en esta historia hay un nuevo giro. De un tiempo a esta parte, tanto el Real Valladolid como André Leão no andan finos. No están bien ni el uno ni el otro, y la relación es obvia. En muchos partidos el equipo se ha partido, le ha faltado consistencia y los huecos aparecían (y aparecen) por doquier.
El portugués ha bajado su rendimiento y el Real Valladolid lo nota. El equipo colectivamente y él individualmente. Tanto que en el último partido, frente al Mirandés, vimos al espigado mediocampista como no partía de inicio, circunstancia que pocas veces esta temporada ha sucedido más allá de sanciones o lesiones.
Así pues, el significado primario de apócrifo se impone a la hora de hablar de André Leão en el Real Valladolid en estos momentos. Tan oculto, que ni de inicio lo vemos. Esperemos que se revierta esta situación y que el mediocentro luso solo esté cogiendo oxígeno y vuelva a ser solo apócrifo en su buen desempeño dentro del terreno de juego.
