El fútbol es, desde hace años, el opio del pueblo. Y es, a la vez, un motor económico. Muchos creían que se iba a parar sin el combustible de los grandes. El Gobierno así lo vio también, por eso inyectó un puñado de millones al nuevo proyecto de la Liga de Fútbol Español. A cambio, impuso la obligación de contar en los primeros equipos con un mínimo de seis seleccionables para plantillas menores de veintidós jugadores y de siete para aquellos que la sobrepasen, de los cuales deben ser sub 23, como mínimo, dos y tres, respectivamente.
Con este cupo, se pretendía dar un salto en el nivel medio del futbolista nacional y de la base. Así, lo español, la cantera, es una convicción obligada. Después de los nuevos acuerdos por los derechos televisivos, los clubes ingresaron más y, en consecuencia, aumentaron el gasto. Con la liga de filiales, aprobada en 2018, estos pasaron a estar configurados como si de un equipo reserva se tratara, a imagen y semejanza del balompié inglés, lo que permitió su total profesionalización, pero disminuyó su uso y devaluó su nivel.
El dinero, los fichajes, se confirmaron como pan para hoy y hambre para mañana. Recolectar está bien, pero si uno se olvida de sembrar… Y el fútbol foráneo no siempre es el dorado. Es, más bien, una suerte de comida rápida, algo de usar y tirar, carente del rasgo artesanal de la cantera. Pero como había que competir, y competir, y competir, no había tiempo para usar el horno de leña; era mejor utilizar el microondas. Y como los millones se movían, la antigua Liga de Fútbol Profesional parecía competitiva. Era una mentira.
La supremacía de la Superliga es evidente. En sus inicios la conformaron si no los treinta mejores clubes, sí los más selectos; hoy sí, claramente superiores al resto, salvo, quizá, alguna que otra excepción. La inyección económica primera permitió a los más débiles aumentar su nivel. La calidad, además, se vio incrementada por razones obvias: no había un solo jugador que no quisiera formar parte de esta selecta competición.
Son tantas las similitudes con la NBA… Por ejemplo: el sistema de competición establece que cada equipo disputará dos partidos contra los restantes de su conferencia y uno contra los demás, haciendo un total de 43 partidos. Nada, por tanto, demasiado alejado de lo que supone jugar una liga local y competiciones varias, ya sean europeas o nacionales… salvo para aquellos que disputan el play-off.
El campeón de la Superliga disputa en el año cincuenta partidos, ya que a los ya citados hay que sumar cuartos, semis y final de conferencia, que se juegan en formato de ida y vuelta, y la finalísima, que se disputa en terreno neutral y en una sola cita. Una equiparable casi con la final de un Mundial, ya que para anualmente el mundo del fútbol. Capta la atención de la afición como nunca fue capaz de hacer la Champions League, por más que aquella fuera… lo que era.
Sin novatos, triples, mates o habilidades, se estableció un encuentro de exhibición al más puro estilo ‘All Star’ a finales de julio, en el periodo en el que paran las competiciones. Y también un ‘Draft’ con sus dos rondas, en las que los treinta grandes escogían a dos jugadores de fuera de la liga para completar sus plantillas al margen de los traspasos internos y de sus canteras.
Esta particularidad fue menos polémica de lo que cabía esperar, debido a que la UEFA anduvo lista y estableció una compensación mínima de diez millones de euros para los últimos puestos y que va ascendiendo hasta los veinticinco en el caso del número uno, cantidades todas ellas a abonar en el momento en el que el jugador pasa a engrosar las filas del equipo de la Superliga.
Para no perjudicar a esos otros clubes, al margen de lo económico, existen dos límites: podrán ser escogidos jugadores en edad sub 23 sin restricción alguna o aquellos que superen esta edad y lleven un mínimo de tres años en el club de origen, para así interferir lo menos posible en su política de fichajes y amortizaciones.
El Real Valladolid se encontraba en 2020, cuando todo esto comenzó, en la Primera División de la antigua LFP, de tal manera que tenía el derecho a estar también en esta categoría con la nueva denominación. Con los blanquivioletas, formaron parte de la competición en su primer curso de la nueva era Sevilla, Villarreal, Athletic, Málaga, Celta, Espanyol, Real Sociedad, Rayo Vallecano, Levante, Granada, Deportivo de La Coruña, Betis, Sporting de Gijón, Las Palmas, Mallorca, Zaragoza, Osasuna, Tenerife y Real Oviedo.
En la Superliga, en la Conferencia Norte, compiten los siguientes quince equipos: De Alemania, Bayer Leverkusen, Bayern de Múnich, Borussia Dortmund y Wolfburgo. De Austria, el Redbull Salzburgo. De Holanda, Ajax y PSV. De Inglaterra, Chelsea, Manchester City, Manchester United y Liverpool. De Rusia, CSKA de Moscú y Zenit de San Petersburgo. De Suiza, el Basilea. Y de Ucrania, Shakhtar Donetsk.
La Conferencia Oeste está configurada por: Atlético de Madrid, Barcelona, Real Madrid y Valencia de España. Mónaco, Olympique de Marsella y Paris Saint-Germain de Francia. Olympiakos de Grecia. Inter, Juventus, Milan y Roma de Italia. Benfica y Porto de Portugal. Y para terminar, Galatasaray de Turquía.
Y al final de esta temporada, la quinta, podrían darse cambios, ya que en la norma se estableció que cada cinco años puede haber compra de plazas, respetando siempre la configuración inicial, con quince entidades por conferencia y con un máximo de cuatro clubes por país.
