Análisis del próximo rival del Real Valladolid

La afición del Real Valladolid ya se ha echado a temblar. Sí, el motivo no es difícil de adivinar, se intuye como cada dos semanas, y es que al equipo blanquivioleta le toca volver a jugar, una vez más, fuera de casa. Prepárense para la incógnita.
Más de uno se ha echado ya las manos a la cabeza al comprobar que por ahora son solo ocho de dieciocho puntos posibles los que suma el Pucela en lo que va de Liga, y más allá del problema de los datos, que son lo más importante, están también las malas sensaciones.
Por eso Gaizka Garitano y sus pupilos tienen para este domingo una doble tarea. Primero vencer, segundo convencer. No hay más. El Huesca, próximo rival, ya espera en El Alcoraz consciente de los problemas que tienen los blanquivioletas a la hora de coger el autobús y alejarse de Zorrilla. Y cómo no, esperan hacer una vez más sangre de ello.
Lucha por la permanencia
Ya se sabe que en Segunda División no hay rival pequeño y que hasta el colista es capaz de pintarle la cara al mismísimo líder, pero lo cierto es que el club oscense se encuentra en este comienzo de Liga en una situación delicada. Tras un paso de dos años por el infierno de Segunda B, los azulgranas han purificado sus pecados y esperan conseguir la permanencia en una temporada que se antoja complicada.
Bien hay que decir que por el momento el objetivo se está consiguiendo… pero por los pelos. El equipo entrenado por Luis García Tevenet descansa en el decimoctavo puesto de la tabla, fuera de los puestos rojos por los pelos, merced de seis puntos cosechados con una victoria, tres empates y dos derrotas.
Precisamente esta victoria se consiguió la semana pasada en Mallorca, donde un gol de Tyronne fue suficiente para firmar un 0-1 que a la postre dio los tres puntos a los aragoneses. Hasta entonces, en una situación parecida a la del Pucela salvando las distancias, las sensaciones de juego habían sido también bastante mediocres, sin ir más lejos con resultados como un 1-3 en El Alcoraz ante el Elche, un 0-0 en casa del Girona o el estreno liguero que supuso un 2-3 en casa frente al Alavés. Para olvidar.
Por eso la victoria de la semana pasada es tan importante. Una inyección de moral y de testiculina para un club que, después de dos años en Segunda B y anteriormente apenas cinco años en Segunda, no cuenta precisamente con una economía boyante. Muchos de los jugadores de la plantilla han ido llegando a coste cero para un proyecto donde es más importante la ilusión que el estrellato.
Hombres y no nombres

Y es que la afición sabía en parte a lo que se atenía. La sexta temporada del club en toda su historia en la categoría de plata no iba a permitir grandes gastos y la plantilla se ha tenido que conformar con lo posible, aunque con alguna que otra sorpresa. Véase la cesión de un portero de renombre como es Leo Franco, procedente del San Lorenzo de Almagro argentino, Jonathan Moya del Deportivo Saprissa o Héctor Figueroa de Las Palmas. ¿Qué tienen en común? Todos cedidos.
Prácticamente la totalidad de las incorporaciones que ha realizado el Huesca este verano en el intento de conformar una plantilla que luchase por la permanencia han firmado en calidad de cedidos, una apuesta arriesgada.
Bien hay que decir que el Huesca en casa tampoco se está mostrando muy resultón. Si bien es cierto que ante su público en El Alcoraz intenta buscar algo más la posesión del balón, ante el Valladolid es previsible que pueda jugar más al contragolpe. De los tres partidos que ha disputado como local no ha conseguido ganar ninguno y con solo un empate, un punto, se trata del peor equipo cuando juega en casa de la categoría.
Curiosidad del rival de esta jornada: Las camisetas, como suelen ocurrir en todos los equipos de España, también han generado controversia en Huesca este verano. Y es que el club azulgrana ha optado por quitar la cruz de San Jorge de su segunda equipación, detalle que venía siendo habitual desde hace años, una decisión que no ha terminado de gustar.
