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Dos equipos dentro del mismo corazón

por Cristian Padilla
9 de octubre de 2015
Foto: Real Valladolid

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Un lustro estuve en Pucela esperando que llegase un día como el del próximo domingo. El momento del reencuentro entre dos equipos históricos que significan mucho para mí y que, por fin, volverán a verse las caras en la que fue mi segunda casa durante varios años, el Nuevo José Zorrilla

 

Real OviedoPor desgracia, por más que esperé con paciencia, durante mi estancia en Pucela los caminos entre Real Valladolid y el Real Oviedo transcurrieron por cauces muy distintos. Tan distintos que en 2007, cuando llegué por primera vez a las orillas del Pisuerga para estudiar periodismo, los blanquivioletas disfrutaban del regreso a la élite de la mano de José Luis Mendilibar, mientras que el Oviedo se enfangaba de nuevo en los barros de la Tercera División asturiana a la que, por primera y única vez en su historia, había caído por méritos deportivos. Para más inri lo hacía con ‘El Lobo’ Carrasco en el banquillo…

Los recuerdos de esos partidos de los noventa entre dos equipos que peleaban por los mismos objetivos quedaban ya muy lejanos, también ese famoso 3-8 que mucho me recordaron durante mi estancia en Pucela.

Nunca habían estado más separadas dos aficiones hermanas, nunca había sido mayor la distancia entre dos viejos compañeros de viaje en el siempre tortuoso camino de permanecer en la máxima categoría del fútbol español. Uno saboreaba las mieles de la élite, con visitas anuales al Camp Nou y al Santiago Bernabéu, el otro se veía abocado a repetir su doloroso ‘tour’ por los pueblos de Asturias, con visitas a campos como el del Tuilla o el del Ceares.

A más de trescientos kilómetros de casa, cada domingo se convertía en una odisea poder seguir las evoluciones del Real Oviedo. Había que escuchar la radio por Internet y en bable, ya que Radio Sele (emisora que emitía en asturiano) era la única forma posible de enterarse de los partidos durante los primeros meses, lo cual demuestra el vacío informativo en el que cayó el conjunto azul durante esa época. ¡Qué diferente es ahora!

En el Colegio Mayor Peñafiel se fueron acostumbrado domingo tras domingo a escuchar a un narrador cantar con todas sus fuerzas ‘Gol del Uvieu’, aunque probablemente fuese de lo poco que entendían de la narración. Se sorprendían al verme celebrar como un loco una victoria ante el equipo de una localidad más pequeña que Simancas, pero lo acabaron comprendiendo.

Allí conocí al artífice de mi acercamiento al Real Valladolid, que al principio fue meramente profesional y acabó siendo sentimental. Jaime Cosgaya realizaba las crónicas del Pucela para Blanquivioletas y no tardó en llevarme por primera vez a Zorrilla en cuanto surgió la ocasión. Allí hice mi primera crónica para esta página, en un partido de Copa del Rey ante el Atlético que acabó con 1-1.

Con el paso del tiempo me convertí en abonado del Pucela, era la primera vez que tenía en mi cartera el carnet de otro equipo junto al del Real Oviedo. Me tocó hacer un hueco en mi corazón al sentimiento blanquivioleta, pero no fue difícil, pues poco tardé en darme cuenta de el cariño mutuo que se profesan ambas aficiones.

Desde entonces y durante varios años tuve que simultanear mi presencia en los estadios, iba al José Zorrilla y, cuando podía hacer una escapada, acudía al Carlos Tartiere. No era raro que en ambos estadios me preguntasen por el otro equipo y que en el Tartiere se aplaudiese los goles del Pucela cuando salían en el videomarcador, desgraciadamente no podía ocurrir lo mismo en Zorrilla con el Oviedo, aún nos quedaba camino por hacer para aparecer en el videomarcador de un equipo de la LFP.

Con el Pucela pude disfrutar de la Primera División durante tres años, el último de ellos ya como abonado, y dos años en Segunda, concluidos con el fenomenal ascenso de los soldados de Djukic en una mágica temporada en la que pude intercambiar opiniones, jornada tras jornada, en el programa Blanco y Violeta, junto a Jesús Dominguez y a otros colaboradores de esta página. Al menos pude sacarme la “espinita” que tenía clavada, pues abandoné Valladolid con el Pucela donde lo encontré, en la máxima categoría del fútbol español.

Desde Pucela, aunque con viajes a Asturias en los momentos más importantes, me tocó vivir alguno de los momentos más críticos de la historia del Real Oviedo, de los muchos que hubo en los últimos años. El ‘Caravacazo’, el ascenso contra el Mallorca B, la lucha encarnizada para forzar la salida de Alberto González…

Pero por desgracia, si con el Pucela pude “partir en paz” de Valladolid, no pude hacerlo con el Oviedo, ya que finalizada la carrera, recogí las maletas y dejé la ciudad con el conjunto azul todavía fuera del fútbol profesional y sin poder verle en el José Zorrilla.

El destino ha querido que por fin, tres años después de mi partida de Valladolid, llegue ese día en el que ambas aficiones se vuelvan a encontrar, en el que pueda cumplir mi sueño de ver a mis dos queridos equipos batirse en duelo casi quince años después. Por desgracia no es en Primera División, pero estoy seguro de que el ambiente será acorde al momento.

Y lo viviré, como hice antaño durante varios años, desde las gradas del Nuevo José Zorrilla en las que tantas alegrías y emociones tuve la oportunidad de vivir, con un sentimiento al que no era ajeno a pesar de ser un foráneo al que la vida le llevó circunstancialmente por unos años a las orillas del Pisuerga.

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