El extremo onubense recae de su reciente lesión y vuelve a formar parte la enfermería blanquivioleta, lugar que ha ocupado la mayor parte del tiempo desde su fichaje
La suerte es importante en la vida, digan lo que digan muchos. Y la mala suerte existe. O si no, que se lo digan a algunos deportistas. Muchos son los ejemplos que pueden venir a la mente a poco que pensemos. Y, por desgracia, en el Real Valladolid hay un futbolista al que la mala suerte le persigue desde que fichó por el club. Sí, han acertado: Alejandro Alfaro.
El extremo onubense lleva perteneciendo a la entidad blanquivioleta cerca de catorce meses, de los cuales alrededor de ocho se los ha pasado en la enfermería. Ahora, una vez más, ha recaído de sus molestias y tendrá que estar al margen del grupo un mes más, si todo va bien y las cosas no se tuercen.
Pero echemos la vista atrás y hagamos un recorrido por el calvario de Alfaro como jugador del Real Valladolid. En octubre de 2014, ante el Betis, el onubense recibió un golpe en el tobillo izquierdo, lo que le obligó a retirarse del partido.
En principio, las noticias eran positivas y se barajó incluso que el futbolista pudiera vestirse de corto ante el Numancia, una semana después. Finalmente fue imposible, y lo que parecía que iban a ser un par de días de baja, se convirtieron en dos semanas. Alfaro no se encontraba bien. Sus molestias seguían ahí y no le dejaban avanzar no ayudar al equipo.
Un mes después de ese golpe fortuito ante el equipo bético, los servicios médicos del Real Valladolid, junto al futbolista, tomaron la decisión de que lo mejor era realizar una intervención quirúrjica para acabar con todos los problemas. Y así fue. Alfaro se sometió a una artroscopia en noviembre y el tiempo estimado de baja era de dos semanas, es decir, el andaluz fijaría su regreso para después de Navidad.
Con la entrada de 2015, empezó a correr sobre el césped y, poco a poco, comenzó a tocar balón sin regresar al 100% con sus compañeros. Pero el destino tenía otra bofetada para Alfaro. La herida de la artroscopia no terminaba de cicatrizar y le impedía mejorar de forma óptima para el desarrollo del fútbol. Se puso en manos del prestigioso doctor Guillén para una pequeña intervención que solucionara sus problemas de cicatrización.
En marzo, los médicos del club y los externos, quienes habían participado en las diversas operaciones del extremo blanquivioleta, decidieron que lo mejor era inmovilizar el tobillo veintiún partidos después de aquel golpe. Esta nueva recaída le tendría al margen tres semanas más, es decir, hasta abril. Muy poco a poco, el onubense fue mejorando y poniéndose a punto para que Rubi pudiera volver a contar con él.
Y Alfaro volvió a sonreír el trece de mayo, cuando recibió el alta médica. Se vistió de corto ante la UE Llagostera, cuando el equipo sabía que su sino era jugarse el ascenso en play-off. Por lo tanto, la participación del blanquivioleta la temporada 2014/15 fue más bien residual y lo que pretendía ser una temporada positiva para él, se convirtió en todo un calvario.
Más golpes
Y llegó la temporada 2015/16. La que prometía de verdad. Esa en la que Alfaro tenía puestas todas sus esperanzas para demostrar el jugador que ha sido y que quiere volver a ser y, sobre todo, para ayudar al club para regresar a Primera División. Pero parece que el 2015 tampoco le tiene estima al bueno de Alejandro. No había empezado todavía la temporada cuando se encendieron todas las alarmas. El onubenses sufría molestias musculares y su presencia en el primer partido liguero estaba en duda y finalmente quedó descartado. Consiguió recuperarse y disputó 237 minutos, siendo importante en los onces dispuestos por Gaizka Garitano.
Todo parecía ir sobre ruedas, pero la mala suerte le volvió a tocar a Alfaro. Tres semanas de baja por una avulsión musculo-aponeurótica del recto anterior del cuádriceps derecho. Pero a esas tres semanas se le suma otro mes más. Este jueves, el club lo ha comunicado y ha explicado que el futbolista siente molestias de nuevo en el muslo derecho. Los médicos se ponen rápidamente manos a la obra y le realizan una resonancia que confirmó que la avulsión no había desaparecido.
El enésimo golpe para Alejandro Alfaro, quien sigue sin poder demostrar sobre los terrenos de juego el futbolista que es y quiere ser. Una vez más, la fortaleza mental debe estar por encima de la mala suerte para poder sobreponerse a esta lesión y salir cuanto antes adelante, siempre y cuando el diagnóstico y el tratamiento sea el adecuado. Por ganas no será.