Una mala media hora de los hombres de Miroslav Djukic permiten al Huesca neutralizar en tres minutos una desventaja de dos tantos, el primero de ellos hecho con el encuentro apenas comenzado.
Algunos se lo temían en la previa. Otros negaban la mayor, amparándose en que el Huesca llegaba al envite ante el Real Valladolid como colista o en que con Sánchez Martínez como trencilla los equipos desplazados para su correspondiente encuentro solían sacar adelante sus enfrentamientos en detrimento de los locales.
Ciertamente, el murciano sigue sin ver ganar a uno de los equipos de casa y la Sociedad Deportiva Huesca continúa sin ganar en El Alcoraz. La última ocasión en que logró los tres puntos fue frente a los vallisoletanos, ya la pasada temporada. Desde entonces, pese a los múltiples cambios, parece que nada ha cambiado en las filas blanquivioletas.
Entonces, el conjunto azulgrana se llevó tres puntos revitalizantes pese a no jugarse nada, a pesar de ser los de Abel Resino quienes necesitaban la victoria. No se puede decir que la situación, en esta ocasión, fuese pareja. Más bien al contrario. Viendo la clasificación, quizá fuesen los oscenses los más necesitados. Aun así, como antaño, el resultado final terminó siendo dispar al esperado.
Porque, por más que a los de Quique Hernández les apremiase su mala clasificación, a los de Miroslav Djukic se les presupone una mayor calidad que la de su rival. De inicio, incluso la demostraron, adelantándose apenas transcurridos dos minutos gracias a una falta lateral botada por Nauzet Alemán -que volvía al once- y rematada a gol por Óscar González.
Constataba el tanto un buen arranque, que se postergaría durante los cuarenta y tres minutos posteriores con un dominio contestado, pero latente. Durante el primer periodo el Huesca salió respondón, a pesar de que no se aproximaba demasiado a las inmediaciones de la meta defendida por Jaime Jiménez. Presionaba y buscaba discutir la posesión a los albivioletas, sin éxito a la hora de atacar.
No volvió a tener suerte el Real Valladolid de cara al gol, pese a disfrutar de varias oportunidades para perforar la meta de Luis García, firmado esta semana y que debutaba defendiendo los palos del equipo azulgrana. Entre toque y toque, ocasión y ocasión, los de Djukic bajaron el pistón a un escalón suficiente para seguir comandando partido y resultado.
A la vuelta de vestuarios volvió a aparecer la tan manida y deseada intensidad a la que un día sí y otro también hace alusión el técnico serbio. Sisi tomaba el mando de las operaciones en busca del segundo tanto. Marró una ocasión propia, pero favoreció que una ajena, de Javi Guerra, terminase alojándose en el fondo de las mallas.
El cuarto gol del malacitano en lo que va de temporada se sumaba al que había abierto el marcador para dar un respiro a los pucelanos. La teórica calma, sin embargo, no duró más que seis minutos. En el 66′, Carlos Peña no acertaba a despejar el cuero dentro del área y topaba con el recién entrado José Vega, a quien hacía penalty.
La pena máxima, transformada por Juanjo Camacho, fue una bocanada de aire para los de Quique Hernández. En un halo, en un ay, éstos volvieron a cobrar vida gracias a un gol, el de David Bauzá, que vino precedido por el enésimo fallo defensivo de los de blanco y violeta en lo que va de temporada.
El Real Valladolid, ése que parecía tener el partido bajo su dominio, decidió darse un toque de sabor añejo y volver a su otra vertiente, a convertirse, como antaño, en Real Bayerdolid. Terminó de desaparecer a partir del mágico minuto en que Bauzá igualó el partido, demostrando que la efervescencia mostrada en el primer periodo no era baladí, sino fruto de su disfraz de un analgésico que no cura, pero al menos sí alivia.
El punto cosechado por la SD Huesca probablemente no sirva para mucho en lo que a términos numéricos se refiere. En cuanto a sensaciones, quién sabe si quizá en adelanta vayan al alza. A buen seguro sería así si hubiesen logrado culminar la machada en los últimos instantes del encuentro. Por suerte para el Bayerdolid, Marc Valiente logró que la sangría de puntos se quedase en dos gracias a que sacó debajo de los palos un lanzamiento de Gilvan que amenazaba con colarse en la red vallisoletana.
Aquellos que negaban la posibilidad de no volver triunfantes de El Alcoraz probablemente saquen como conclusión que el empate se hará bueno si se vence el próximo sábado al filial del Villarreal. Y acertaran. No obstante, también lo harán los oportunistas que sacarán pecho criticando al equipo quizá no por hacerlo, pero seguro que sí por considerar que en Huesca, más que ganar un punto, el Real Valladolid ha perdido dos.