Relato participante en el II Concurso Literario Blanquivioletras, obra de Lucas Trucco (Argentina)
Voy a narrarles una historia que escuché hace ya tiempo. De luchadores que van siempre hacia el frente mirando al rival. Esos que miran al pasado, que tienen alma de caballeros porque así lo quiso Dios y lo confirmó el tiempo; la vida los hizo caer y levantarse, contraatacar y rescindir, pero siguen, gambeteando a la suerte, mirando de reojo para ver al compañero que avanza junto a él. Son guerreros, defensores y según dicen, hasta atacantes, porque así lo llevan en la sangre. Porque es el aire que respiran desde que nacieron. Cuando todos pensaban que caían, el cuerpo se hizo uno y se fusionaron las almas. Ahora son indestructibles porque a la historia no siempre la cuentan los que ganan, también la saben cantar aquellos que aman:
Auguran que estás fuera,
al límite, a un costado.
Déjalos que digan,
el último silbido aún no ha sonado.
Escucha como sube,
el aura de los viciados.
Escucha como cantan,
quienes te quieren y amaron.
No te pares, hoy es el momento.
No te apagues, aún hay fuego.
Mientras canten las gradas
Te estaremos siguiendo.
Desde 1928 relatan que viene abriendo caminos, sorteando rivales, uniendo ciudades. Y las voces no se cayán, como susurros que no dejan de alentar, cargan el aire de música, se vuelven a calmar.
Hablan de grandes proezas, algunas derrotas y hasta de empatar. Pero cuenten lo que cuenten, nunca has dejado de caminar. Como quien lo hace por una promesa que marcha hacia Compostela se sienten que van llegando para comenzar la fiesta.
Refieren los que están al corriente que nunca se ha rendido, al principio eran dos, y tuvo la dicha unirlos en un solo corazón.
Al principio vistieron armaduras, hoy lleva ropa singular. El acero se hizo trapo para sacársela y festejar. Los colores de la camiseta, blanca y violeta, enaltecen de alegría cuando muestras al mundo entero las fuerzas de las líneas.
Y el campo también cambio. Otro terreno donde dar batalla. Pasto era entonces, césped es ahora. Tan suyo, tan propio, tan nuestro que lo llamaron casa. La familia se hizo grande y siguieron adelante. Porque el amor está donde la gente cante.
Acá me tienen soltando estas palabras, sin prisas pero sin pausa, porque está por sonar el aviso de que comienza la batalla. Y entonces todo es cuestión de tiempo. Se entonará el himno, se levantará el escudo, se aplaudirá a los héroes, todos seremos uno.
Levanta la voz Castilla y León,
agradece a tus moradores.
Levanta las palmas,
laudes a tus gladiadores.
Que corra el orgullo
de tanta Historia,
Que sepa el mundo,
tus penas y glorias.
Alcen los cantos,
pueblos unidos.
Juntos venceros.
No caeremos en olvido.