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A la sombra de Courtois

por Raquel Gómez
20 de septiembre de 2012
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Cuatro temporadas después de salir de Valladolid y tras tres graves lesiones, Sergio Asenjo sigue buscando abrirse hueco en el Vicente Calderón.

 

1293647987 0Diciembre de 2007. Butelle y Alberto, porteros del Real Valladolid, por unas cosas u otras, no acaban de convencer a José Luis Mendilibar. El técnico vasco decide entonces confiar en Sergio Asenjo, de dieciocho años y titular en el filial.

Debutó el de Palencia cuajando un gran partido, en el que dejó la portería a cero ante el Villarreal de Pellegrini. Su rutilante irrupción hizo que se metiese a la afición blanquivioleta en el bolsillo al instante y los medios de comunicación, viendo el filón, se lanzaron a por él enseguida.

Mendilibar, en su afán por protegerlo, decidió que no iba a hablar con la prensa hasta fin de campaña, y así fue. Cuando el Real Valladolid se salvó, Asenjo concedió una rueda de prensa donde aseguró que había sido “el mejor año” de su vida y que quería “continuar en Valladolid”, algo que si bien podía sonar extraño, pero que no era tal ante el interés suscitado en otros clubes.

Comenzó de blanquivioleta la temporada 2008/09, pese a que todo el verano estuvo envuelto de cantos de sirena de grandes equipos españoles y extranjeros que pretendían pujar por llevarse a Asenjo. En diciembre, justo un año después de su primera aparición, la mala suerte se le apareció por primera vez en forma de lesión.

El palentino se sometió a una artroscopia debido a la rotura del asta posterior del menisco izquierdo. Tres meses tenía que estar parado, pero a pesar de ello, volvió al nivel esperado y en julio de 2009 ocurrió lo que nadie quería a orillas del Pisuerga: Sergio Asenjo dejaba el Real Valladolid y fichaba por el Atlético de Madrid.

Lo hizo después de que se le vinculase a nada menos que el Manchester United o de que el Fútbol Club Barcelona intentase torpedear su llegada a la ribera de Manzanares, no tanto por problemas con los colchoneros como por los habidos con Víctor Valdés y su renovación. Tal fue el interés que, en plena negociación entre las partes, Txiki Begiristain llamó personalmente para intentar convencer al padre de Asenjo de que Camp Barça era su sitio, aunque al final no lo fue.

El palentino llegó al club rojiblanco como una de las revelaciones de la anterior temporada y con un futuro prometedor que hacía incluso que algunos lo nombrasen como sucesor del aún vigente Casillas. Sin embargo, pocos partidos tuvo Asenjo para demostrar esa calidad, en los que su titularidad coincidió con un pobre nivel del equipo y, sobre todo, de la zaga rojiblanca.

Primero Abel Resino y más tarde Quique Sánchez Flores decidieron que de la portería atlética él no era dueño. Un jovencísimo David De Gea se erigió titular indiscutible y, con intervenciones de tal mérito que el sustituto de Casillas pasó a ser él, terminó por mandar al banquillo a Asenjo. Con el agravante de ser canterano, De Gea se convirtió en el ídolo de la afición en un calco de lo que al exblanquivioleta le había ocurrido.

David De Gea disputó todos los minutos posibles, tanto en Liga como en competición europea, hasta que en mayo de 2010, Asenjo volvió a tener una oportunidad. La final de la UEFA se acercaba y Sánchez Flores quería tener a De Gea perfectamente para ese partido.

1297099434 0En la anterior jornada, el canterano vallisoletano defendía la portería rojiblanca ante el Sporting de Gijón, en el que el mal fario volvió a aparecérsele: se rompió el ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha, por lo que debería estar seis meses de baja que pararían de nuevo la progresión del internacional con España en categorías inferiores.

Le tocaba volver empezar de cero. O de menos diez, quién sabe. No solo tenía que recuperarse de esa lesión de tal magnitud, sino que tendría que volver a competir con De Gea por arrebatarle el puesto, tarea que más que complicada semejaba utópica.

En noviembre, mientras Asenjo terminaba de recuperarse e iba entrando en las convocatorias, la cordura pidió paso. Atlético de Madrid, Málaga y el propio jugador llegaron a un acuerdo para que el portero jugara en tierras andaluzas durante la segunda vuelta de la campaña 2010/11, con el fin de coger ritmo y acumular minutos. Desde el primer día fue titular en el Málaga de Pellegrini pero, como dice el refrán, a perro flaco todo se le vuelven pulgas.

El cinco de febrero de 2011, Sergio Asenjo volvía a lesionarse, otra vez de gravedad y de nuevo en la rodilla derecha. Nuevamente una artroscopia serviría para reconstruir la zona dañada, pero después de convertirse en su tercer paso por quirófano a sus apenas veintiún años, le tendría ocho meses apartado del césped.

La cesión al Málaga terminó antes de tiempo. Le tocaba volver al Atlético de Madrid para recuperarse en Majadahonda con los servicios médicos del club rojiblanco. Cuando terminó la temporada, fue De Gea quien hizo las maletas rumbo a Manchester: el United le había fichado.

Sergio Asenjo todavía no se había recuperado cuando la 2011/12 estaba cerca de comenzar, por lo que el club presidido por Enrique Cerezo se vio obligado a buscarse a otro portero, máxime con las dudas que Asenjo había dejado anteriormente. El cancerbero del Chelsea, Thibaut Courtois, llegó cedido por una temporada.

Cuando el palentino se recuperó por enésima vez, Courtois ya estaba demasiado afianzado en la portería como para poder siquiera ponerle en aprietos por la titularidad. El belga se había convertido en indiscutible y Asenjo se vio relegado al banquillo, una vez más a la sombra de otro.

Este verano parecía que la cosa iba a cambiar, que la mala suerte se iba a esfumar de una vez por todas y que todo podía volver a ser como antes, como cuando jugaba en el Real Valladolid. El sueño duró demasiado poco, tanto como un escueto comunicado del Chelsea en el que decía que Courtois se quedaría cedido en el Atlético un año más.

De nuevo, Courtois partió con ventaja para ser, como de hecho es, el guardián de la fortaleza rojiblanca. De nuevo Asenjo vuelve a ser ese talentoso meta a la sombra que espera con ansia una oportunidad para poder demostrar que su potencial era real. Para mostrar que, a pesar de haber sufrido tres lesiones muy graves, sigue teniendo la misma ilusión que cuando jugaba hace diez años en el San Juanillo, en Palencia.

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