Jaime sostiene a un Real Valladolid sin pegada ante un frío Valencia

Allá por 2010, Miguel Bosé sorprendió al mundo con una canción titulada ‘Estuve a punto de…’. Sí, sí. Han leído bien. Sorprendió. No tanto como cuando el mismísimo Nacho Vidal protagonizó uno de sus videoclips, pero… ¿Por qué lo hizo? Básicamente porque deja la frasecilla en el aire, inconclusa, como el gallego que quiere estornudar y, en lo que decide si sí o si no, acaba bostezando.
“Estuve a esto de un ay, ay, solo a esto, ay”, viene a decir la letra. Pura literatura. Ni sacada de un dúo entre Pitbull y Don Omar. Pero, al lío, que nos desviamos. La frasecilla viene al pelo al Real Valladolid, que, otra vez, estuvo a esto de un ay, ay. A punto de… ¿Qué? Pues de ganar. O de perder. Porque, por un lado, le echó arrestos para lo primero. Y, por otro, porque las ocasiones fueron más bien del Valencia, que se encontró con un magistral Jaime en su afán por llevarse los tres puntos.
Si es que de verdad existió, claro. Baste decir que Juan Antonio Pizzi acabó realizando un cambio en el tiempo de descuento, dando así carpetazo al partido. Como si el punto le sirviera de algo, vaya. Aunque, bien visto, ni siquiera ganar los otros dos en juego le habrían sacado de pobre. Pero, en fin, para el decoro, si es que de algo vale en el fútbol, habría quedado bien evitarle la carrera a Oriol Romeu.
Lo que le queda de competición al conjunto valencianista es un mal trago que deben pasar por imperativo legal, pero que, si pudieran, a buen seguro preferirían evitar. Puede servirles en la creación de equipo, si es que de estas ruinas algo les va a quedar el año próximo, pero de poco más. Lejos de Europa, en todos los sentidos, son fríos, como se vio sobre el césped de Zorrilla.
No es que cuajasen un mal encuentro. Para eso, con Basilea tuvieron suficiente. Pero tampoco fueron grandes generadores de fútbol preciosista. Y sin embargo, con poco, con una presión elevada que trajo problemas a la zaga blanquivioleta y con unos buenos movimientos de Alcácer o Feghouli, llevaron peligro a la meta de Jaime y dispusieron de varias ocasiones claras de gol. Pero sí, se quedaron a punto de, a casi casi nada, que diría el otro.
Un pelín más lejos estuvo el Pucela. Tampoco crearon demasiado juego, pero al menos le pusieron fe, que no es que sea consuelo, pero… Larsson la tuvo antes de salir sustituido, Bergdich volvió a ser el caballo loco alborotador cuando entró por un desacertado Manucho, Óscar sigue peleado con el kharma y Guerra bastante hizo con correr. A esto saben qué debería sucederle, ¿no?
Volviendo a Bosé, dice su canción cosas como que estuvo “a punto de, lo que se dice muerto”, y de colgar su vida “de un ay, ay”. Pero, como es indeterminación, no explica si porque otros lo han provocado o porque tiende a la autodestrucción. Como el Valencia. Ni tampoco si ese “estuve a punto” quiere decir que ya llueve menos, y que, como el Real Valladolid, lucha por evitar el “ay, ay”.
Por lo pronto, los de Juan Ignacio Martínez no están en ese punto, después de sumar el decimotercero mediante empate. Fuera del descenso, viajarán a Osasuna cantando otro tema del hijo de Luis Miguel Dominguín, aquel de ‘Papito’ en el que su sobrina acompañaba; dedicado a la victoria y a la anhelada salvación: “Y como un lobo, voy detrás de ti, paso a paso tu huella he de seguir”.
