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Afortunado desdichado

por Jesús Domínguez
3 de marzo de 2011

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Actualidad5Camina el Real Valladolid en las últimas jornadas por el sendero de la fortuna. Prueba de ello es el empate logrado frente al Albacete, después de un primer mal periodo y de jugar veinte minutos con un hombre menos.

Lo hace sabedor de que la ruleta rusa en algún momento llamará a la plata, clamará venganza. Poco parece importarle. Camina sin miedo. Se sabe desdichado, pero viendo el transcurrir de los últimos acontecimientos, también afortunado.

En otro momento de esta misma temporada, Calle anoche no terminaría en la ídem, sino que finalizaría el encuentro llevándose el balón del encuentro a casa. La lesión de Jacobo, posiblemente se habría producido con las tres permutas hechas.

Comentaba en una red social un periodista que, después del tanto manchego, faltaba sólo que se lesionase Guerra. Otros, agradecían que el trencilla no pitase alguna de las posibles penas máximas en contra de los blanquivioletas reclamadas por los albaceteños.

Iniciaron éstos el encuentro con el empuje arrollador de su nuevo entrenador. A pesar de no ser ya ningún jovenzuelo, los bríos juveniles de David Vidal siguen contagiando al más pintado. Al Calle más pintado.

Corría apenas el minuto seis cuando otro ex, Antonio López, colgaba al área un córner que terminaba alojado en la red tras testarazo del hasta recientes fechas suplentísimo albivioleta.

Parecía recordar el delantero al que Antonio Gómez, testigo del envite, alineaba con éxito en las primeras jornadas. Junto a él, el ex de Cartagena Tato ponía a prueba la suerte vallisoletana.

En el bando visitante, la (casi) nada. Errores del pasado que parecían olvidados eran nuevamente recordados. El de la fragilidad defensiva, por un lado; y el de la flagrante escasez de fútbol por otro.

Lo que otrora se convertiría en goleada, no obstante, fue anoche un estoicismo aderezado de un par de inquietudes trasladadas al rival, gracias especialmente a un Álvaro Antón de nuevo muy activo. Keylor Navas, uno de los mejores guardamallas de la segunda división, se encargó de desbaratarlas.

Se llegó así al tiempo de asueto, tras el cual se lesionó Jacobo, en un lance acaecido antes de que se cumpliera el primer cuarto de hora de la segunda parte. Volvió a la meta varias jornadas después, en su lugar, el canterano Javi Jiménez.

El guión establecido por Abel no varió un ápice, pues tan solo un minuto más tarde Óscar González entraba por Sergio Matabuena para buscar hilvanar jugada como en la hora anterior no lo había hecho su equipo.

El salmantino, como Jiménez, fueron testigos de excepción del centro de Nauzet Alemán remachado por Álvaro Antón para lograr la igualada, batiendo a un Keylor Navas que hasta entonces había parecido inquebrantable.

Eran los mejores minutos de los visitantes, repuestos de una primera mitad con olor añejo. Pero, por si alguno de los pocos aficionados que se habían acercado al Carlos Belmonte se encontraba ocioso, los de Abel decidieron tentar nuevamente a la suerte.

En el minuto sesenta y siete, Juanito agredió a Tato y recibió la roja como rápida respuesta del árbitro. Reaccionó Abel a ello dando entrada a Marc Valiente por Antón. Tocaba rezar para amarrar el punto.

Viendo cómo se desarrollaron los hechos, la sensación es que muchos debieron hacerlo a Calle, en lugar de a su correspondiente dios. Sólo así, o por un nuevo cruce de cables (recordemos el penalti en Cornellà-El Prat) su autoexpulsión en apenas dos minutos.

Dejó el verde cuando ya el partido agonizaba, lo que no obvió para que un nuevo toque de corneta volcase el fútbol en la vanguardia del Real Valladolid. Si entonces alguien seguía rezando, seguramente la respuesta de su deidad fuese “suerte sí, pero no tanto”.

Porque lo cierto es que alguno podrá considerarse desdichado al ver cómo otra vez el equipo acaba con diez, o bien por cómo otra vez una lesión trunca los planes de ataque a la flotación enemiga. Incluso el gol de un ex puede dejar dicho poso.

Viendo el vaso medio lleno, no obstante, uno ve que nuevamente el equipo ha competido y salvado un punto pese a las adversidades. Pese a lesiones, expulsiones y demás desgracias.

Mientras el pesimista discute con su dios por la mala suerte, el optimista agradece ser afortunado, incluso a pesar de ser a la vez un poquito desdichado.

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