
CD Numancia y Real Valladolid brindaron al público congregado en el Estadio de Los Pajaritos una alocada igualada, uno de esos partidos de los que disfrutan los aficionados y que aborrecen los entrenadores.
No tuvo pinta de ir a ser así en el primer periodo, en el que uno y otro equipo estuvieron más pendientes de destruir el juego del rival que de contruir el propio, algo que propicio la falta de un dominador claro del cuero.
La cordialidad con la que se enfrentaban rojillos y blanquivioletas apenas fue rota a lo largo del primer periodo con un puñado de aproximaciones peligrosas en una y otra área.
Corría apenas el minuto cinco de partido cuando lo intentó Carlos Peña de volea, atajada sin problema por Iñaki Lafuente. La réplica la puso Del Pino seis minutos más tarde, a pase del veloz Cedric.
Mediada la primera mitad sería el también canterano colchonero Ibrahima el que rozase el gol tras recibir un pase interior de Sunny. Falló ante la salida de Javi Jiménez, como antes habían errado Javi Guerra y Jordi en la meta contraria.
Sin demasiado brillo en ninguno de los dos bandos llegó el descanso, quizá después de que tuviese más balón un Real Valladolid que buscaba continuar su buena racha frente a unos sorianos que venían de perder los tres últimos partidos.
Acostumbrados a manejar el balón, renunciaron los sorianos esta vez a ello, dejando la iniciativa al conjunto de Abel Resino, que al poco de volver de vestuarios aprovechó la concesión para adelantarse en el marcador.
Habían transcurrido apenas ocho minutos de la segunda parte cuando Nauzet Alemán aprovechó el dos contra uno provocado por la enésima subida de Barragán para ponerle el balón dentro del área a Óscar González y que éste lograse su quinto gol de la temporada.
Sólo seis minutos después, Del Pino transformó la igualada aprovechando el error de la zaga blanquivioleta y la duda en la salida de Javi Jiménez. Comenzaba así a escribirse el guión de una alocada igualada.
La continuación fue el tanto anotado por Culebras en propia meta después de un lanzamiento de esquina de Nauzet Alemán, que a su vez encontró réplica en la conversión en gol de otro córner, esta vez botado por Barkero y rematado por Ibrahima.
Quedaba tiempo, pero por entonces el partido había tocado ya a arrebato y se había convertido en el correcalles que todos los entrenadores odian. Abel, en particular, probablemente hiciese lo propio con Ibrahima cuando éste adelantó al Numancia.
Con un potente lanzamiento desde la frontal, ajusticiaba a un entrenador al que posiblemente conociese en el Estadio Vicente Calderón, en unas lides para ambos bien lejanas en la actualidad.
Las mieles de la primera división volverán a los labios del senegalés de la mano de Osasuna la próxima campaña. Abel Resino debe aún luchar por ello junto a su equipo.
Éste continuó haciéndolo después de que se adelantasen los de Unzúe, hasta volver a poner la igualada en el marcador después de unas claras manos de Culebras sancionadas en forma de penalty, transformado por Nauzet.
La locura prosiguió durante un cuarto de hora más, en el que el trencilla del encuentro pudo decretar una nueva pena máxima, sufrida por Javi Guerra, o dar validez al tanto anotado por Nagore.
No fue así, sin embargo, y el envite terminó en unas tablas que a muchos recordarían al 4-5 de la ida, y que sirve a los sorianos para puntuar tres semanas después y a los vallisoletanos para mantener un colchón de tres puntos sobre su más inmediato perseguidor.